En
la mente del asesino más que un thriller parece un drama
hospitalario, muchos de los personajes están más cerca de la eutanasia que de
planificar sus eventuales bodas de plata. Bueno, no en vano en el original se
llama Solace (Consuelo) y se abre con la definición de dicha palabra en el
diccionario.
El agente Joe Merriweather
(Jeffrey Dean Morgan) y la agente Katherine Cowles (Abbie Cornish) persiguen un
asesino serial y requieren la ayuda de un vidente, John Clancy (Anthony
Hopkins) muy científico él, muy lejos del vividor embustero típico, apartado
por el duelo de la pérdida de su hija de la asesoría técnica a las
investigaciones criminales. Pero como Joe es un buen amigo y muy insistente y
persuasivo, acepta volver al ruedo.
El hecho de que sea vidente
le permite al director brasileño Alfonso Poyart jugar con expresivos flashes
que bien pueden ser recuerdos del pasado, del futuro o meras metáforas
oníricas.
Y recién en la última media
hora, cuando ya creíamos que nos habían engañado y que se habían olvidado de
quitarlo de los afiches y los títulos, aparece Colin Farrell.
La verdad sea dicha, el gran
Anthony Hopkins ya hace rato que no hace otra cosa que pasear frente a cámara,
lucir cansado o intenso, y entrar al homebanking a ver si le capitalizaron el
cheque por su última película. Aquí, si bien hasta la produjo, eso se nota
mucho, hay un par de escenas en que se supone debe emocionarnos, pero como no
produjo ningún tipo de relación o empatía con el personaje en problemas, su
destino nos importa menos que a él. Si bien es galés, se formó en la escuela
inglesa, que prioriza las relaciones en la actuación. Por lo tanto no ignora
que actuar es no solo corporizar personajes sino también relacionarlos
con los demás. En la famosa escena de Lo
que queda del día, si Emma Thompson se hubiera puesto a lucir bonita y
pensar en la receta de los buñuelos jamás hubieran entrado a la historia del
cine, por más que Hopkins hiciera gala de un genial histrionismo. Y su volvedor
Hannibal Lecter se hizo indeleble gracias a su talento, sí, pero también a
Jodie Foster. Jamás habría sido lo que es, sin la fascinación por el mal de
Jodie. Así que Anthony, todo bien si no querés armar personajes, pero de las
reacciones básicas de simpatía, antipatía, cariño, desprecio, interés, etc.
hacia los otros personajes no te olvides porque si no nos estás estafando.
No es una mala película,
tampoco es buena, está en esa odiosa medianía. No aburre, pero tampoco atrapa.
Bah, para verla en el cable o el streaming da, para pagar una entrada, no.
Gustavo Monteros
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