viernes, 25 de abril de 2025

Querido diario - Hoy: Dos con perritos


 

El proyecto nació estrellado, pero se estrelló pronto. Originalmente la película se titulaba "Won Ton Ton, el perro que salvó a Warner Brothers", basada en la carrera de Rin Tin Tin. Cy Howard concibió la idea y escribió la historia en 1971 y contrató a Arnold Schulman para escribir el guion. David Picker desarrolló el proyecto (o sea lo preprodujo) en Warner Brothers. Pero Picker se llevó el guion y el proyecto consigo cuando se unió a Paramount Pictures, lo que provocó el cambio de título. Won Ton Ton ya no salvaba a Warners Brothers sino al mismísimo Hollywood.  El rodaje (el desastre más bien) comenzó en agosto de 1975.

 

El primer guionista de la película, Arnold Schulman, dijo: «David Picker, el productor, no solo reescribió cada palabra del guion, sino que contrató a Michael Winner, el director de todos los vengadores anónimo de Charles Bronson, para que la 'realizara', como les gusta decir a los directores que leyeron “Cahiers du Cinéma". Yo la escribí como una sátira, quién sabe quién la reescribió como una farsa cómica, y Michael Winner la dirigió con el encanto y el ingenio de una masacre con motosierra. No tuve nada que ver con la película final, y en la misma no solo figuraba como coguionista, sino también como productor ejecutivo, y por más que lo intenté ¡no pude hacer que sacaran mi nombre!».

 

La característica identitaria de esta película es que cuenta con los cameos de más de ochenta actores del primer Hollywood, el del cine mudo, y el Hollywood clásico, el de los grandes estudios. Para muchos fue su última participación en la gran pantalla.

 

Y como la edad no viene sola, parece que el director Michael Winner tuvo poca paciencia con los achaques de las viejas luminarias. Hasta hizo comentarios abiertamente despectivos en la prensa, cuando publicitaban la película. Llegó incluso a burlarse de diversas discapacidades físicas, como la sordera y la visión deficiente.

 

El argumento (de alguna manera hay que llamarlo) empieza así. Estamos en Hollywood en 1924. Una aspirante a actriz, Estie Del Ruth (Madeline Kahn) sale de un cuarto que comparte con Flufft Peters (Teri Garr), extra que se gana la vida como prostituta en realidad, para ver si da el tipo de esquimal en una película que transcurre en nieves eternas. En el camino al estudio Estie se topa con un hermoso ovejero alemán, Won Ton Ton, que se le pega. El nombre que Estie le da al portero (William Demarest) no corresponde a un director, sino a un tramoyista (Aldo Ray), que la lleva a un cuarto apartado para tener sexo con ella. Con tal de conseguir entrar en el negocio, ella accede, pero mientras están en plena “negociación”, Won Ton Ton la salva del destino peor que la muerte. La intervención del perro lleva a que el dueño del estudio, Art Carney, tenga una revelación y le pida al eterno aspirante a guionista, Bruce Dern, que entrene al perro y que lo haga protagonista. Lo que sigue se pretende como una burla / homenaje a las bambalinas de la industria del cine.

 

Como bien dijo Arnold Schulman no es farsa ni sátira, y tampoco una parodia, a decir verdad. Aunque tenga elementos de los tres géneros. Lo que quedó es más bien una sucesión de gags y sketches de resultados dispares.

 

Es claro que Winner odió hacer esta película, que comandó sin mucho entusiasmo a sus actores, que ordenó que pusieran la cámara en algún lado, que la iluminación le importó poco o nada y que en montaje final, los editores hicieron lo que pudieron para darle forma a algo que pasara por una película.

 

Sin embargo, si uno se pone a verla, recompensa el tiempo invertido en ella. ¿Por qué? ¿Cómo es que pasa tal cosa? ¿Es por el compromiso de los protagonistas, sobre todo el de Madeline Kahn y Ron Leibman? ¿Es por el oficio de todos esos actores y actrices que alguna vez fueron luminarias refulgentes? ¿Es por la gracia y belleza del perro estrella? (Según los créditos finales se trata de solo uno, Augustus von Schumacher). Sabrá Dios. Objetivamente es mala. Subjetivamente por algún lado subyuga. Todo viene mal, mal, mal, pero de repente un gag funciona, una línea del diálogo es indiscutiblemente ingeniosa, o un actor encuentra el ritmo para provocarnos la carcajada, aunque la situación o la réplica no sea del todo lúcida. Quizá no haya tanto misterio. Quizá la idea era muy buena y no hubo desgano, mala decisión, enojo o frustración que pudieran arruinarla del todo.

 

Como era de esperarse fue un fracaso. Se suponía lo contrario, que había nacido incluso para inaugurar secuelas. Dos ya tenían hasta título Won Ton Ton, el perro que salvó Broadway y Won Ton Ton, el perro que salvó la Segunda Guerra Mundial. No se materializaron. Eso sí, títulos comenzados con "El perro que salvó tal cosa" resurgió para una franquicia televisiva de los dos mil en adelante. Hasta ahora cuenta con estos títulos: «El perro que salvó la Navidad» (2009); «El perro que salvó las vacaciones de Navidad» (2010); «El perro que salvó Halloween» (2011); «El perro que salvó las fiestas» (2012); «El perro que salvó la Pascua» (2014) y «El perro que salvó el verano» (2015).

 

El siguiente párrafo es para memoriosos, nostálgicos, eruditos y cinéfilos empedernidos. En los años setenta, las añejas películas del Viejo Hollywood rondaban por la televisión y hasta completaban los programas dobles o triples de los cines de cruce (los que no daban películas de estreno). De modo que muchos de los nombres que hacen cameos en Won Ton Ton, el perro que salvó Hollywood eran familiares para los espectadores de la época en el que el film se hizo. Para los jóvenes de hoy estos nombres son tan lejanos como las plantas del Pleistoceno. En honor a las horas y horas de las matinés de mi infancia y porque no hay muerte si hay recuerdo, consigno los que fueron más significativos para mí.

 

Dennis Morgan, William Demarest, Virginia Mayo, Rory Calhoun, Ricardo Montalban, Jackie Coogan, Aldo Ray, Ethel Merman, Yvonne De Carlo, Joan Blondell, Broderick Crawford, Dorothy Lamour, Phil Silvers, Nancy Walker, Gloria DeHaven, Rudy Vallee, Rhonda Fleming, Ann Miller, Dean Stockwell, Dick Haymes, Tab Hunter, Robert Alda, Janet Blair, Victor Mature, Barbara Nichols, Fernando Lamas, Zsa Zsa Gabor, Cyd Charisse, Peter Lawford, Patricia Morrison, Guy Madison, Alice Faye, Ann Rutherford, Milton Berle, John Carradine y Walter Pigeon. A ellos y a los que no incluí porque los desconozco o no los recuerdo: Gloria Eterna.




Le procès du chien (El juicio del perro), 2024, es la opera prima de la actriz Laetitia Dosch. La idea de la película surgió de una historia real que ocurrió en un pequeño pueblo de Francia, donde un perro mordió a unos desconocidos y el juicio que siguió cautivó al pueblo, con manifestantes a favor y en contra del perro. Se rodó por entero Suiza, principalmente en Lausana, Vevey y Ginel, localidades del cantón de Vaud. Fue seleccionado para competir en la sección Un Certain Regard del Festival de Cine de Cannes de 2024. Allí, el perro Kodi ganó la Palma del Festival al mejor Perro por su papel en la película. Hasta aquí los datos relevantes.

 

En lo específico se trata de una comedia agridulce. Avril (Laetitia Dosch) es una abogada de casos desesperados, lo que en español se llama defensora de causas perdidas. Su jefe, Jérôme (Pierre Deladonchamps) le pide que para variar y mejorar la fama del bufete tome un caso que pueda ganar. Se le presenta Dariuch Michovski (François Damiens), un disminuido visual con indeterminados problemas psicológicos al que le quieren ejecutar a su perro Cosmos (Kodi) por haber herido a tres personas.

 

Avril no quiere tomar el caso, pero el hábito de defender a los que casi no tienen chances de ganar pesa más. Cosmos tiene pocas posibilidades. Avril primero tiene que convencer a un juez de primera instancia para que no ponga el sello de exterminio y le dé a Cosmos el status de poder defenderse en un juicio. Lo logra y Cosmos enfrentará dicha instancia judicial.

 

La fiscal es Roseline Bruckenheimer (Anne Dorval) una candidata a las próximas elecciones por la extrema derecha. El caso desatará el entusiasmo y la pasión del público. Muchos se pondrán de parte de Cosmos y pretenderán que le den otra oportunidad y viva, mientras que también muchos otros pedirán su ejecución inmediata. En el juicio, veterinarios, etólogos, filósofos, y hasta expertos religiosos de distintos credos darán su opinión.

 

Mientras dura el juicio, Cosmos queda a cargo del etólogo, Marc (Jean-Pascal Zadi) que aportará sensatez y verdad. Según la ley, perro que lastima seriamente a tres víctimas debe ser eliminado. Cosmos lastimó a dos personas en la calle y desfiguró a Lorene (Anabela Moreira) que estaba en casa de Dariuch para comenzar tareas domésticas.

 

Cosmos no es un perro incontrolable, pero sí uno de cuidado. Decididamente no era un perro para Dariuch. Tendría que haber sido entrenado, jamás haber paseado sin bozal e incluso dentro de la casa jamás tendría que haber estado en contacto con extraños inadvertidos de su potencial peligrosidad. Nada que no surja en todos los casos en los que un perro se violenta.

 

Un perro, como cualquier otro ser que te acompañe, puede ser de cuidado. Y corre con una ventaja, advierte de su eventual comportamiento peligroso. No es un psicópata. Lástima que todo dueño crea que tiene a Lassie y no a un descendiente de lobos que no ha perdido rasgos de su linaje.

 

La comicidad derivará de los absurdos en los que caemos cuando humanizamos a un animal y le negamos su esencia. ¿Filósofos, expertos religiosos, científicos con pruebas que parecen un tablero de juegos para un reality show? Faltaban médiums que se ofrecieran de traductores caninos.

 

La ultraderecha parece tener el mismo manual en todas las latitudes. Hacer trampa, correr el eje de toda discusión, sobrecargar las respuestas emotivas, incentivar los prejuicios, recurrir a cualquier bajeza que le pueda proporcionar una ventaja. Si su accionar no desatará tragedias o desgracias, serían muy risibles.

 

Todos los involucrados en el juicio, salvo la candidata de la ultraderecha, verán conmocionados sus mundos, creencias, las evaluaciones de sus decisiones de vida. Nadie que enfrente decidir y contribuir a la vida o muerte de otro, incluso las de un perro, sale indemne. Todo se aprende, hasta a ser un ser humano. O, si se tiene un poco suerte, uno mejor de lo que ya se es.  

Gustavo Monteros

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