Tengo una amiga con la que una vez por milenio vamos al cine, cuando coincidimos, soportamos las 7.432 colas que dan antes de la película elegida calificándolas. Hacemos como que las agendamos cuando nos interesan, les damos un “paso” cuando se trata de géneros de los que nos somos adeptos, les concedemos un “quizá” cuando les descubrimos algo que podría llegar a interesarnos y les propinamos un pulgar para abajo cuando las adivinamos tan malas que no las veríamos ni aunque nos pagaran nuestro peso en oro (bueno, no exageremos, si me dieran mi peso en oro vería Los bañeros más locos del mundo y sus 75 secuelas sin pestañar y de los más contento…) Bueno, a lo que voy es que los invito a que hagan como nosotros, aprieten play y decidan si alguna de estas propuestas les interesa.
Arrancamos con uno de los estrenos yanquis. 21 la gran fiesta. Obviamente se trata de la típica comedia adolescente de entregarse a excesos cuando se debe estar descansando para enfrentar una responsabilidad inminente. Habrá chistes más bien gruesos, alguna incorrección política, alguna que otra humorada lograda. Dirigieron Jon Lucas y Scott Moore, guionistas de ¿Qué pasó ayer? y sus continuaciones, o sea que siguen entregando leche de la misma vaca.
Jugando por amor de Gabriele Muccino (Siete almas, En busca de la felicidad) es la habitual comedia sobre las segundas oportunidades. Un tarambana debe optar entre hacer lo correcto (aquí, recuperar el amor de su ex y aprender a ser un buen padre) o seguir con livin’ la vida loca. Hay unas cuantas estrellas: Gerard Butler, Jessica Biel, Dennis Quaid, Uma Thurman y Catherine Zeta-Jones. Hum… Una más y van…
Lazos perversos del surcoreano Chan-wook Park viene de thriller. Una variación del zorro en el gallinero. Un tío misterioso (Matthew Goode) irrumpe en el inestable hogar de la viudita (Nicole Kidman) y su rarita (todo un eufemismo) hija (Mia Wasikowska). Anda por ahí también la fabulosa Jacki Weaver. La puesta en escena promete estilización y elegancia y si tuviera tiempo ésta sería una de las que vería. Más que nada por Nicole Kidman, que es como la versión femenina de Michael Caine, por aquello de que sin importa el género o el resultado del film, siempre da un buen espectáculo y devuelve la plata de la entrada.
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