Hay gente que tiene mucha suerte en
la vida y puede vender el pan de anteayer convenciendo a todos de que está
recién horneado. El novelista estadounidense Nicholas Sparks es uno de los más
mediocres (y son benévolo) que hayan existido. Sus historias ya eran vetustas
la primera vez que se usaron, sus personajes tienen psicología cero, los
conflictos que maneja ofenden la etimología del término. Sin embargo, sus
libros se venden mejor que el pan fresco y prácticamente todos fueron llevados
al cine con parejo éxito: Cuando te
encuentre, La última canción, Querido John, Noches de tormenta, Diario de una
pasión, Un amor para recordar, Mensaje de amor. El hombre es muy celebrado,
ni que fuera Shakespeare (qué se le va a hacer, el éxito glorifica) y tiene ganados
más millones de dólares que pulgas el perro callejero (si la envidia fuera
tiña, y verde, yo ya sería el increíble Hulk). ¿Será que el hambre de historias
de amor jamás se sacia? La cruelmente vilipendiada Corín Tellado al lado de
este ladrón de gallinas es Virginia Woolf.
En el inicio de esta historia (de
alguna manera hay que llamarla), una joven tirando a bonita (Julianne Hough) comete
un acto de sangre (contra quien lo perpetra y lo que esta persona hace a
continuación no cierra ni ahí, pero ¿a quién le importa?) y huye. Se sube a un
ómnibus que va a Atlanta, pero se baja antes en una población costera (Sparks
adora las poblaciones costeras, son tan evocadoras y fotogénicas), conoce a un
viudo doliente pero querendón (Josh Duhamel), con dos hijitos encantadores, un
nene y una nena, porque a Sparks las familias típicas y lo convencional le
tiran. ¿Se enamorarán? Mejor no hago preguntas idiotas. Le aparece a la chica, en
la miserable y sin embargo adorable cabaña que alquila, una mujer que querrá
ser su amiga y que a la postre dará una vuelta de argumento que sería
ligerísimamente interesante si la intriga no estuviera tan mal construida. El
oscuro pasado de la chica no tardará en acecharla. ¿Cuándo? ¡El cuatro de
julio! Porque Sparks es más patriotero que el tío Sam. Entonces…
Dirigió, es un decir, el sueco Lasse
Hallström (El año del arco irís, ¿A quién
ama Gibert Grapes?, El poder del amor, Las reglas de la vida, Chocolate, Atando
cabos, Siempre a tu lado, Un amor imposible) que ya le llevara al cine al ¿novelista?
Sparks, su Querido John.
Los actores hacen como que actúan, lo
cual prácticamente en titánico teniendo en cuenta lo insustanciales que son los
personajes.
El trámite dura ¡115 minutos! (15
minutos sobraban para contar el inexistente argumento). Un lugar donde refugiarse busca el espectador después de haber
pagado una entrada para ver esta cosa.
En fin, sólo para románticos y
románticas incurables, muy incurables. Entonces por qué la vi, se preguntarán
ustedes, si Nicholas Sparks me da más escozor que la hemorroide propia y la
halitosis ajena. Porque no lo puedo evitar, ¡tengo más alma de bolero que
telenovelera adicta! Amor, amoooor, nació
de mí, nació de ti, de la esperanzaaa…
Un abrazo, Gustavo Monteros
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