viernes, 22 de agosto de 2025

Ice Road: Vengeance


 

Uno tiene la constatación de que es irremediablemente viejo, cuando para hablarle a alguien más joven, a las diez oraciones ya tiene que poner notas al pie de página.

 

Ejemplo: comentaba que, en mi etapa de actor, uno de mis espectáculos se llamó Ídolo de matiné. ¿Ídolo de qué?, me interrumpió un interlocutor con el fastidio de no conocer algo que tendría que sonarle familiar.

 

Porque el tiempo que mucho lo borra, se llevó puestas las matinés. Las últimas que usaron la palabra, creo, fueron las discotecas para designar turnos para chicos o adolescentes. Para entonces, las matinés de los cines y los teatros eran tan del pasado como la luz de gas. De ahí que un veinteañero no tuviera ni idea de lo que hablaba. 

 

Me guardé tan bellos pensamientos y no insistí con ningún tema que fuera más allá de los noventa. Mi joven amigo, lisa y llanamente, equipara a los años setenta y ochenta con la Edad Media, o sea un tiempo tan anterior que le parece oscuro y lejanísimo. Sabe mi edad, debe creer que nací y viví en tiempos del Antiguo Testamento.

 

La idea era que viéramos El ángel exterminador de Buñuel, pero como yo tenía la cabeza perdida en sandeces, propuse que viéramos algo más liviano. Nos costó encontrar algo que no hubiéramos visto los que estaban presentes. Optamos por una de las últimas con Liam Neeson: Ice Road: Vengeance (2025) de Jonathan Hensleigh. Ya había habido una The Ice Road uno, que todos habíamos visto.

 

En esta saga, Liam Neeson es Mike McCann, un camionero con experiencia en caminos difíciles. En la ahora uno anduvo por caminos de hielo, de ahí el título, porque tenía que llegar contrarreloj a salvar unos mineros atrapados en una excavación lejana y helada. En una de las vueltas del argumento, perdía a su hermano Gurty, que moría heroicamente.

 

En el inicio de esta continuación, Mike anda lidiando mal con la culpa de haber sobrevivido a su hermano. Para acelerar el duelo, decide llevar las cenizas de Gurty para esparcirlas desde las alturas de los Himalayas. Nada de tirarlas desde un puente de aquí a la vuelta.

 

Mike llega a Katmandú y es recibido por una guía experta que contrató, Dhani (Bingbing Fan) (¡Y después dicen que los orientales tienen nombres raros!).

 

En paralelo vemos que en Kodari, un líder opositor, Ganesh Rai (Shapoor Batliwalla) se manifiesta contra la hechura de un dique, que lleva adelante para gran beneficio propio, Rudra (Mahesh Jadu), que es más malo que escorpiones enojados y tiene un ejército de matones a cargo.

 

Mientras Ganesh se gana la simpatía del pueblo, Rudra mata al padre de Ganesh, desbarrancando el bus en el que viajaba con otra gente que no tenía nada que ver en el entuerto del dique. A los malos ya no les importa nada.

 

Vijay (Saksham Sharma), el hijo de Ganesh, sospecha que Rudra matará a Ganesh a continuación y lo esconde en las montañas.

 

Mike y Dhani irán a los Himalayas en el colectivo de Spike (Geoff Morrell), un veterano tan duro como simpático. Más tarde se les unirá Vijay y ya están a bordo, Evan Myers (Bernard Curry) un profesor universitario estadounidense muy importante y su hija, Starr (Grace O’Sullivan), chica moderna que no se puede despegar de su ultramoderno celular.

 

A poco de empezar el viaje, dos matones de Rudra intentarán secuestrar o matar a Vijay, pero…

 

La película tuvo críticas muy malas, lo que es injusto. Es un film de presupuesto medio sobre un viaje que te lleva a destino con algún que otro rasguño, pero sin aburrirte. Su única ambición es entretener y que se te pase rápido el tiempo que toma verla. Y lo logra. Es de la que nos apasionaban en las matinés de la infancia.

 

Me muerdo la palabra matiné y el comentario supuestamente culto de que ese esquema narrativo, el del viaje de diversas personas que deben sobrevivir ataques varios, se originó con el western La diligencia (Stagecoach), dirigido por John Ford, en 1939.

 

Suspiro, me resigno y digo Western/La diligencia, 1939/John Ford, y abro y expando los comentarios al pie de página.

 

Para no quedar muy pedante, cuando hablo del esquema narrativo iniciado, les pido que recuerden todas las películas que han visto en las que hay un viaje de varias personas que soportan ataques, contratiempos, impedimentos varios para llegar a destino.

 

Pueden ser de cualquier género, incluso los más insospechados de un argumento así, como el musical y el romántico. Se entusiasman y tiran unos cuántos títulos.

 

Los hago olvidar mi pedantería o mi erudición, que no es más que un enciclopedismo trasnochado. Pero yo no pude olvidar los años que se me acumulan encima, el entretenimiento fugaz de la lista de películas no hubiera sido posible sin las notas de pies de página.

Gustavo Monteros

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