viernes, 9 de noviembre de 2012

Bel ami - Cosmópolis



Esta crónica bien podría titularse Robert Pattison x 2. El muchacho es el protagonista de la saga de Crepúsculo, fenómeno del que por distintas razones permanecí al margen. Por esas cosas de la vida (y de la distribución cinematográfica) aparece esta semana, no en uno sino en dos de los estrenos. No diré que me disgustó conocerlo (supuestamente lo había visto en Harry Potter y el cáliz de fuego, pero no lo recuerdo) aunque no creo que me convierta en su fan.
 


Arranqué con Bel Ami. En la primera escena aparece mal dormido, mal comido y sexualmente mal atendido y uno dice: Pobre, se le nota en la cara. En la segunda escena ya se supone que ha comido, dormido, etcétera y la cara sigue igual, entonces uno dice: Pobre, se ve que es así. Puede que para vampiro su cara fuera ideal, sin embargo para el drama sutil o el drama a secas, la cara mucho no lo ayuda. No es un negado, parece entender el trabajo “técnico” del actor, llora cuando hay que llorar, sonríe a tiempo, maneja algún que otro subtexto, pero no sabe darle “organicidad” a su actuación, como si entendiera escena por escena pero no al personaje. Y falla en el aspecto clave de su papel: no tiene ni idea de lo qué es “seducir”. Las mujeres caen rendidas a sus pies más por imperativo del guión que por algún indicio que él les brinde.
 


Bel ami se basa en la novela homónima de Guy de Maupassant que retrata el ascenso de un pobre diablo por su donosura, manipulando el deseo de influyentes mujeres, claro, y hay mucho amor, traiciones varias, resentimientos ineludibles más una subtrama política de engaño y corrupción. Siempre habrá adaptaciones de cuentos y novelas de Maupassant, ya que sus tramas son ricas y pletóricas de personajes atrapantes que se prestan idealmente al registro cinematográfico. Pero esta adaptación con un guión poco feliz de Rachel Benette y una dirección tan sutil como una alisadora de caminos de la dupla Declan Donnellan - Nick Ormerod (fundadores y mentores de la compañía teatral inglesa Cheek by Jowl) figurará entre las peores. No tiene textura, detalles, profundidad. Los rubros técnicos desperdician talento y belleza, una pena, uno les desea un mejor guión y dirección. Tanto la dirección de arte, el vestuario y la música son lisa y llanamente bellísimos. Las damas son un capítulo aparte. Son nada más ni nada menos que Uma Thurman, Kristin Scott Thomas y Christina Ricci. Hacen el habitual, y esperable en ellas, derroche de talento, aunque terminan por naufragar. A la Ricci le va un poco mejor, a la Thurman le va peor y a la Scott Thomas le va más o menos porque su personaje da un vuelco no muy justificado por el guión que ella lleva a cabo con fe y gracia. De todos modos verlas es siempre un placer.
 


En resumen, si tiene que perder un par de horas, llueve a cántaros o hace un calor abochornante, está frente al cine y justo está por empezar, puede verse. No acariciará el alma pero tampoco da dolor de muelas.
 


Sigo con Cosmópolis de David Cronenberg. Aclaración necesaria: me gusta el cine (obvio) y el cine de Cronenberg me gusta… a veces. Una historia violenta (2005) es una de mis películas favoritas, recuerdo con agrado Pacto de amor (1988) y Promesas del Este (2007), mientras que a otras, que prefiero olvidar, las padecí. En mi ranking personal Cosmópolis está más cerca de las últimas que de las primeras. Quizá soy injusto, quizá sólo llega en un momento en que no puedo apreciar sus valores. Se centra en un viaje en limusina de un joven multimillonario, un rey de las finanzas, que debe atravesar la ciudad para cortarse el pelo. Hay algo así como una odisea, la ciudad es un caos porque la visita el presidente de la nación y se lleva también a cabo el funeral de un rapero muy popular. La acción transcurre casi todo el tiempo en la limusina, a ella se suben distintos personajes que guardan estrecha o ninguna relación con el millonario. El diálogo oscila entre la solemnidad, la altisonancia y la amenaza velada y un poco absurda típica de las primeras obras de Pinter. Debo confesar que a la hora me harté y me fui. Vi la participación siempre luminosa de dos actrices que amo: Juliette Binoche y Samantha Morton. Me perdí la actuación de dos actores que admiro: Mathieu Amalric y Paul Giamatti. En algún otro momento la veré completa o quizá no. No puedo decir que es un bodrio porque es evidente que el film tiene sus valores. Afirmaré en cambio que no es para mí o no es al menos lo que me interesa ver en este momento. Por ahí me estoy poniendo viejo y ya no soporto la pretenciosidad que se finge genial o profética. O mi formación, mi experiencia me llevan a rechazar los extremos, no me gusta el cine pochoclero anodino ni tampoco el intelectualismo que aburre para ser profundo. Insisto, otros quizá disfruten de esta adaptación de una novela de Don DeLillo que a mí no me da tampoco ganas de leer. Pero no me lleven el apunte, véanla, quizá descubran que soy un tonto de capirote digno de lástima o desprecio.
 


Ah, a Robert Pattison, por lo que pude ver, le va mejor que en Bel ami. El personaje y el llevar anteojos negros le sienta bien a su registro actoral y a su cara extraña y un poco desangelada.
 

Un abrazo, Gustavo Monteros

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