El mundo de los escritores es terreno
fértil para el cine. Pueden escenificarse las historias que habitan sus cabezas
y los guionistas pueden cometer el primer pecado capital del oficio sin ser
excomulgados: un narrador omnisciente en off. Palabras robadas no es un film comercial de un gran estudio ni
tampoco es una audaz película independiente, es un poco de ambas cosas. Como la
leona de los dos mundos disfruta de las virtudes de ambos lados de la frontera
pero comparte también los defectos de ambas formas de encarar la producción
cinematográfica.
El comienzo es promisorio. El viejo y
querido juego de las cajas chinas. Un escritor, Clay Hammond (Dennis Quaid),
lee ante un nutrido auditorio las dos primeras partes de su nueva novela, en la
que otro escritor, Rory Jansen (Bradley Cooper), aunque casado con Zoe Saldana
que es como haberse ganado el Pulitzer de la vida, está a punto de reconocer
que es apenas un escritor del montón y no el iluminado que querría ser, pero no
va que en el momento en que la desesperación es más profunda, halla en un viejo
portafolios comprado convenientemente en París durante la luna de miel el
manuscrito de una novela genial de otro escritor, Ben Barnes. Rory pasa el
manuscrito a su computadora más que nada para ver qué se siente al tipear una
genialidad desconocida, pero hete aquí que la esposa, la buena (en todo
sentido) de Zoe Saldana cree que es de él y lo impulsa a darla a conocer.
Eventualmente se la publican y es celebrado como la nueva figura de las letras.
Mientras tanto el tiempo había convertido a Ben Barnes nada más ni nada menos
que en Jeremy Irons (y después dicen que el tiempo es cruel). Y como Rory ni el
título le había cambiado, Jeremy la vio anunciada en una vidriera, la leyó y
reconoció su perdido manuscrito. Jeremy persigue a Rory y se presenta como el
verdadero autor de la obra maestra, entonces…
Entonces conviene levantarse de la
butaca, salir del cine e imaginar un final propio porque a la película le
agarra el síntoma de “Amor significa nunca tener que decir lo siento” o sea de
martillarnos con una frase altisonante y tonta, que se supone expresa una
sabiduría indiscutible. Además de otro ataque de somos descendientes de los que
bajamos del Mayflower, puritanos hasta la médula y no podemos hacer nada que no
conlleve una moraleja edificante. Más el típico ataque de toda producción
comercial de subrayemos todo con violines, que con suerte nos queda elegante,
aunque en realidad siempre les queda cursi.
El director Michael Bay sorprendió
esta semana al mundillo hollywoodense pidiendo disculpas por el tercer acto de Armageddon (más de uno sugirió que
pidiera disculpas por toda su carrera). Yo creo que los directores/guionistas
de Palabras robadas, Brian Klugman y Lee
Sternthal deberían imitarlo y pedir clemencias por lo malo que es su tercer
acto. Bradley Cooper, como la película, está bien al principio y hace agua al
final. Y sólo el inmenso talento y la veterana hidalguía del gran Jeremy Irons
le permiten sobrellevar y volver tolerable la última escena en la que le toca
estar. Dennis Quaid sigue tan intenso como siempre, a esta altura parece el
hijo ilegítimo de Alfredo Alcón con María Leal. Zoe Saldana exuda una
sensualidad que está más allá de las palabras, robadas o no. A Ben Barnes, como
ya dijimos, le hacen el halago de convertirlo en Jeremy Irons, tiene toda una
carrera por delante para demostrar si se lo merece. Olivia Wilde hace como de
interés romántico de Dennis Quaid, y digamos que actúa bien porque su personaje
a la larga es incomprensible, más una herramienta del guión para cerrar la
historia que otra cosa. J.K. Simmons hace otro padre que todos querríamos tener
y Zeljko Ivanek hace de otro hijo de puta que todos querríamos perder.
En resumen, una hora inicial bastante
buena y una media hora final tan cursi y mala que en comparación los telefilmes
que presenta Virginia Lago son de una elegancia y sobriedad neoclásica.
Una abrazo, Gustavo Monteros
(Sigan
jugándole al dos, porque esta semana tenemos dos estrenos con dos
directores-guionistas cada una y de paso, por qué no, al tres, porque el tercer
estreno en nuestros cines es Iron man 3…)
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