Las
vacaciones de invierno no son solamente un privilegio de chicos y adolescentes.
Hay también adultos que atender (adultos que de niños tienen apenas las ganas y
el corazón), de allí que la oferta cinematográfica se amplíe y ofrezca un par
de películas… ¡europeas! Ambas son de 2012 (para el cine yanqui, un film
industrial típico de 2012 es como del pleistoceno, porque se supone que ya fue
estrenado, pirateado, editado en DVD y lanzado a agonizar al cable) y dirigidas
por mujeres, lo que presupone una sensibilidad mayor a la de Schwarzenegger.
Arranquemos
con Todo lo que necesitas es amor (Den skaldede frisør) de la dinamarquesa
Susanne Bier, de quien conociéramos Hermanos
(2004), Después del casamiento (2006)
y En un mundo mejor (2010).
Ida
(la maravillosa Trine Dyrholm) dice por ahí que no viene de su mejor momento,
lo cual es el eufemismo del año. La pobre sale de su última sesión de
quimioterapia para descubrir a su marido acostándose en el sofá de su living
con la joven y ligera de cascos asistente de contaduría. Por suerte debe ir al
sur de Italia para el casamiento de su hija, pero no va y choca en el
estacionamiento del aeropuerto el auto de su futuro consuegro, Philip (Pierce
Brosnan) un viudo-erizo que todavía culpa al mundo por la muerte de su esposa.
Sorrento
(mamma mia, quanta bellezza!) será como el bosque en las comedias de
Shakespeare, un lugar donde las convenciones caerán y las relaciones se
enredarán para que las verdades se escondan menos. Habrá revelaciones, giros y
unos cuantos cambios. Y también como en una comedia de Shakespeare, el castigo
a alguien parecerá excesivo para nuestra moral católica, sin
embargo no por ello nos regocijaremos menos.
La
comedia romántica es como la telenovela, uno sabe que los protagonistas están
condenados a amarse y a no ser que se trate de algo muy moderno, a terminar
juntos. Aunque al revés de lo que ocurre en nuestra burocrática vida, en la
comedia romántica el trámite importa más que el desenlace. Y aquí el trámite es
cálido y atractivo y no porque los personajes se recorten en verano desde
terrazas contra la Bahía de Nápoles. Susanne Bier no aspira a la originalidad,
pero sabe cómo vestir de nuevo lo que es más viejo que el tiempo. Sabe también
que personajes con aristas interpretados por actores angelados son más
agradecidos que hambre saciada.
Trine
Dyrholm, vista en La celebración
(Thomas Vintenberg, 1998) y En un mundo
mejor, es un prodigio de expresividad, luminosidad y encanto. Y sus ojazos
como de animé son locuaces y elocuentes. Pierce Brosnan es un gran actor,
siempre lo fue, aunque en un principio nos conformáramos con considerarlo
fotogénico y simpático. Si alguna duda queda de su riguroso talento, vean en
detalle lo que hace aquí. Está sencillamente impecable, ni una coma en falso. Y
si ya lo querían de antes, le renovarán en este largometraje una fidelidad
inexpugnable. Los demás están a la altura de los protagonistas, lo que no es
poco.
En resumen, má sí, para que voy a andar con vueltas, me gustó, la disfruté.
Un abrazo, Gustavo Monteros
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