viernes, 24 de febrero de 2023

Desafío del mes de San Valentín - Cuarta semana

Este Febrero es un mes complicado para mí. Tengo que despejar incógnitas, tomar decisiones, aceptar condicionamientos que no dependen de mí, etc. Pero para no obsesionarme, desarrollar ideas satélites o hacer de mi mente un embudo atascado, me conviene pensar en otras cosas. Y como el cine es una de las pocas cosas que siempre me divirtió, nunca me traicionó y si alguna vez me decepcionó, me recompensó casi de inmediato, me planteé un desafío. Como es el mes de San Valentín, voy a ver si puedo completar una lista de 28 películas de amor que me gusten de verdad.

Sábado 18 de febrero de 2023


 Día 18: My Fair Lady (Mi bella dama, George Cukor, 1964)

Si a la salida de una función de ópera del Covent Garden en Londres en la primera década del siglo XX no se hubiera puesto a llover y escasearan los taxis.

Si el arrogante e insufrible profesor de fonética de puro aburrido no se hubiera puesto a alardear de que podría decir según los acentos que oyera el lugar exacto del que proviene el hablante.

Si entre el público que el profesor había congregado no hubiera entre las numerosas floristas una que prestara más atención que las otras.

Si un rico coronel recién llegado de la India aficionado a la fonética no hubiera ido a matar el tiempo en el teatro hasta que llegara la mañana y pudiera conocer al profesor que ahora les decía a los transeúntes su origen por el habla.

Si la florista no se hubiera asustado de la que denunciaran a la policía por ocultar que tenía cambio.

Si el profesor soliviantado por el éxito no se hubiera puesto a vociferar que podría hacer pasar a la quejumbrosa florista por una duquesa en un evento encumbrado.

Si el coronel al saber que el adivinador de orígenes por el habla era el erudito que se proponía conocer y si no hubiera aceptado alojarse desde ese instante en la casa del profesor.

Si la florista no hubiera tenido ambición y no se hubiera presentado en casa del docente al día siguiente para aprender a pronunciar el inglés como una dama.

Si el coronel no hubiera tenido dinero de sobra y aceptado pagar los gastos del desafío hecho la noche anterior.

Si no hubieran decidido que la florista se alojara también en la misma casa para que aprendiera de sol a sol.

Si la frecuentación no hubiera alimentado la necesidad de saberse cerca y complementarse.

Si no hubiera nacido algo así como el amor entre el profesor y la florista, una de las mejores comedias románticas no habría nacido (Pygmalion, o Pigmalión entre nosotros).

Si no hubiera habido presión popular por parte del público para que el autor (George Bernard Shaw) le diera un final feliz a su historia irresistible.

Si un letrista y un compositor de musicales (Alan Jay Lerner y Frederick Loewe) no hubieran persistido para que la obra se transformara en un musical (My Fair Lady) con el final feliz que merecía, no hubiera existido uno de los musicales más perfectos y gozosos del teatro.

Si el éxito imparable de la pieza no hubiera determinado que se hiciera una película.

Si mi padre no me hubiera llevado a verla incluso cuando yo no tenía una edad para entenderla del todo.

Si igual no me hubiera deslumbrado. Y si no la hubiera amado como la amé, desde entonces y para siempre. Habría habido menos amor en el mundo. Y más fealdad, maldad y miseria. Pero Dios, el Universo, o el Aliento Inerte Que Hace Que Todo Funcione y Persista no son zonzos. (Y por más que lo nieguen, les gustan las buenas comedias y los mejores musicales)

 

Domingo 19 de febrero de 2023



Día 19: The Quiet American (El americano, Phillip Noyce, 2002)

Principios de la década del 50 del siglo XX.

La Indochina francesa.

Thomas Fowler (Michael Caine), un cínico periodista inglés.

Phuong (Thi Hai Yen Do), una bella vietnamita, ex bailarina de alquiler (trabajaba en un dancing, en el que se compran fichas para bailar con las chicas dispuestas a tal fin).

Alden Pyle (Brendan Fraser), un norteamericano, presunto médico en misión humanitaria, en realidad un activista de la CIA para crear ataques terroristas culpando a los comunistas y así garantizar el involucramiento de los Estados Unidos, una vez que se vayan los franceses.

Fowler ama a Phuong.

¿Ama Phuong a Fowler? No se sabe, su necesidad de casarse con Fowler para poder emigrar a Inglaterra y no volver se antepone a sentimientos románticos.

¿Pyle ama a Phuong? No se sabe, su superficie de yanqui crédulo oculta frialdad y crueldad.

Fowler tiene en Inglaterra una esposa católica que nunca le concederá el divorcio por sus creencias religiosas. No le puede dar a Phuong lo que quiere.

Pyle es soltero y le puede garantizar a Phuong un futuro, matrimonio incluido.

Lo indubitable es que Fowler ama a Phuong, pero cuando la situación lo amerite, ¿será capaz de llegar a la última instancia?

Porque Fowler ama a Phuong y la gran paradoja es que el más cínico, egoísta e indolente de los personajes prueba ser el más noble, sincero y humanista. Contradicciones del buen amar.

 

Lunes 20 de febrero de 2023


 
Día 20: L'histoire d'Adèle H. (La historia de Adela H., François Truffaut, 1975)

El peor amor no es el que termina mal, no, el peor es el no correspondido. Y es el más rastrero, porque llega sin avisar. De sopetón, por la bronca de no ser nunca elegido. Y salvo para los mimados de la suerte, es el iniciático. En el apuro por amar, elegimos a quien jamás podrá querernos. Porque cuando nos abrimos al amor, somos adolescentes, que es la edad de los tropezones, los aturdimientos, los atolondramientos. En todos los aspectos, sin que el amor sea la excepción. ¿Qué nos lleva a enamorarnos de tal o cual persona y no de otra? Misterio incognoscible. Terminamos por atribuirlo a los caprichos del destino, a la burla de los dioses, a los errores de la química, a los arcanos del universo, a los cambios climáticos. Deberíamos tomarlo como una etapa del aprendizaje, como llevarse una materia en el secundario, como un atractivo turístico del ser. Como siempre, como con todo, superar el traspié nos hace más fuertes, pero a algunos les deja un agujero en la autoestima para siempre. Los deja rengos de por vida y no hacen más que tropezar. Es el tema más frecuente de cuanto poeta haya sido, de ahí que cuando nos toca, literatura de apoyo hay de sobra. Pero la Santa Patrona Mártir de los No Correspondidos es Adela H o Adela Hugo, para los entendidos. La hija del Víctor Hugo de Los miserables y otras cumbres. Allá por 1863 o cerca de, la pobre se enamoró de un tenientito, un tal Pinson y no se desenamoró más. Y se le volvió una idea fija que él la retribuyera. Entonces lo acosó, lo persiguió, lo espió, le hizo la vida imposible, amenazó a las mujeres que amara, dificultó la carrera militar del muchacho. Adela no cejó jamás y el cuerpo primero y la mente después se lo cobraron. Terminó confinada. Pero el amor es fuerte y aguerrido, en una época en que la gente moría más bien joven, ella, a pesar de todos sus problemas de salud, llegó hasta los 80 largos. Truffaut se topó con la historia de Adela H mientras investigaba para una película anterior (El niño salvaje) y si bien le prometió el papel a Catherine Deneuve, terminó por dárselo a Isabelle Adjani, que andaba dando sus pininos en el cine. Lo que hizo en la película la catapultó a la fama internacional y la puso en el balcón de las grandes actrices cinematográficas. Truffaut dice que la película es muy triste, pero que tiene para su protagonista un final feliz. Cerca del final, Adela se cruza con Pinson y no lo reconoce. Para Truffaut es una superación. Difiero, Adela perdida en su obnubilación se ha alejado tanto de la realidad y del Pinson real que en su mundo de fantasía el tal Pinson ya es otro. Porque en el fondo Adela termina por tener razón, de tanto insistir, su amor es correspondido. Su obsesión termina por amarla, poseerla, elevarla. La hundió en los peores infiernos, pero Adela amó, no se ajó en un rincón sin deletrear la pasión.

 

Martes 21 de febrero de 2023


 


Día 21: An Affair to Remember (Algo para recordar, Leo McCarey, 1957)

Se hizo tres veces. Pero en contrario a lo que es dable esperar, ni la primera fue la inolvidable, ni la tercera la vencida. La segunda es la inevitable. Quizá porque el mismo director de la primera, la repitió años más tarde y corrigió o mejoró lo que sintió que le faltaba a la primera. Hablo del cuento de Mildred Cram llevado al cine, primero en 1939 como Love Story (Cita de amor, por estos pagos) protagonizado por Irene Dunne y Charles Boyer, dirigido por Leo McCarey, después en 1957 con el título de An Affair to remember (Algo para recordar, para el público local) con el protagónico de Deborah Kerr y Cary Grant, dirigido otra vez por McCarey y por último (por ahora) en 1994 de nuevo con el título de Love Affair (Secretos del corazón, en estos lares) con Annette Bening y Warren Beatty, más la inestimable presencia de Katharine Hepburn, dirigidos por Glenn Gordon Caron. Contar un cuento es atrapar la atención de alguien y mantenerla con recursos lícitos durante el desarrollo de lo que se narra hasta llegar a un final que se aconseja sorprendente. Si la experiencia es placentera, se le agradece al contador con beneplácito y si no lo es, se le sugiere esforzarse más la próxima vez o dedicarse a otra cosa. Este romance en particular tiene una trampa (muy lícita) que se revela satisfactoria en el final. Un hombre y una mujer se conocen en un crucero y se enamoran. Los dos tienen compromisos adquiridos de los que prometen desembarazarse para cuando se reencuentren dentro de un tiempo acotado en el techo del Empire State Building. Llega el momento de la cita y ella no acude. ¿Por qué? Pasa otro tiempo prudencial y se reencuentran. Ella explicitará a medias el motivo. Queda en él insistir, no dar por sentado lo visto y asegurar el final feliz para los dos. No sé si será porque Deborah Kerr y Cary Grant son estrellas fascinantes, porque la química entre ellos es poderosa, o porque está presente ese imponderable que hace que algo sea exitoso siempre me sorprendo, aunque sé cuál es la trampa. Mientras la veo, supongo que olvido a propósito ese detalle que me recompensará con el placer de lo que termina bien. O quizás es que nunca se deja de ser un chico al que le gusta que le cuenten siempre el mismo cuento. Por lo que sea, cada tanto, como una necesidad, un vicio, o una manía, la vuelvo a ver y sonrío donde hay que sonreír y me enojo donde corresponde. La magia del cine, diría un afiche cursi que no le falta a la verdad.

 

Miércoles 22 de febrero de 2023



Día 22: I girasoli (Los girasoles de Rusia, Vittorio de Sica, 1970)

Llevan añares sin verse. En este reencuentro por suerte el marido de ella trabaja en el turno noche y pueden hablar largo y tendido sin interrupciones ni excusas. Pero no va que hay un corte de luz. Se reconocen entonces entre penumbras. El hijo menor de Giovanna (Sophia Loren), un bebé, se despierta y lloriquea. Ella va a la cuna a ayudarlo a retomar el sueño. Antonio (Marcello Mastroianni) se acerca a conocerlo. Le sonríe y pregunta: ¿Cómo se llama? Antonio, contesta Giovanna. ¿Cómo yo?, inquiere Antonio. No, dice Giovanna, Antonio como San Antonio. Un diálogo bobo fuera de contexto. En contexto, uno de los más reveladores y conmovedores, no exento de humor. Giovanna y Antonio se casaron en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Por ser un italiano saludable y fuerte, Antonio fue arrastrado a la guerra. Tras idas y vueltas, terminó en el frente ruso y ya no volvió a saberse más de él. Terminada la guerra, pasados unos pocos años, ella fue a Rusia a buscarlo. Mejor no fuera. Él se entera de que una mujer lo anduvo buscando y viaja a Italia para saber si era Giovanna. Se ven y el diálogo que refería antes tiene lugar. Hay innumerables comedias sobre regresos de personas que se creen perdidas y a las que ya no se las busca. La mujer o el marido que vuelven porque se perdieron por accidentes en lugares remotos de donde es difícil salir, o que no salieron por no saber quiénes eran por una oportuna amnesia, o porque se entretuvieron de más donde sea que fueron a parar. Aquí es la guerra la que separa a los amantes y cuando se reencuentran ya es tarde, como los girasoles miraron hacia el sol y siguieron adelante y construyeron una vida nueva. Por unanimidad se dice que el mismo material, la peripecia humana, alimenta la tragedia o la comedia, que el autor decide como contar su cuento y elige las herramientas pertinentes según su elección de tragedia o comedia. Dicho de otro modo, la tragedia y la comedia tratan los mismos temas, desde estilos diferentes. Una vez decidido nuestro destino, ¿podemos elegir vivirlo como tragedia, comedia, drama, musical, grotesco, revista, vodevil o absurdo? Cada cual tiene su respuesta.

 

Jueves 23 de febrero de 2023


 
Día 23: The Way We Were (Nuestros años felices, Sidney Pollack, 1973)

Son el puro ejemplo de la atracción de los opuestos. Él (Robert Redford) es un WASP rico, linajudo y se pretende apolítico. Ella (Barbra Streisand) es una narigona princesa judía marxista (no hay intención peyorativa, reproduzco como Streisand definió este personaje). A ella todo le cuesta mucho, a él todo le sale con la facilidad de los predestinados, lo que escribe es fluido y gusta mucho, pero ella le nota la pereza, el conformismo y la falta de ambición. Él es un individualista a ultranza, ella cree en la lucha con todos, para todos. Pero mientras existe la voluntad de amarse, lo que los separa, los une (nunca más válida la contradicción). Hasta que se cansan. El amor en el capitalismo se contagia. Si se pone más de lo que se saca, el negocio se hunde y hay que liquidarlo. Pero quien nos quita lo bailado (The way we were). Ojo, no es la política la que los separa, sino dos modos de vida contrapuestos, lo irreconciliable es que cada uno tiene una visión diferente de cómo vivir, de cómo ser, de qué esperar. El final los sorprende con parejas nuevas con las que quizás sean felices porque tienen más que ver con lo que ellos son. Aunque se siguen queriendo. En la última escena cuando ella con la mano enguantada le acomoda el jopo rebelde y él casi sonríe es un momento que se queda a vivir en nosotros. Nos dicen que si hay amor todo se soluciona. No, no es así, es una mentira, porque el amor es el mejor de los misterios.

 

Viernes 24 de febrero de 2023


 
Día 24: Boquitas pintadas (Leopoldo Torre Nilsson, 1974)

Boquitas pintadas (sobre novela de Manuel Puig)  transcurre en la Argentina de los años treinta y cuarenta y es un caleidoscopio de historias y personajes con Juan Carlos (Alfredo Alcón) un Don Juan de provincias como imán o centro gravitacional. Este galanazo se relaciona con Nené (Marta González) una muchacha humilde y crédula, con Mabel (Luisina Brando) tan inconstante, infiel y sexual como él, con la viuda Di Carlo (Cipe Lincovsky) una mujer vapuleada por las malas lenguas del pueblo por no respetar la viudez como es debido. Estas relaciones repercutirán en las de Celina (Isabel Pisano), la hermana solterona acérrima de Juan Carlos y en la pareja de La Rabadilla (Leonor Manso) y el Pancho (Raúl Lavié). Pero a la hora de la verdad final, el amor de Nené por Juan Carlos prevalecerá y justificará la vida de ambos. Nené en su lecho de muerte les pedirá a sus hijos que quemen las cartas y las fotos que hay en una caja de zapatos. Nené, al contrario de la Francesca de Los puentes de Madison, decide que su historia de amor muera con ella. Todos guardamos una historia no contada. Si pudiéramos elegir, ¿destruiríamos los vestigios o los dejaremos para que los descubran? Los viejitos de Suk Suk (Amor al ocaso en Netflix) cuando se ven venir el final, destruyen todos las evidencias incriminadoras, no quieren que se sepa que a pesar de casamientos e hijos, siempre pusieron el nombre de otro hombre en la almohada. Tanta precaución puede ser inútil. Abundan las paradojas. He ayudado a desarmar varias casas después de la muerte de un familiar, y los herederos tiran, sin ver, cartas, fotos en las que no están y otros recuerdos que pueden ser reveladores de alguna pasión oculta. Por el apuro o por no desatar entuertos que contradigan lo que saben o suponen saber de ese familiar directo, eligen tirar sin detenerse a observar. Y así algunos secretos permanecen tales para siempre. Hasta la llegada de la PC, existían las cartas, las fotos, las notas, las tarjetas, hoy nos comunicamos digitalmente. Cuando nos hayamos ido, ¿alguien hackeará nuestras contraseñas y leerá los emails guardados?, ¿abrirá los archivos doc, pdf, o en bloc de notas donde confesamos oscuridades, nos dicen que nos quieren o revelamos generosidades insospechadas?, ¿verán las fotos que guardamos y cómo las organizamos?, ¿espiarán el porno que se nos olvidó tirar?, o ¿borrarán todo sin fijarse siquiera? Si no nos toca un revisor curioso, es casi seguro de que nos den por sentado y nos olviden. Como corresponde.

Gustavo Monteros

viernes, 17 de febrero de 2023

Desafío del mes de San Valentín - Tercera semana

Este Febrero es un mes complicado para mí. Tengo que despejar incógnitas, tomar decisiones, aceptar condicionamientos que no dependen de mí, etc. Pero para no obsesionarme, desarrollar ideas satélites o hacer de mi mente un embudo atascado, me conviene pensar en otras cosas. Y como el cine es una de las pocas cosas que siempre me divirtió, nunca me traicionó y si alguna vez me decepcionó, me recompensó casi de inmediato, me planteé un desafío. Como es el mes de San Valentín, voy a ver si puedo completar una lista de 28 películas de amor que me gusten de verdad.

Sábado 11 de febrero de 2023 


Día 11: Deux (Nosotras, Filippo Meneghetti, 2019)

Madeleine (Martine Chevallier), Madó en la intimidad, es una persona témpano, no porque sea fría como el hielo, en su caso lo contrario, sino porque tiene más por debajo de lo que muestra en la superficie. Es viuda, jubilada con dos hijos en la treintena larga. La hija (Léa Drucker) considera que el padre la tiranizó y que mamá no se separó por privilegiar la familia. El hijo (Jérôme Varanfrain) cree que mamá no quiso a papá lo suficiente y que lo desvaloró. La verdad, como acostumbra, quizá ande por el medio de tanto y tan poco. Madeleine oculta que desde hace más de 20 años está en relación con Nina (Barbara Sukowa) que vive en el otro departamento, el de enfrente al suyo, en el piso que comparten de un viejo y señorial edificio. Planean vender los dos departamentos, comprarse uno en Roma e ir allí a transcurrir los años dorados. Pero Madeleine no se anima a comunicárselo a sus hijos, porque equivale a blanquear la situación. Madeleine sufrirá un derrame cerebral y lo no dicho se revelará de la peor manera. Porque Nina no pasará, así como así, de ser el alma de Madó a la vecina entrometida de tan solícita, nadie, una casi extraña. Entre tanto adulto patético, el nieto de Madó, un chico de 7 años, al ver una foto vieja de un contingente de turistas por Roma deducirá por donde vienen los tiros y como todavía no está contaminado por prejuicios ni religiosidades, aceptará que el amor es amor y que todo lo demás no importa.

 

Domingo 12 de febrero de 2023


Día 12: The Remains of the Day (Lo que queda del día, James Ivory, 1993)

Esta es una tragedia sobre la impotencia, no la que se cura con té de yuyos, un dedo artero donde no da nunca la luz del sol o con la célebre pastilla azul, sino la peor, la más difícil, la que viene de la voluntad, del corazón, del espíritu. El mayordomo Stevens (Anthony Hopkins) ama a y es amado por la señorita Kenton (Emma Thompson), el ama de llaves de la mansión solariega en la que trabajan. ¿Por qué entonces llegado aquel momento de arrebatadora intimidad Stevens no puede cruzar el límite y dar el beso que le arde en el cuerpo? Sí, sí, las rigideces del espacio-tiempo en el que se desenvuelven le dan la excusa perfecta. Está bien, está bien, en los fines de los años treinta, en un palacete inglés, en los rangos de la servidumbre, el amor puede parecer una trasgresión. Tampoco son dos generales en una tienda de campaña, o dos enfermeras en el armario de ropa limpia de un hospital, donde la trasgresión puede ser titánica. Son un hombre y una mujer, el modelo de pareja aceptada en esos tiempos de almidón y pruritos. Sin embargo, cuánto más grande es la trasgresión, más urgente es cruzar el límite. Si es chiquita, se la subestima y no se la reconoce en su dificultad. Y en el fondo, Stevens y Miss Kenton son dos soldados. Inglaterra llegó a ser un imperio y hasta hoy, a pesar de vaivenes y encogimientos, sigue siendo un país (más bien, una nación) fuerte. Y una nación se construye con máscaras, prototipos, mitos. Stevens elige la máscara del sirviente perfecto y desde esa máscara contribuye al engrandecimiento de su nación. Su sentido del deber le impide sacársela aun en la intimidad. Suprema ironía que haya sido el mayordormo perfecto de aristócratas simpatizantes nazis, algo que él supo y no quiso asumir porque el perfecto sirviente no juzga al amo. Y así Stevens se queda solo y le niega a Miss Kenton la posibilidad de ser feliz. El deber a ultranza no hace la felicidad y la miopía política, menos que menos.

 

Lunes 13 de febrero de 2023



Día 13: The French Lieutenant's Woman (La amante del teniente francés, Karel Reisz, 1981).

Vista desde el amor y esos incendios, Sarah Woodruff (Meryl Streep) es una reverenda hija de puta. Y se salva de ser catalogada como una histérica de campeonato porque la maravillosa novela de John Fowles que la concibe, la erige como una protofeminista. Estamos en la Inglaterra de los 1850, o sea en el período victoriano, Sarah trabaja como dama de compañía de una vieja de mierda y se pone a pensar en su futuro. Para no caer en la servidumbre a secas (por ser dama de compañía / institutriz, se considera una sirvienta glorificada) o en la prostitución, la única salida que le queda es casarse bien, para lo cual no cuenta con los dos requisitos básicos, ser de buena familia y tener contactos. Se inventa entonces una historia trágica, la de haber sido seducida y abandonada por un teniente francés. A la falta de prosapia, la sustituye con una leyenda destinada a atrapar curiosos galanes transgresores, y que de paso le asegura espantar a los timoratos o santurrones. Y la fortifica paseándose por las tardes, embozada de negro, por un malecón golpeado por las olas, con la mirada hacia la costa francesa. Cae en la trampa un paleontólogo, Charles Henry Smithson (Jeremy Irons) que llegó a la región a conocer a sus ricos suegros. Sarah logra obnubilarlo de pasión. Charles ya no se casará con la bella y noble Ernestina (Lynsey Baxter), la que le inicia un juicio por ruptura de compromiso (algo que hace por supervivencia, el escándalo le resta posibilidades de conseguirse otro buen partido). Pero cuando Charles, enamorado y libre, va a buscar a Sarah, descubre que esta se ha ido. Desesperado de amor, contrata detectives para que la busquen. Sarah para no ser encontrada se ha cambiado de nombre, ahora pasa por Mrs Roughwood. Tres años más tarde, le da a conocer su paradero a Charles, está como institutriz de los hijos de un arquitecto progresista en Escocia. Se había fugado para encontrarse a sí misma. Charles la putea en todos los idiomas que conoce y en otros que improvisa, aunque termina por perdonarla. (La trama paralela que inventa Harold Pinter en el guion, para dar cuenta del final alternativo en la novela y de las disquisiciones sociológicas, la de los actores contemporáneos que protagonizan el relato victoriano, tampoco deja bien parada a la contrafigura actual de Sarah). Y si no fuera por el amor perruno que tan bien expresa Jeremy Irons, esta no sería considerada una historia de amor nunca de los jamases. Meryl Streep es justamente idolatrada por un currículum impresionante, pero entre sus primeros logros, yo siempre elijo el de La amante del teniente francés, porque solo una grande pudo habernos vendido como heroína romántica a semejante turra.

 

Martes 14 de febrero de 2023


Día 14: Casablanca (Michael Curtiz, 1942).

¿Es posible resumir el argumento de una película transcribiendo algunos de sus diálogos? Intentémoslo.

Casablanca, Marruecos, 1941

En el bar de Rick

Capitán Renault: ¿Qué diablos te trajo a Casablanca, Rick?

Rick: Mi salud. Vine por las aguas termales.

Capitán Renault: ¿Qué aguas? Si estamos en el desierto.

Rick: Me informaron mal

……………….

En el bar de Rick

Rick (viendo entrar a Ilse y a Victor Laszlo): De todos los bares de mala muerte del mundo, ella tiene que venir al mío.

………………..

En el bar de Rick

Ilse: No estaba segura de que fueras el mismo. Veamos, la última vez que nos vimos…

Rick: Fue en La bella Aurora.

Ilse: Qué lindo que te acuerdes. Pero, claro, fue el día que los alemanes entraron a París.

Rick: No es un día fácil de olvidar.

Ilse: No.

Rick: Recuerdo cada detalle. Los alemanes vestían de gris, vos, de azul.

………………..

En el bar de Rick

Rick: Lo felicito.

Victor Laszlo: ¿Por qué?

Rick: Por su trabajo.

Victor Laszlo: Intento hacerlo bien.

Rick: Nosotros lo intentamos, usted lo logra.

…………………….

En el bar de Rick

Rick: ¿Cree que vale la pena pelear por lo que pelea?

Victor Laszlo: Debería preguntar si vale la pena respirar. Si dejamos de respirar, morimos. Si dejamos de combatir a nuestros enemigos, el mundo morirá.

………………….

En el bar de Rick

Ilsa (llorando): Sos nuestra última esperanza, Rick. Si no nos ayudás, Victor Laszlo morirá en Casablanca.

Rick: ¿Y qué? Yo moriré en Casablanca. Es un buen lugar para hacerlo.

……………………

Victor Laszlo: Sé más de usted de lo que sospecha. Sé, por ejemplo, que está enamorado de una mujer. Y es curioso de los dos estemos enamorados de la misma. Cuando entré a este bar por primera vez, supe que había algo entre usted e Ilsa. Como nadie tiene la culpa, no exijo ninguna explicación. Solo le pido una cosa, ya que no me dará los salvoconductos, salve a mi esposa. Sáquela de Casablanca.

Rick: ¿Tanto la quiere?

Victor Laszlo: Usted me considera solo el líder de una causa. También soy un ser humano. Sí, tanto la quiero.

……………………….

En el aeropuerto

Ilsa: Lo decís para que me vaya.

Rick: Lo digo porque es verdad. Los dos sabemos que le pertenecés a Victor. Sos parte de su trabajo. La parte que no lo hace claudicar. Si el avión despega y no estás con él, te arrepentirás. Tal vez, no hoy ni mañana, pero pronto y por el resto de tu vida.

Ilse: ¿Y nosotros?

Rick: Siempre tendremos París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que volviste a Casablanca. Lo recuperamos anoche.

……………………

En el aeropuerto

Capitán Renault: No solo sos un sentimental, ahora sos también un patriota.

Rick: Parecía el momento para empezar.

Capitán Renault: Te convendría salir de Casablanca por un tiempo. Hay una plaza libre en Brazzaville. Podría ocuparme del pasaje.

Rick: ¿Y mi salvoconducto?

El capitán Renault asiente (…)

Rick: Creo que este es el comienzo de una linda amistad.

………………………

Y NOSOTROS SIEMPRE TENDREMOS CASABLANCA

 

Miércoles 15 de febrero de 2023


 

Día 15: Gone with the wind (Lo que el viento se llevo, Victor Fleming, 1939)

Lo que el viento se llevó es muchas cosas. Un fresco épico de la Guerra de Secesión norteamericana, la visión de la problemática negra de una autora blanca a fines de los años treinta y sobre todo, una formidable historia de amor con una protagonista excepcional. Scarlett O'Hara (Vivien Leigh) más que una heroína romántica, es una heroína a secas. Décadas antes de los principios de autoayuda, ella ya nos formaba con el Mañana será otro día. Y cuando se redondeó el concepto de resiliencia, demostró ser uno de los ejemplos más acabados. A pesar de haber sido criada como una mimada niña rica, no era una frágil muñequita de porcelana, era de armas tomar y a la hora de defender sus caprichos tenía más recursos que almacén de ramos generales. Eso sí, conseguía lo que se proponía sin ninguna consideración ética o moral. Y al final, cuando la horma de su zapato, el hombre de su vida, Rhett Butler (Clark Gable), harto de toda hartura, le cerraba la puerta en la cara con el histórico: Francamente, querida, me importa un bledo, se suponía que debíamos plantearnos si lo recuperaría. Suspenso vano, porque nadie en su sano juicio dudaba de que si así era su voluntad, lograría más temprano que tarde que él volviera a su lado. En lo personal, siempre me he quedado con lo que he dado en llamar "el juramento de los rabanitos". Al final de la primera parte, después de muchas penurias, logra regresar a su heredad, la mansión apenas se mantiene en pie y los campos están arrasados. Muerta de hambre, cae de rodillas y se debate sobre si comer tierra. Mete las manos en la tierra y logra dar con unos rabanitos. Se pone de pie con los rabanitos en la mano y se jura ¡Nunca más! (en mi interpretación desafía a Dios, le jura que ni Él va a volver a ponerla en una situación de vulnerabilidad nunca más) Yo, muchas veces en mi vida, hice el juramento de los rabanitos. No siempre tuve la determinación de cumplir el juramento cabalmente. Es que estar a la altura de Scarlett no es para cualquiera.

 

Jueves 16 de febrero de 2023


 Día 16: Frankie & Johnny.

Si bien Frankie and Johnny (Garry Marshall, 1991) está centrada en la conmovedora historia de amor de Frankie (Michelle Pfeiffer) y Johnny (Al Pacino), la corte de milagros que los rodea en el Apollo Café Grill y adyacencias también nos enamora y aledaños. Porque está cascoteados, boicoteados, negados, resistidos, solos, acompañados, depreciados, valorados, enorgullecidos, embrabecidos, apechugados, amuchados, abúlicos, entusiastas, sorprendidos, elegidos, traicionados, puestos en pie, vencidos, victoriosos, encandilados, despabilados, alertas, somnolientos, esperanzados, muertos de frío, de calor, de hambre, de sed, venidos a menos, a más, con ganas, sin ganas, bellos, feos, regular, bien, mal. Como algunos, como uno, como ninguno. Amados siempre y con ganas de amar más cada vez. Como vos, yo y los de más allá. Como todos, como nadie. Hasta que el amor nos encuentre y la muerte nos separe.

 

Viernes 17 de febrero de 2023

Día 17: Goodbye Mr. Chips (Adiós, Mr. Chips, Herbert Ross, 1969)

Era muy improbable que pasara, pero pasó. Arthur Chipping (Peter O'Toole) era un profesor de Latín (ya en las primeras décadas del siglo XX, importaba poco y nada y junto con su pariente Griego estaban a un tris de desaparecer como insumo pedagógico) que aburría y desagradaba a sus alumnos en partes iguales. Retraído y tímido hasta la exasperación, con solo las imprescindibles argucias sociales, lo evitaban hasta los mosquitos. Salvo a sus colegas del encumbrado colegio donde enseñaba, con su conversión sumía en la somnolencia al mejor predispuesto. Así y todo, deslumbró y sedujo a una estrella del music-hall, Katherine Bridges (Petula Clark). Claro, la conoció en el lugar ideal para que desatara toda su sapiencia y el encanto que se le alborotaba cuando el tema lo apasionaba: ¡en las ruinas de Pompeya! Como fuera, ella supo ver al príncipe y no al sapo. Las vacaciones de verano terminaron y el nuevo año lectivo sorprendió a todos con la llegada de la Sra. Chipping, que no solo alegró la vida del vetusto maestro sino también la del claustro académico y la de los alumnos, que se revolucionaban cuando la farándula teatral caía de visita, porque Katherine había abandonado la vida escénica para ser la esposa más colorida de un opaco profesor. Pero la guerra metió la cola y ella, una auténtica patriota, no se iba a quedar sin entretener a las tropas. Una bomba transformó la felicidad en un recreo. Y a Mr. Chips no le quedaron más que las lágrimas, y asumido el duelo, los recuerdos y los alumnos. Y por increíble que parezca, los alumnos son seres humanos que a veces están a la altura de la circunstancia. A pesar del espinoso Latín, arduamente aprendido, cuando el profesor se jubila, en un homenaje final los alumnos justifican la vida del viejo maestro. Porque como se sabe, nadie que ha aprendido a amar, pasa sin dejar huella.

Gustavo Monteros

viernes, 10 de febrero de 2023

Desafío del mes de San Valentín - Segunda semana

Este Febrero es un mes complicado para mí. Tengo que despejar incógnitas, tomar decisiones, aceptar condicionamientos que no dependen de mí, etc. Pero para no obsesionarme, desarrollar ideas satélites o hacer de mi mente un embudo atascado, me conviene pensar en otras cosas. Y como el cine es una de las pocas cosas que siempre me divirtió, nunca me traicionó y si alguna vez me decepcionó, me recompensó casi de inmediato, me planteé un desafío. Como es el mes de San Valentín, voy a ver si puedo completar una lista de 28 películas de amor que me gusten de verdad.

Sábado 4 de febrero de 2023 


Día 4: Mad Dog and Glory (Una mujer para dos, John McNaughton, 1993).

El policía Wayne (Robert De Niro) también apodado Perro loco salva la vida de Frank Milo (Bill Murray), un prestamista mafioso en un asalto. Frank en agradecimiento le envía a Gloria (Uma Thurman) a que conviva con Wayne unos días y le haga la vida placentera, con todo lo que esto implica. Gloria, en realidad, es la "garantía" de un préstamo que Frank le hizo al hermano de Gloria y como este incumplió, Gloria está condenada a hacer lo que Frank le pida. Para cuando Frank venga a reclamar a Gloria, Wayne tendrá que luchar por ella, porque se han enamorado. Y Frank no es un hueso fácil de roer por más Perro loco que Wayne sea. A De Niro, por prepotencia de talento (entiéndase Taxi-driver, El francotirador, El toro salvaje, New York, New York, Érase una vez en America, entre las más destacadas) le doy la autoridad de venderme cuanto buzón quiera. Y me los ha vendido, porque el hombre acepta cualquier proyecto. Pero en este caso, no. El amor que siente por Gloria es fuerte, lo hace vencer cobardías, lo pone a prueba con balas y puños. Gloria no se puede quejar, da gusto ser amada/o así.


Domingo 5 de febrero de 2023 


Día 5: Cesar et Rosalie (Claude Sautet, 1972)

Cesar (Yves Montand) ha llegado a su Paraíso. Su personalidad avasalladora es apreciada, con sus hermanos comanda una empresa floreciente de chatarra (negocio sin buena prensa, pero detrás del armamentista, el más exitoso del siglo XX) y después de varios ensayos (el hombre es mayorcito) está con la mujer de sus sueños, Rosalie (Romy Schneider) a la que ama y respeta. Rosalie tiene una hija de 5 años que tuvo con Antoine (del que está alejada), con el que se consoló cuando el hombre que ella de verdad amó, el historietista David (Sami Frey) la dejó para irse a probar suerte a Estados Unidos. Pero como todo Paraíso tiene su serpiente, al de Cesar lo desbaratará la vuelta de David, que impacta en el presente de Rosalie, que de todos modos le asegura a Cesar, que él es el elegido. Cesar para asegurar la victoria mete la pata. Le dice a David que Rosalie está embarazada y que se casarán pronto. Rosalie que valora su libertad por sobre todo, ante la mentira se siente ultrajada y abandona a Cesar, que se desahoga en una violencia que es pura impotencia, no destrucción. La soledad y el desamparo enseñan y Cesar es hombre de aprender. Ya venía bien encaminado en esto de querer, sin embargo la partida de Rosalie lo llevará al Doctorado del Buen Amar, y ya no querrá sacarse de encima a David sino incluirlo para que ella no tenga que elegir, y si Rosalie ama a David es por algo, entonces Cesar aprenderá a apreciarlo y quererlo. Surge entonces la paradoja, en su afán de recuperarla, Cesar le pone la vara muy alta a Rosalie, ahora le toca a ella aprender, ¿lo hará? En el amor todo vale, hasta ser sabio y honesto.


Lunes 6 de febrero de 2023 


Día 6: Oci Ciornie (Ojos negros, Nikita Mikhalkov, 1987)

Fines del siglo XIX. Chico conoce chica, chico pierde chica, ¿chico recupera chica? La última premisa de este caso va con signos de interrogación porque son personas adultas, están casados y el autor es Chéjov. Hay historias que no se gastan por más que se cuenten una y otra vez. La dama del perrito de Antón Chéjov, de celebrada popularidad, es una de ellas. Mikhalkov, con Marcello Mastroianni al frente de un elenco ítalo-ruso, fue uno de los que mejor la contó. No fue el primero ni será el último, porque podemos prescindir hasta del aire, pero nunca podremos prescindir de Antón Chéjov.


Martes 7 de febrero de 2023


Día 7: Love With the Proper Stranger (Desliz de una noche, Robert Mulligan, 1963)

No tendría que haber pasado, pero pasó. Y ahora ella (Natalie Wood) lo busca para que le consiga un médico para que le haga un aborto. Y él (Steve McQueen) ni siquiera se acuerda de ella, hasta que sí, ah, sí, ella era la de aquella noche en las montañas. Él es un músico  free lance y ella trabaja en la sección mascotas de Macy's, porque estamos en la New York de los sesenta. Y la relación se establece, se desarrolla y crece por donde todas terminan. Él la rescata del aborto clandestino al que la acompañó porque terminó por ser la definición de sórdido y siniestro. Y cada uno conoce la peor cara de la familia del otro. La de él está ganada por la decepción. Él no tiene un presente promisorio y ellos, sus padres, tampoco tienen algo mejor que ofrecer. Y la de ella, familia italiana de historieta, es de intromisión enfermiza, madre y hermanos tienen que decidir y controlar todo lo que ella hace, es porque la quieren, claro, pero a ella le gustaría que la quisieran menos. Pero entre todas estas idas y venidas, ella y él se enamoraron y ya el final feliz anda a la vuelta de la esquina. Así que descorchen los champanes, nomás.


Miércoles 8 de febrero de 2023 


Día 8: My Beautiful Laundrette (Ropa limpia, negocios sucios, Stephen Frears, 1985)

El neoliberalismo es feo, sucio y malo. Un invento de los ricos para ser más ricos y sumir al resto más en la pobreza. Como lo que trae es hambre, pobreza, desempleo, desesperanza, desata el sálvense quien pueda y la rápida anulación del otro que pasa a ser el enemigo. Johnny (Daniel Day Lewis) y Omar (Gordon Warnecke) fueron compañeros de escuela. Jugaban juntos y tomaban la merienda uno en casa del otro y viceversa. Pero en una marcha de odio a los supuestos inmigrantes, Johnny, al frente de unos amigotes skinheads, al pasar por la casa de Omar, le gritó al padre de este: ¡Paqui, volvete a tu tierra, sucio malparido! Pasan unos pocos años y los paquis (paquistaníes) parientes de Omar aprendieron las lecciones del neoliberalismo: mafia, negocios sucios, explotación, inmoralidad, avasallamiento de derechos, etc. Manejan tantas empresas que hasta se permiten traspasarle a Omar, un joven de escasa experiencia comercial, un negocio de los que mucho no rinden: una lavandería. Ahora Omar emplea a Johnny, lo explota más bien. Le cobrará el insulto aquel. Pero Omar y Johnny se aman. Se dirán cosas horribles, pero ninguna tiene que ver con ellos o su vínculo. Son por prejuicio, por las derivaciones políticas y sociales del neoliberalismo. Cerca del final, Johnny, herido físicamente, jura por enésima vez que se irá. Pero la última escena los sorprende con los torsos descubiertos, tirándose agua en las lastimaduras, en un claro prejuego sexual. Es que Ropa limpia, negocios sucios es sobre hipocresías varias, disrupciones del tejido social y amores que ni el neoliberalismo puede matar. Y Thatcher, por más poderosa que haya sido, hoy es mala palabra en 1753 idiomas. ¿Justicia poética? Algo es algo.


Jueves 9 de febrero de 2023 



Día 9: Cold War (Pawel Pawlikowski, 2018)

Cuando uno creía que ya no habría historias de amor que nos conmovieran hasta las masmédula, viene el polaco Pawel Pawlikowski y nos descerraja el cerebro y el corazón con un relato tan arrasador como ineludible. Zula (Joanna Kulig) está triplemente maldita, es bella, talentosa y con capacidad de amar en plenitud. Tres virtudes que son una maldición si se ha nacido en Polonia en los cuarenta y se es todavía joven en los sesenta del siglo XX. Vivir es complicado en cualquier época, pero algunas son peores que otras. La devastadora y volátil Polonia de la Guerra Fría no ofrece una de las mejores. De allí que Zula sea tironeada, abusada, explotada, esclavizada por las cambiantes facciones de turno. Encuentra en Wiktor (Tomasz Kot) su igual, pero lo perderá y recuperará, una y otra vez, y otra vez y otra vez. Dice Peter Handke en un texto poético: "La muerte es la mejor de las historias, después de las de amor". Cold war es, entonces, de las mejores y más mejores.


Viernes 10 de febrero de 2023 


Día 10: Camille (La dama de las camelias, George Cukor, 1936)

Las viejas historias de amor me intrigan por lo que le contaban al público que las hizo clásicas, y cómo las podemos reinterpretar hoy según esta contemporaneidad nuestra. Margarita Gautier (Greta Garbo) la heroína de La dama de las camelias fue, desde que la concibió Alejandro Dumas hijo, el ejemplo más acabado de lo que se puede hacer por amor. Repasemos la historia: Margarita es una cortesana de éxito en el París del siglo XIX. Usufructúa hombres poderosos y ha amasado una pequeña fortuna. Se enamora de Armando Duval (Robert Taylor) un joven tan buenmozo como pobre e inútil. Lo lleva a vivir al campo porque está tuberculosa y supone que este recreo bucólico quizá sea el último. Se le aparece, entonces, el padre de Armando (Lionel Barrymore) que le pide que lo deje, porque si no la hermana menor de Armando no se va a poder casar, porque la familia del futuro esposo no aprueba que Armando viva en el pecado con una mujer pública. Margarita se conmueve y hace lo que le dice: deja a Armando y vuelve a su vida habitual en París. Armando, despechado, gana un dinero en el juego y, delante de todos los presentes en ese casino de moda, se lo tira a la cara a Margarita, mientras le dice que espera que sea suficiente para pagar los favores recibidos. Como sin salud no puede trabajar, Margarita se retira a morir pobre porque la enfermedad le consumió los ahorros. Armando se entera y la visita para jurarle amor eterno en el lecho de muerte. La inmolación de Margarita fue vista en los finales del siglo XIX y hasta mediados del XX como el sacrificio a hacer para ventura de la hermana de Armando y el mantenimiento del status quo. Para los parámetros actuales se equipara a chica independiente con medios y recursos que se paga un chongo para distraer la muerte inminente y ante la llegada del padre del chongo y el verso de la hermana, podría preguntarse: ¿sacrificarse por esta manga de hipócritas que la van de trigo limpio y están más sucios que una papa? ¡No! Mejor livin' la vida loca mientras el cuerpo aguante y la hermana del chongo que se consiga un marido menos pelotudo, porque es improbable que la haga feliz tan pendiente de la vida ajena como está. Con esta versión no habría conmoción y lágrimas, pero todos la pasarían mejor por ser más sinceros.

Gustavo Monteros

viernes, 3 de febrero de 2023

Desafío del mes de San Valentín - Primera semana

Este Febrero es un mes complicado para mí. Tengo que despejar incógnitas, tomar decisiones, aceptar condicionamientos que no dependen de mí, etc. Pero para no obsesionarme, desarrollar ideas satélites o hacer de mi mente un embudo atascado, me conviene pensar en otras cosas. Y como el cine es una de las pocas cosas que siempre me divirtió, nunca me traicionó y si alguna vez me decepcionó, me recompensó casi de inmediato, me planteé un desafío. Como es el mes de San Valentín, voy a ver si puedo completar una lista de 28 películas de amor que me gusten de verdad.


Miércoles 1 de febrero de 2023


Día 1: Roman Holiday o La princesa que quería vivir (William Wyler, 1953), en la que Gregory Peck y el resto del mundo se enamoró de Audrey Hepburn para siempre jamás. Comedia romántica clásica de dos mundos opuestos que colisionan, el de un reportero y el de una princesa de verdad. Romance imposible si los hay, pero por breve que uno prevea el romance, ¿por qué no vivirlo? Y esa es la magia que transmite el director Wyler, como espectadores durante todo el transcurso de la historia, hacemos de cuenta que va a durar por siempre, aunque sabemos que no.


Jueves 2 de febrero de 2023


Día 2: Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995) o como de una novela pedorra se puede hacer una película inolvidable. Por el talento, claro, de Clint Eastwood, como director primero y prototipo de galán inoxidable después (ojo, actuar, actúa cualquiera, hacer soñar, algunos, los muy pocos) y el compromiso irrenunciable de Meryl Streep. Eso sí, yo hubiera preferido que su Francesca como la querida y aguerrida Nora Helmer de Casa de muñecas de Ibsen pegara el portazo liberador de esposo e hijos y se fuera a seguir un destino menos sacrificado y opaco. Pero como me dijo un profesor de la facultad, se analiza lo que hay en una historia y si usted se pone a especular sobre lo que los personajes pudieron haber hecho, o es usted muy ingenuo o el autor logró su cometido con creces. Ingenuo no soy, así que gracias Clint.


Viernes 3 de febrero de 2023


Día 3: Y vivieron felices (More than a miracle, para el mercado anglosajón, Céra una volta en el original) (Francesco Rosi, 1967). Un cuento de hadas, o más bien de santos, porque aquí el deux-ex-machina es un santo. Se invierten los roles de La princesa que quería vivir. Isabella Candeloro (Sophia Loren, bella, bella) es una campesina y Rodrigo Fernández (Omar Sharif en el pináculo de su galanura) es el príncipe a ganar. Para desafiar a su madre (Dolores del Río, bella como pocas en su madurez) Rodrigo organiza un concurso para fregonas, seguro de que Isabella ganará. Pero por la traición de clase del cocinero, que es apenas un campesino encumbrado (Georges Wilson) que por tratar con los nobles se cree de alcurnia, una princesa hará trampa y dejará a Isabella fuera de carrera. Moraleja social: no es que los ricos no roban, más bien todo lo contrario, porque no hay fortuna bien habida. Y al que lo olvida, no hay santo que le haga el milagro.

Gustavo Monteros