viernes, 26 de abril de 2024

Querido diario - Hoy: Wil y Sisu



 

Al principio de Wil (Tim Mielants, 2013), una voz en off, la de Wil sin duda, nos dice que costó sobrevivir como policías en Amberes durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra. Entonces todo comienza.

 

Wilfried, el Wil del título (Stef Aerts) y Lode (Matteo Simoni) son dos policías primerizos que les toca como primera misión acompañar a un soldado alemán a “conseguir que una familia judía acepte ir a trabajar a una fábrica”. Es de noche, hay una intensa tormenta y el soldado debería estar acompañado, según protocolo, de otro soldado.

 

Pero el soldado alemán no va a eso que dice, sino a extorsionar y hacerse de un buen dinero. El soldadito en cuestión es feroz y lleno de anfetaminas. Como en la casa no hay dinero, sacan a la familia (padre, hija y nieta pequeña) a buscar dinero que tienen en otro lugar.

 

En la calle, el soldado se extralimita en los golpes hacia la hija que intentó huir, Lode interviene y pone su cuerpo para evitar que siga golpeando a la mujer, el soldado pierde el poco control que le quedaba y muele a Lode a golpes. Wil defiende a Lode y un poco por accidente, más que intencionalmente, mata al soldado.

 

Lo meten en una alcantarilla cercana. Wil y Lode se juran no contarle nada a nadie. Pero como llegan a sus casas sucios de barro y desencajados les cuentan a sus respectivas familias.

 

El padre de Wil es empleado municipal y tiene conexiones con el jefe de un movimiento antisemita colaboracionista de los nazis. Will y su padre le indican a este sujeto la alcantarilla donde Lode y Wil dejaron el cadáver del alemán, pero al abrirla comprueban que está vacía. El antisemita dice que Wil le pagará con favores su silencio.

 

Al soldado lo sacaron y lo tiraron en un muelle la resistencia, en la que está comprometida la familia de Lode. Hay un jerarca nazi que anda husmeando, el jefe de los policías, aunque vio que Lode y Wil se iban con el soldado niega que este se haya acercado al cuartel.

 

Yvette (Annelore Crollet) hermana de Lode y partisana fanática entra en amoríos con Wil. El jerarca nazi que sospecha que Wil y Lode tuvieron algo que ver con la desaparición del soldado los lleva para que vean el fusilamiento de 10 socialistas como compensación por la muerte, no confirmada todavía, aunque supuesta del soldado alemán.

 

El líder antisemita le pide a Wil que cuide una casa que le quitó a unos judíos y la use como atelier, porque Wil es un pintor de talento. Wil oculta en la casa a la familia judía atormentada por el soldado muerto.

 

Más tarde Lode y Wil consiguen unos documentos falsos y ponen a la familia judía en un tren a Bruselas. Wil toma unos tragos con los antisemitas y se entera de una redada a los judíos que tendrá lugar pronto. Más tarde, Yvette y Wil husmean los documentos que tiene en la casa el líder antisemita, aprovechando que este está en un bar atiborrándose de alcohol. Mientras están hurgando los papeles, aparece el líder antisemita acompañado de una rubia, a la que en el bar le había prometido una propiedad que es de los judíos.

 

Yvette y Wil logran huir sin ser vistos y recalan en un antro en el que la tía de Wil festeja su amor hacia ¡el jerarca nazi! Wil en un principio se niega a beber con los nazis, hasta que comprueba que no le queda otra y se emborracha. En el estupor alcohólico se pelea con un nazi al que amenaza matar y tirar en el muelle para que le haga compañía al soldado perdido.

 

El jerarca nazi espera a que se le pase la borrachera y al día siguiente hace que recojan a Wil de su casa. Le muestra que está torturando con una sucesión de agua hirviendo y agua helada al jefe de policías. Le muestra también que tienen prisionero al líder de la resistencia, que fue el que hizo los documentos falsos para que la familia judía huyera a Bruselas, y que también develó la identidad secreta de todos ellos en la organización subversiva.

 

El jerarca nazi le dice a Wil que lo protegerá, junto a su familia, a Yvette y a Lode a cambio de que ahora en más trabaje para él y le pase información falsa a la resistencia. Wil sale del lugar de torturas y va a ver a Yvette y a Lode a quienes les cuenta que los nazis saben todo y que deberá obedecer para sobrevivir.

 

Yvette se niega y le exige a Wil que le dé el nombre del barrio en el que harán la redada antijudía. Wil se lo da, pero la redada tendrá lugar en otro lado. Wil y Lode son obligados por sus compañeros a participar activamente en la redada y deshumanizarse como todos los demás.

 

Yvette los ve a la distancia y echa a correr. Wil la sigue hasta unas vías. Un tren se aproxima a alta velocidad e Yvette a propósito se deja arrollar. Fin. Wil y Lode sobrevivieron.


Al principio pareció que estábamos frente a un registro dramático social del nazismo, pero a poco de andar nos dimos cuenta de que transitábamos el viejo y querido melodrama, radicalizado con sangre, vómitos, perversiones varias, porque el nazismo no fue precisamente un presente de cuento de hadas.

 

Sisu es una película finlandesa escrita y dirigida por Jalmari Helander.

 

Antes de empezar nos aclaran “Sisu es una palabra finlandesa que no puede traducirse. Significa una forma de valentía y determinación inimaginables. Sisu se manifiesta cuando se ha perdido toda esperanza.”

 

Después aparece la leyenda Finlandia, 1944. En un campo agreste, un hombre tamiza arena en un arroyo y descubre unas pepitas de oro, lo acompañan su caballo y un perro chico mezcla de caniche y sabrá Dios qué. Se nos aparece otra leyenda que dice: Capítulo 1 – El oro (habrá otros que se titularán: Los nazis, Campo minado, La leyenda, Tierra quemada, Mátalos a todos y Capítulo final.

 

Para no entrar en mayores detalles, que aquí en realidad son los que cuentan, digamos que hay un minero buscador de oro, que se cruza con unos nazis que son de lo peor, que quieren matarlo y quedarse con su oro, aunque mejor ni lo intentaran, porque el hombre es un excomando finlandés, más letal que la estricnina y con mucho sisu.

 

La película es la vieja y querida mezcla de géneros que aquí funciona de lo más bien. Es tanto un comic, un spaghetti western, una de terror, un policial negro, una de guerra, una de aventuras y así. Hay una fuerte voluntad narrativa de ilustrar el famoso sisu y los géneros utilizados se amalgaman bien. Es gore, hay despanzurramientos, desmembramientos, explosiones muy gráficas, pero uno ni pestañea, porque el cuento está bien contado y los nazis merecen lo que les pasa y si me apuran por momentos el protagonista se queda corto. Convengamos que después de Sam Peckinpah y alrededores, los enemigos se deshumanizaron de tan malos y no está mal que se los elimine sin piedad con lo que se tenga a mano. Hasta entonces, los enemigos alcanzaban cierta identidad y merecían algo de respeto y consideración. Pero desde que, al empezar una película, alguna monstruosidad los describe, pierden toda humanidad y adelante que vale todo.

 

No es que tenga un ataque moral, solo describo lo que veo y lo clasifico según mi buen (o mal) entender. Aquí la situación base es que un puñado de nazis quiere hacer desaparecer de la peor manera imaginable al protagonista, que este queda habilitado para devolverles el favor y como imaginación es lo que le sobra, las instancias son seductoras y apagan nuestra estimulada sed de sangre.

 

Jorma Tommila es el protagonista y por esta película ya es una estrella internacional. Logro ganado en buena ley. Entre los nazis hay algunas caras conocidas por películas suecas, dinamarquesas, noruegas, y aledañas: Aksel Hennie, Jack Doolan, Onni Tommila. Mimosa Willamo encabeza el sexteto femenino, unas prisioneras que llevan los nazis y a las que someten sexualmente cuando se les antoja. Las chicas tendrán la posibilidad de desquitarse. A Aino (la citada Mimosa Willamo) no le falta carácter y es de armas tomar.

 

Una película ideal para un domingo a la tarde en la que uno ande de humor negro y con poca y nada de esperanza para la redención de los congéneres.

Wil y Sisu podrían haber pertenecido a mi sección de Programa doble. Ambas transcurren en la Segunda Guerra Mundial, que más que un telón de fondo, ofrece sustento a las historias. Otros ámbitos y tiempos las habrían dificultado.

Gustavo Monteros


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