En las vacaciones de invierno, los cines se llenan de niños,
padres y adolescentes con baldes de pochoclo y gaseosas para alimentar las eras
de hielo cuaternarias, los terceros madagascares, las valientes pelirrojas
pixar-disneylandianas, los sorprendentes (?) hombres arañas y los murciélagos
ensombrecidos de masacres. Sin embargo los distribuidores no descuidan a los
minoritarios adultos cinéfilos y nos sorprenden con una película croata de
2010.
Me divierte la idea de ver una película sobre la que no sé nada,
firmada por un director del que me acabo de anoticiar. Tanto me divierte la
idea que se me cruza verla y no contarles nada para que ustedes pasen por la
misma experiencia. Aunque, claro, si hiciera esto, ¿para qué corno tendría este
blog? De modo que me pongo a averiguar de qué viene la peli. Primero miro el
tráiler y veo que anda por los andurriales de la infidelidad, tema sabroso y
eterno. Descubro también que ganó un premio en el festival de Karlovy Vary. El
original se titula Neka ostane medju nama,
que sabrá Dios cómo se traduce; en inglés se la llamó Just between us (Entre
nosotros) y en español: Todo queda en
familia. A uno de los protagonistas, Miki Manojlovic, lo hemos visto en
varias películas de Kustirica y en otros tantos films franceses. Leo por ahí
que el director Rajko Grlic dijo: "nuestra vida está muy determinada por
nuestros empleadores, familia, iglesia, estado, medios de comunicación y
dinero. Parece que lo único que resta susceptible de cambio es la persona con
quien compartir nuestra cama. Hoy en día, los adúlteros reemplazan a los
bandidos de ayer -los revolucionarios, los rebeldes y los visionarios-. Según
los sociólogos, la emoción de la rebelión, el dulzor de romper las reglas y el
peligro de cruzar hacia lo desconocido han quedado reducidos a una aventura
llamada adulterio". Interesante idea rectora.
Hace transcurrir la acción en Zagreb, capital y ciudad más
grande de Croacia, a la que equipara con cualquier otra metrópolis europea, por
momentos parece París, en otros Lisboa. La trama, una vez completa, se asemeja
a una mezcla de Almodóvar con un culebrón brasilero-colombiano, aunque la
musicalización me devolvía a las telenovelas argentinas de los setentas y
ochentas, subrayadas también por Satie y reconfortantes melodías. El tono es
agridulce y las actuaciones, impecables.
Al principio la odié y de a poco me fue seduciendo. Se exhibe
en horarios difíciles, pero vale la pena acercarse, aunque más no sea para visitar
una cinematografía que frecuentamos muy poco.
Un abrazo, Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.