Como saben, generalmente elijo una de las películas que estrenan para hacer una crónica. Esta semana había un par de opciones potables (leí por ahí que Agente Salt es un disparate disfrutable y que El hombre solitario con sus peros tiene lo suyo), pero no tenía ganas de ir al cine.
Como hago también generalmente, tomé la revista del cable para buscar una película de la que hablar. Hallé un par de opciones El velo pintado, con uno de mis amores, Naomi Watts, y Casablanca. Me dije: no bromees, ¿qué podés decir de Casablanca que no se haya dicho? Nada en realidad. Si hasta Umberto Eco se ocupó de ella. Aunque, como para mucha otra gente, Casablanca es una de las películas de mi vida.
Pero antes, para los que no están al tanto de los míticos pormenores, hablemos de ellos. Se filmó en un menjunje de escenografías construidas para otras películas, el guión se reescribía continuamente, ni los actores ni el director sabían cómo terminaría, Paul Henried (Lazslo) se comportaba como una prima donna y lo odiaron, el director Michael Curtiz era húngaro y hablaba un inglés macarrónico así que actores y técnicos intuían más que entendían sus órdenes, Humphrey Bogart era más bajo que Ingrid Bergman por lo que tenía que actuar subido a tarimas, ladrillos o sentado sobre gruesos almohadones cuando estaba con ella, Max Steiner, el compositor, eligió una vieja canción que no había tenido éxito cuando supo que no habría tiempo ni presupuesto para escribir una propia, dicha elección (Según pasan los años) se volvió una de las canciones más interpretadas de la historia de la música popular, Sam (Dooley Wilson) el pianista era en realidad baterista y no sabía tocar el piano, casi todos los extras y personajes secundarios eran verdaderos exiliados y refugiados lo que explica la fuerza de las escenas grupales, y todos, desde el últimos utilero hasta los productores jerarcas sentían, mientras la filmaban, que estaban armando un bodrio mayúsculo que con suerte sería a lo sumo una de las tantas películas pasables que salían de la fábrica de chorizos que también era el viejo Hollywood. Sin embargo desde la primera exhibición de prueba fue venerada. Casi un milagro. O el triunfo de gente que amaba lo que hacía y no escamoteaba talento aunque la cosa pintara para desastre.
Todos juramos alguna vez haber oído a Bogart decir: Tócala de nuevo, Sam. Frase que no está, que no existe, hay líneas parecidas, pero no ésa. (Algo similar pasaría con ¿Qué pretende usted de mí?, línea que, por más que porfiemos, la Coca Sarli nunca dice en Carne).
Más que ríos, océanos de tinta se escribieron sobre ella. La sometieron a sesudas interpretaciones. William Donnelly habla que Rick (Humphrey) es un homosexual reprimido y cita las relaciones que establece con Sam y el Capitán Renault (Claude Rains). Harvey Greenberg dice que Rick no puede regresar a los EEUU por un complejo de Edipo que comienza a resolverse cuando Rick ve en Laszlo una figura paterna. Sidney Rosenzweig se concentra en la multiplicidad de modos en que es llamado Rick a lo largo de la trama, lo que evidencia la ambigüedad y los muchos significados que tiene su figura según sea quien le hable. Eco se empeña en odiarla, para terminar amándola.
Vi Casablanca por primera vez a mis impresionables 12 o 13 años. Mis mayores hablaban de Casablanca. Si eran mujeres el título venía precedido de un suspiro y seguido de un ¡Qué película! Si eran hombres, no suspiraban, pero decían: Un peliculón. Yo hallé que no sólo estaba a la altura de los antecedentes sino que me encantó. Durante semanas cada vericueto de la historia me daba vueltas por la cabeza, se me metía en los sueños y alimentaba mis ensoñaciones.
Cuando llegué a La Plata, vi que en una tienda de ropa había un impermeable con cinto muy parecido al de Bogart. Era bastante caro. Hice que mis padres sacaran un crédito y me lo compraran. Fue una buena inversión, lo usaba casi todo el tiempo, me lo saqué cuando ya se deshilachaba. No lo repuse porque para esa época yo era personajes de Jean Paul Belmondo o El farsante de Burt Lancaster. Pero mi período Bogart fue el más importante y entrañable, soporté humillaciones y desdichas, imaginando que era el Rick de Casablanca, un cínico de corazón de oro que enloquecía de amor a un minón como Ingrid Bergman. No fue un mal modo de sobrellevar una adolescencia dolorosa. En alguno de esos momentos me hice actor. Comprendí que era eso o Melchor Romero.
Todas las veces que pude la vi en el cine (cuando éramos jóvenes las películas se reestrenaban), y por televisión (donde por suerte la pasaban seguido). Después coleccioné el video, el DVD y lo haré en los formatos que aparezcan. Como en los libros de aprendizaje de inglés se la menciona con frecuencia, bromeo con que no aprobaré al alumno que no la haya visto. Y ahora como con la computadora copiar es fácil, por cada grupo que enseño hago circular DVDs truchos, que disfruto perder porque sobreviven entre destinatarios ignotos. Me divierte sobremanera la devolución de los alumnos jóvenes que en su vida oyeron hablar de Humphrey Bogart o de Ingrid Bergman. Coseché comentarios como: el chabón (o sea Humphrey) es un maestro y la chabona (o sea Ingrid) se actúa la vida (compartimos); o una cagada que la deje ir porque el otro flaco (o sea Paul Henried) hace cosas importantes, pero es más ganso que un patovica (¿quién no lo pensó? aunque no sé si en esos términos); o: tan mal no termina porque para mí esos dos (Bogart y Rains) se van de putas (no me pregunten de dónde sacó esa idea, no me atreví a indagar).
A veces pienso si con el tiempo alguno se pondrá del bonete con las películas como yo, y si es así, cuál será su Casablanca. Por más que me esfuerce no me hago una idea de cuál puede ser, Hollywood tiene hoy tan poca magia.
A través de los años seguí dialogando con Casablanca. Imaginé una precuela y una secuela. Y en un verano en el que me aburría me puse a seleccionar canciones para hacer una versión en comedia musical. Y cuando parece que ya la superé, que por fin la dejé atrás, me sorprende. Un día cuando acomodaba una biblioteca me choqué con la cajita del video, me puse a pavear y a leer lo que decía con detenimiento, y surgió la idea de la última obra que escribí y ahora ensayo. Si no la vieron o la quieren volver a ver, hoy TCM (canal 38) la da a las 20:05. Yo no la voy a ver porque estaré ensayando. Si no me tendrían sentado frente al televisor y atestiguarían un espectáculo patético. Porque por más que conozco cada truco, cada manipulación, cada error y casi todas las líneas de diálogo, en algún momento me gana y me emociono como la primera vez.
Un abrazo,
Gustavo Monteros
Qué lindo todo lo que escribís, Gustavo. Yo la vi hace muchisimo tiempo, pero ahora me dan ganas de verla de nuevo y redescubrirla a la luz de todos estos años de vida que han transcurrido desde esa primera vez. Espero que cuando estrenes tu obra te acuerdes de invitar a tus fieles seguidores (entre los cuales me incluyo, ya lo sabés!)
ResponderEliminarTenés razón, la he visto muchas veces y la he compartido con alumnos. Siempre son interesantes las reviews, ya que siempre hay otros datos y siempre "vemos" algo mas...
ResponderEliminarLeí en algún lado que entre las cosas que los actores ignoraban,estaba obviamente el final por lo que Ingrid Bergman tenía que mirar de igual manera a ambos por las dudas... pero conmueve siempre. Y café mediante podemos discutir el final toda la tarde.
Gracias Gustavo !!!
Gracias, María Claudia! Es una experiencia hermosa redescubrir películas que uno vio hace tiempo y verlas hoy a la luz de las experiencias adquiridas por haber vivido. Y el asombro vuelve porque se ven cosas que uno ni sospechaba que estuvieran. Respecto a la obra, manejamos como fecha tentativa mayo del 2011. Es una comedia de 8 personajes y el ensamblado es arduo. Pero no nos asusta el trabajo que nos queda porque queremos hacerla lo mejor posible. Obviamente figurás entre los primeros invitados a participar del estreno.
ResponderEliminarUn abrazo grande,
Gustavo
Gracias, Susana. Así es, Ingrid Bergman dijo en varios reportajes que no sabía con cuál de los dos se quedaría, que pedía al director y a los guionistas que se lo dijeran, pero todos mantenían abiertas las dos opciones, cosa que en su momento la puso muy nerviosa, pero que redundó en que su actuación estuviera más viva. Años después hubo un intento de desmitificar ese relato. Se dijo que según el plan de rodaje, ella sabía que se quedaba con Henried, pero las pruebas fueron contradictorias y le dieron la razón a Ingrid. Y coincido plenamente con vos, las reviews de los alumnos son siempre interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo grande,
Gustavo