Y como todo llega a su fin, concluyo con esta jornada mi
primer festival Festival LGBTQ+.
Comienzo con Blue
Jean (Georgia Oakley, 2022). Estamos en Newcastle en 1988. Jean (Rosy
McEwen) lleva una vida partida. De día es profesora de Educación Física en una
escuela secundaria, de noche vive plenamente el romance con su novia Vivi
(Kerrie Hayes) en pubs, discotecas o en el refugio para lesbianas pobres que
ayuda a mantener. O sea que sus días transcurren entre el closet y la zona de
confort. Pero no son tiempos para medias tintas. El Thatcherismo rige desatado
y logró instituir el Artículo 28 que prohíbe la representación positiva de la
homosexualidad en escuelas, clubes y sedes municipales. Y ya se sabe, el
oscurantismo no admite tibiezas. Y menos si se trabaja con adolescentes que intentan
la definición de sus identidades sexuales, ante los cuales no hay que postularse
necesariamente como un modelo a seguir, pero si ser sinceros y consecuentes con
las elecciones de vida adoptadas. Jean despierta nuestra adhesión y simpatía
porque no hace nada heroico: desanda caminos tomados, mete la pata y aprende a
recomponerse. Se trata de una película elocuente y astuta, que en vez de
predicarnos, nos invita a cuestionar y cuestionarnos. Está actuada como los
dioses y merece todos y cada uno de los premios que lleva ganados.
Continúo con Desobediencia
(Sebastián Lelio, 2017). Esti (Rachel McAdams) aprehende en sus huesos que al
nacer se pierde todo sentido de libertad. Uno, como ella, puede nacer en un
ambiente cerrado a cualquier posibilidad que no sea la que promueven
estrictamente, por identidad, por filosofía, por convicción religiosa. Sus
raíces se asientan en la comunidad judía ortodoxa. Al haberse apartado su
objeto de amor y deseo, Ronit (Rachel Weisz), Esti negó su sexualidad y se casó con el amigo de
ambas, Dovid (Alessandro Nivola), un hombre que no perdió su bondad y
comprensión por más que esté inscripto en la severa tradición. O quizás tan
solo ama a Esti con todo su ser. Pero Ronit regresa porque ha muerto su padre,
un gran rabino, respetado hasta la veneración y deja vacante un puesto para el
que Dovid es requerido por todos. Ronit es una fotógrafa de prestigio que ahora
vive su vida sin restricciones de ningún tipo. Y Esti no pretende replantearse
nada, pero la mera presencia de Ronit despierta lo ineludible. Disobedience significó para el chileno
Sebastián Lelio (Gloria, Una mujer
fantástica) la primera incursión en el cine de habla inglesa y fue una
experiencia de la que no solo salió ileso sino justamente laureado. Y los
brillantes Weisz, McAdams y Nivola engrosaron su estimable currículo gracias a
esta película con actuaciones de las que siempre se sentirán orgullosos.
Y termino con The
World to Come / Deseo prohibido (Mona
Fastvold, 2020). Estamos en 1856 en Shoharie County. Abigail (Katherine
Waterson) y Dyer (Casey Affleck) son dos granjeros que intentan reponerse de la
pérdida de su pequeña hija. Y no ayuda a superar la tristeza que la tierra no
sea pródiga y las condiciones climáticas inclementes. Una pareja sin hijos,
Tallie (Vanessa Kirby) y Finney (Christopher Abbott) se muda a las vecindades y
palia levemente el aislamiento. Pero una pasión irrevocable surge entre Tallie
y Abigail. Y si los amores son difíciles de ocultar en una metrópolis, en tierras
tan inhóspitas y deshabitadas se vuelven tan visibles como el sol. Dyer,
sensibilizado tal vez por la pérdida sufrida, tiende a ser generoso. Finney, en
cambio, es cruel y mezquino y ya la anécdota del perro que cuenta lo presenta
como temible a la hora de la frustración. Esta película puede verse en Amazon
Prime Video y ganó el Queer Lion de la edición 2020 del Festival de Venecia.
Y así damos por finalizado el Primer Festival LGBTQ+. No
hay premiación porque es una muestra de divulgación no competitiva. De no
mediar imprevistos, volverá. Muchas gracias.
Gustavo Monteros
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