Se me hace
que la primera vez que la vi fue en La máquina de hacer millones (Hot
Millions, Eric Till, 1968), porque la daban mucho por la tele de cinco
canales y porque por entonces no me perdía película en la que estuviera Peter
Ustinov.
La vi
también en El jarro de miel (The Honey Pot, Joseph L. Mankiewicz,
1967) porque tampoco me perdía películas con Rex Harrison.
Y la vi,
claro, en El soñador rebelde (Young Cassidy, que comenzó a
dirigir John Ford y que la dejó porque se enfermó o se hartó y la terminó Jack Cardiff,
1965 y que se supone es sobre la vida del autor Sean O’ Casey, aunque Rod
Taylor que lo corporiza no se le parece en nada.
Y recuerdo
haberla visto también por aquella época en otra que daban mucho en la tele, Hotel
Internacional (The V.I.Ps, Anthony Asquith, 1963) en la que era la
secretaria enamorada de su jefe, Rod Taylor otra vez. Este hotel tenía un
montón de estrellas, por eso insistían en darla: la pareja más renombrada de
esos años, o sea la de Liz Taylor y Richard Burton, aunque andaban también por
ahí, Louis Jourdan, Margaret Rutherford, Orson Welles y Elsa Martinelli.
Y sin duda
no la vi en Esclava y seductora (The Pumpkin Eater, Jack Clayton,
1964) que protagonizaban Ann Bancroft y Peter Finch y James Mason), es más, a
esta película la vi finalmente durante la cuarentena covideña), ni vi su
Desdémona para el Otelo de Laurence Olivier (1965) (película que siempre
vi por partes porque invariablemente siempre encuentro algo más interesante que
hacer), ni la vi en ¡Oh, qué guerra tan bonita! (Oh! What a Lovely War, Richard Attenborough, 1969) que
terminé por ver, o más bien dormitar, en el auge del videoclub.
Y aunque
estuve al tanto de su fama, no vi en ese momento The Prime of Miss Jean
Brodie (por aquí Primavera de una solterona, Ronald Neame, 1969), no
me acuerdo porque elegir no verla, pero fue mejor al final. Cuando estaba en la
facultad, o sea en algún momento entre 1976 y 1981, me crucé con la novela en la
mesa de saldos de la librería Rodríguez de Buenos Aires donde íbamos a comprar
libros en inglés. La compré porque Maggie estaba en la tapa y porque era un
librito breve como un catecismo. La empecé a leer en el viaje de vuelta en el
Río de la Plata y me enamoré de la novela, que es una de mis favoritas y que
releo de vez en cuando con mucho placer. Y a la película la vi ya en la tele a
color en una trasnoche de canal 7 y decí que ya estaba enamorado de Maggie a
más no poder, que si no me enamoraba de nuevo.
Menos mal
que le dieron el Óscar porque si no había que haberle prendido fuego a la
Academia. Y eso que ese año competía contra Liza Minnelli en su inolvidable
Pookie Adams para Los años verdes, contra Jane Fonda y su desparramo de
talento en Baile de ilusiones que es They Shoot Horses, don’t they?,
que se basa en la novela de Horace McDoy que se conoce como ¿Acaso no matan
a los caballos?, título que los distribuidores del filme no debieron
cambiar, contra Genevieve Bujold y su Ana de los mil días y contra una
de las eternamente postergadas del Oscar, Jean Simmons y su Final feliz.
Contendientes duras si las hay, pero lo de Maggie como Jean Brodie es tan
contundente que cierra toda discusión.
Eso si, vi
en estreno en el cine Gran Ocho, u Ocho como se lo conocía antes de ser una
multiplex, Viajes con mi tía, no se lo digan a nadie, pero todavía no
leí la novela de Graham Greene en la que se basa y eso que leí casi todo Greene
y más de una vez. Como media humanidad, la amé como la extravagante Tía
Augusta.
Y después
vino Amor, dolor y todo el resto o sea Love and Pain and the Whole
Damn Thing, Alan J. Pakula, 1973. Y no la vi (y sigo sin verla, aunque uno
de estos días abandono el invicto) porque ya por entonces me disgustaban las
películas en que uno de los protagonistas está enfermo y se muere, uno de los
argumentos más efectivos y pobres del mundo, porque ¿quién no se va a conmover
con un personaje tan condenado?
A la que
siguió no me la perdí y se convirtió en una de mis favoritas de inmediato: Crimen
por muerte (Murder by Death, Robert Moore, 1976) sobre guion de Neil
Simon con Peter Falk, Alec Guinness, Peter Sellers, Eileen Brennan, Truman
Capote, James Coco, Elsa Lanchester, Nancy Walker, Estelle Winwood, James
Cromwell y Richard Narita. Maggie hace pareja con uno de mis favoritos de toda
la vida, ¡David Niven!, y se supone, bah, no se supone, son William Powell y
Myrna Loy, o sea Nick y Nora Charles de la saga del Hombre delgado o sea
The Thin Man. Porque esta regocijante comedia es un misterio que
homenajea a los más famosos detectives del cine o de las novelas policiales,
como Hercule Poirot, Fu Man Chu, la señorita Marple, Sam Spade o Philip Marlowe
(tamizados por Humphrey Bogart, claro) La vi una siesta gloriosa en el Gran
Rocha.
Y la fiesta
con Maggie siguió al año siguiente porque vino Muerte en el Nilo, John
Guillermin, 1978, respuesta al éxito que había tenido Crimen en el Expreso
de Oriente. Y otra vez, un elenco multiestelar y otra vez Maggie codeándose
con leyendas del viejo Hollywood como Bette Davis, Angela Lansbury, David
Niven, George Kennedy y Jack Warden, y los juveniles, por entonces, de Jane
Birkin, Lois Chiles, Jon Finch, Simon MacCorkindale, y Mia Farrow. Maggie era
la dama de compañía y quizás algo más de ¡Bette Davis!, ¡juntas no solo en la
misma película sino en casi todas las escenas en que sus personajes tenían
relevancia! La vi en el viejo San Martín.
Y llegó su
segundo Oscar y una de las historias de amor que más me conmueven y revisitan,
la de su estrella de cine apabullada, casada con un anticuario, Michael Caine,
por pura fachada porque se supone que las estrellas están casadas y así la
dejan en paz, pero hete aquí que ella sin querer ni poder evitarlo se enamora
de él, que no puede corresponderla, porque es gay, y no quiere ni puede decirle
qué hace en las tardes en que ella lo llama y no contesta el teléfono. Son solo
unas escenas porque el filme se arma con otras historias pergeñadas por Neil
Simon y que corporizan Jane Fonda y Alan Alda, Walter Matthau y Elaine May,
Richard Pryor, Gloria Gifford, Bill Cosby y Sheila Frazier, pero son Caine y
Smith los que se quedan con la película y nuestro recuerdo. La vi, por
supuesto, faltaba más, en estreno en el Ocho.
La siguiente
la vi en el San Martín y fue la primera vez de Maggie en un filme de James
Ivory, Quartet sobre novela de Jean Rhys, que transcurre en París en los
años treinta, y esta vez el placer era ver a Maggie con la estrella francesa
refulgente de esos años, Isabelle Adjani, que hacía de una joven casada con
Anthony Higgins, hombre que termina en la cárcel, obligándola a aceptar la
hospitalidad de los Heidler, que no eran otros que Maggie y el glorioso Alan
Bates.
A la
siguiente Furia de titanes (Clash of Titans, Desmond Davis, 1981)
no la vi. Porque las de fantasía mucho no me atraen y la mitología griega
menos. Y eso que estaban Claire Bloom, la siempre perturbadora Ursula Andress,
Burges Meredith, Sian Philips, Flora Robson, musculito Harry Hamlin y Judi Bowker
(la chica de Hermano Sol, Hermana Luna) en los protagónicos. Maggie
tenía escenas con Laurence Olivier, que se había jurado no trabajar más con
Maggie porque sentía que lo opacaba, pero el juramento parece que abarcaba solo
el teatro, ya que aquí compartió planos con ella.
En 1982,
Maggie volvió con otro misterio de Agatha Christie, El demonio bajo el sol (Evil
Under the Sun, Guy Hamilton) en la que Peter Ustinov volvía a ser Poirot. El
elenco incluía a Diana Rigg, Jane Birkin, James Mason, Colin Blakely, Nicholas
Clay, Roddy McDowall, Sylvia Miles, Denis Quilley y guion era de ¡Anthony
Shaffer! Transcurría en los treinta, claro, con mucho Art Decó. Una delicia. La
vi en estreno en el cine Astro.
De 1982 es
también El misionero (The Missionary, Richard Loncraine) en la
que Maggie hacía pareja con Michael Palin que era un pastor que, a principios
del siglo XX, volvía del extranjero a Londres y le tocaba ocuparse de una
parroquia con prostitutas. Trevor Howward, David Suchet, un joven Timothy
Spall, y el gran Denholm Elliott completaban el elenco. La vi en un cine de la
calle Lavalle, porque ya no todas las películas que se estrenaban en Capital
llegaban a La Plata.
En 1983
participó de un acto de amor, Más vale tarde que nunca (Better Late
Than Never, Bryan Forbes) David Niven se moría de complicaciones de ALS
(esclerosis lateral amiotrófica) y su hijo Jr decidió fortificarle el ánimo
produciéndole una película, que filmó en Monte Carlo cerca de la villa que
David Niven tenía ahí y que se llamaba La Fleur du Cap Mansion. Una comedia de
acción con el coprotagónico de Art Carney y la participación especial de
Maggie. Un afectuoso canto del cisne del gran David Niven.
En 1984,
Maggie estuvo en una más que atendible y en una insoslayable. La primera es Jugando
para ganar (Lily in Love, Károly Makk) en la que un astro de
Broadway (Christopher Plummer) recelaba que su esposa (Maggie, of course) una
dramaturga de éxito ya no lo quería y prefería escribir para otros, de ahí que
se disfraza de italiano seductor para encantarla y darse la razón. Elke Sommer
y Adolph Green sobresalían en un elenco con mucho húngaro. Y la insoslayable es
A Private Function (Malcolm Mowbray) En 1947 en una Inglaterra todavía
bajo racionamiento, en un pueblito, los notables del lugar deciden festejar la
boda de Isabel II con un banquete, en el que una cerda adquiere un gran
protagónico. Maggie aquí es la esposa del pedicuro del lugar (Michael Palin) y
tiene ambiciones de ascender socialmente. El libro es del director con ¡Alan
Bennett! Y entre un elenco de notables, imposible no nombrar a Denholm Elliott,
Richard Griffiths, Alison Seadman, Liz Smith, Jim Carter, Pete Postlethwaite.
Una sátira social de aquellas. Para chuparse los dedos.
En 1985
Maggie estuvo en su segundo James Ivory, la súper oscarizada Un amor en
Florencia (A Room with a View) romance de época sobre la novela de
E.M. Forster, en el que Helena Bonham Carter se enamoraba de Julian Sands
¿brevemente o hasta el Y vivieron felices?) Maggie capitaneaba un elenco en el
que estaban Judi Dench, Denholm Elliott, Simon Callow, Rupert Graves y ¡Daniel
Day Lewis! Maggie obtuvo una nominación para el Oscar de reparto, pero no ganó.
(Se lo quedó Dianne Weist por Hannah y sus hermanas de Woody Allen). La
vi en estreno en el Cine San Martín.
En 1987 nos
compensó por no haber hecho ninguna película en 1986 con esa maravilla que es The
Lonely Passion of Judith Hearne (Jack Clayton) en la que Maggie es una
solterona de trago fácil que se enamora de uno de los huéspedes (Bob Hoskins)
de la pensión que regentea y que le lleva el apunte porque cree que es rica
cuando no lo es ni remotamente. Otra actuación inolvidable por la que ganó el
BAFTA. La vi en video en el auge del video club.
En 1991 con
el Hook de Steven Spielberg inaugura una serie de participaciones
especiales que sigue con Cambio de hábito (Sister Act, Emile
Ardonlino) en 1992, The Secret Garden (Agnieszka Holland), Cambio de
hábito 2 (Sister Act 2: Back in the Habit) en 1993, Richard III
(Richard Loncraine) en 1995, El club de las divorciadas (The First Wives
Club, Hugh Wilson) en 1996, Washington Square (Agnieszka Holland) en
1997. Las vi a todas en estreno en diferentes cines. Que sus participaciones
fueran breves no significó que pasaran desapercibidas, ¡lejos de ello! Todas
nos dejaron su recompensa.
En 1998
volvió al protagónico con Curtain Call, comedia en la que con Michael
Caine oficiaban de fantasmales deux-ex-machina para un desorientado en amores
James Spader. Cumplía, pero dejaba con las ganas, uno esperaba más de la
reunión de Caine-Smith.
En 1999
participó de la comedia coral Té con Mussolini (Franco Zeffirelli) sobre
la fascinación que experimentaron algunas damas inglesas en la bella Italia con
el fascismo, después, claro, habrían de desilusionarse. Judi
Dench, Joan Plowright, Lili Tomlin, Cher descollaban con Maggie. No era un té muy cargado, pero
Florencia con semejante elenco siempre merece una vista. La vi en estreno con
Horacio en el cine Ocho.
En 1999 se
vieron también dos películas históricas, una sobre el fin de una era The
Last September (Deborah Warren) sobre la etapa final en Irlanda de los
Anglo-irlandeses que, después de la revuelta de 1916, quedaran atrapados entre
dos fuegos, el los irlandeses republicanos y el del ejército británico. En la
casa solariega de un matrimonio mayor (Maggie y Michael Gambon), la sobrina de
ambos, Keeley Hawes, se debate entre entregarse al amor de un soldado inglés
(David Tennant) o al de un revolucionario irlandés (Gary Lydon), hay también un
romance secundario entre Fiona Shaw a la que ama Lambert Wilson, casado con
Jane Birkin. La vi hace poco a instancias de los recuerdos de un crítico inglés
por la partida de Maggie. Buena película, muy bien actuada y contada. Y la otra
fue All the King’s Men (Julian Jarrold) sobre una compañía de soldados
británicos que desapareció en Gallipolli, en 1915, sin dejar rastro, entraron
en acción, los envolvió una niebla y nada más se supo de ellos.
Entre 2001 y
2011, Maggie participó de la saga de Harry Potter, alcanzando fama
mundial, niños y jóvenes que hasta ese momento jamás habían sabido nada de
ella, de pronto la conocían y la admiraban. Pero a Daniel Radcliffe ya lo había
conocido en 1999, cuando filmaron para la BBC una versión de David
Copperfield, en la que Radcliffe era el personaje del título en tamaño
niño. Aparte del suyo, nombres preeminentes aparecían en el reparto: Bob
Hoskins, Ian McKellen, Imelda Stauton, y Tom Wilkinson.
En 2001
estuvo en la obra maestra de Robert Altman, Gosford Park. Y se dice que
el guionista Julian Fellowes, el de Downton Abbey, claro, le regaló un
personaje que sería predecesor directo del que inmortalizaría en la serie.
Aunque una diferencia importante los separa, el dinero. La Violet de Downton
Abbey tiene más plata que los ladrones, mientras que la Constance Trentham
de Gosford Park no tiene donde caerse muerta (para seguir con los
lugares comunes). En esta oscura comedia coral participaban también Ryan
Philippe, Michael Gambon, Kristin Scott Thomas, Tom Hollander, Charles Dance,
Jeremy Northam, James Wilby, Stephen Fry, ¡Kelly Macdonald!, Clive Owen, Helen
Mirren, Eileen Atkins, Emily Watson, Alan Bates, Derek Jacobi, Richard E.
Grant, y el también guionista del film, Bob Balaban. Lisa y sencillamente, una
fiesta. La vi en estreno en el San Martín.
En 2002
volvió a la participación especial en Divinos secretos (Divine
Secrets of the Ya-Ya Sisterhood, Callie Khouri) en la que Sandra Bullock y
Ashley Judd encabezaban el cartel, que secundaban Maggie, Ellen Burstyn y James
Garner. Confieso no haberla visto.
En 2003
volvió al protagónico para el telefilm Mi casa en Umbria (Richard
Loncraine) sobre un grupo de personas que se conocen por culpa de un ataque
terrorista. Junto a Maggie estaban Chris Cooper, Ronnie Barker,
Benno Fürmann, ¡Giancarlo Giannini!, y Timothy Spall. La vi por cable.
En 2005 hizo
El violinista que llegó del mar (Ladies in Lavender, Charles
Dance) en la que en los años treinta, en la costa de Cornish, se peleaba con
Judi Dench por las atenciones de un violista náufrago, el bueno de Daniel
Brühl. Freddie Jones, Miriam Margolyes, Clive Russell, Toby Jones y Natasha
McElhone completaban el elenco. La vi en cable.
En 2005 la
vimos en ¡Sálvese quien pueda! (Keeping Mum, Niall Johnson) como
una madre que se las trae para el atribulado pastor Roman Atkinson. Kristin
Scott Thomas, Liz Smith y Patrick Swayze redondeaban el elenco. La vi en
estreno en el Cine Ocho.
En 2007 en
otra participación especial para una película de época, Becoming Jane
(Julian Jarrold) fue Lady Gresham, ante una todavía desconocida Jane Austen
(Anne Hathaway) que andaba de romance con un irlandés, James McAvoy. Componían
el resto del reparto, James Cromwell, Ian Richardson, Julie Walters, Helen
McCrory. No la vi todavía, pero la tiene Prime Video.
En 2007
estuvo en un telefilme de Stephen Poliakoff, Capturing Mary, con Ruth
Wilson, David Walliams, Gemma Artenton, que es difícil de encontrar, pero vi
que está online con subtítulos rarísimos, arábigos, creo. Uno de estos días me
le animo, después de todo, algo de inglés sé. LOL.
En 2009
participó de una película escrita y dirigida por Julian Fellowes, From Time
to Time, sobre un chico de 13 años que puede viajar en el tiempo y
desenterrar secretos familiares, a los que darles resolución. Alex Etel es el
chico y aparte de Maggie, Timothy Spall, Pauline Collins, Carice van Houten,
Christopher Villiers, Dominic West, Hugh Bonneville pueblan el elenco.
Modestamente atractiva. La vi en cable.
En 2010
estuvo en la segunda de Nanny McPhee o sea Nanny McPhee and the Big Bang
(El regreso de la nana mágica, por estos lados, la dirigió Susanna
White) con Emma Thompson, que es la nana, claro, y Maggie Gyllenhaal, Ralph
Fiennes, Asa Butterfield, Daniel Mays, Rhys Ifans, Ewan McGregor, entre los
notables del elenco. No la vi todavía.
Entre 2010 y
2015 estuvo haciendo historia con Downton Abbey y agrandando su
popularidad aún más. Estuvo también en los dos filmes que se desprendieron de
la serie: Downton Abbey (Michael Engler, 2019) y Downton Abbey: A New
Era (Simon Curtis, 2022) (Ahora se viene un tercer film, pero su personaje
ya no está, fue enterrado en la de 2022)
Estuvo
jubilada, en la India, en las dos del hotel Marigold. The
Best Exotic Marigold Hotel (John Madden, 2011) con Judi Dench,
Bill Nighy, Dev Patel, Tom Wilkinson, Penelope Wilton, Celia Imrie, Ronald
Pickup. Y en The Second Best Exotic Marigold Hotel (John Madden, 2015)
con los ya mencionados más David Strathairn y Richard Gere.
Prestó su
voz en Gnomeo & Juliet (Kelly Asbury, 2011) y para el mismo
personaje, Lady Bluebury, en Sherloc Gnomes (John Stevetson, 2018)
En 2012 hizo
de jubilada otra vez, en esta oportunidad una ex prima donna, en un asilo para
músicos. Se llamó Quartet (Dustin Hoffman), igual título que la que hizo
para Ivory con otra historia, claro. (Esta se basa en una obra de Ronald
Harwood, aquella en una novela de Jean Rhys) Michael Gambon, Billy Connolly, Pauline
Collins, Sheridan Smith, Tom Courtenay se sumaban al elenco. La vi en el cinema
Paradiso con Ingrid.
En 2014 fue
parte del departamento que heredaba Kevin Kline en París en Mi vieja y
querida dama (My Old Lady, Israel Horovitz) Kristin Scott Thomas era
su hija y como todos suponíamos, enamoraba al cascarrabias de Kevin Kline.
Cumple, si no se le pide mucho. La vi en streaming.
En 2014 fue The
Lady in the Van (Nicholas Hytner) sobre texto de Alan Bennett. Y se alejó
de las damas ricas, educadas e integradas que le venían endilgando. Está
sencillamente soberbia. Tan enojosa como conmovedora. Es la historia real que
vivió el propio Bennett. Trata de una señora que vive en una furgoneta instalada
en la entrada de la casa de un dramaturgo. La vi en streaming.
En 2021
participó en la navideña, El chico que salvó la Navidad (A Boy Called
Christmas, Gil Kenan) junto con Henry Lawfull, Michael Huisman, Jim
Broadbent, Joel Fry, e Isabella O’Sullivan. No pasé del tráiler, las navideñas
me dan pereza de verlas, está en Netflix.
Y en 2023,
la última (o la penúltima, nunca se sabe) The Miracle Club (Thaddeus
O’Sullivan) sobre una peregrinación a Lurdes a fines de los cincuenta. Con
Kathy Bates, Laura Linney, Stephen Rea, Brenda Flicker, Agnes O’Casey, Mark
O’Halloran, entre otros, en el elenco. La veré pronto, lo juro.
Y hasta aquí
el recuerdo de Maggie, ahora una anécdota del tuyo, tocaya de la Bergman.
Íbamos en el Misión a Buenos Aires a ver una obra de teatro. Nuestra habitual
conversación laberíntica se bifurcaba en recovecos. De pronto me preguntaste si
reconocía la melodía que te pusiste a tararear (terminó siendo una de Morricone
para una vieja película con Florinda Bolkan y Tony Musante), en ese momento te reconocí
que me resultaba familiar, pero que no podía ubicarla. Y no sé porque me puse a
decir que de viejo, me había puesto llorón, y que cada vez que alguien del cine
o del teatro moría, aunque jamás los había conocido personalmente, si eran significativos
para mí, me desataban gruesos lagrimones. Entonces dijiste que cuando muriera
Maggie ibas a llorar hasta pasparte. Y no va que te morís antes y me dejás
solo, llorando a Maggie no sé si hasta pasparme, pero al menos hasta agotar un
par de paquetes de pañuelos descartables. Maggie me acompañó toda la vida, vos
un par de décadas. Las dos me dejaron más bello y más sabio. Y cuando se me
pasa la congoja de la partida, más feliz. Para ser un cinéfilo se necesitan dos
cosas, buena memoria y ganas de ser agradecido. Porque siéndolo se vive de recuerdos
y de dar gracias por lo acumulado. Y el cinéfilo también es un deudo, que
lamenta lo que ya terminó, pero sin aflicción, porque fue feliz. Y ahora vos
también sos una película. El cine de mi mente te proyecta con asiduidad. Y ya
no estás y sin embargo estás. Como las actuaciones de Maggie. Sombras que
emocionan porque aluden a momentos buenos. Sé que te haya puesto en un mismo
párrafo con Maggie, te llena de satisfacción y eso solo ya justifica estas
páginas. Y ojalá que nunca me falle la memoria, y si me falla por veleidades
del destino, sepan que igual voy a estar sonriendo sin saber por qué, pero con
tozudez. Lo que se vive no se pierde. Es eterno, como lo bello, y ni la falta
de memoria puede anularlo.
Gustavo Monteros