Programa doble, sección en la que repasamos dos películas
con aspectos en común.
Hoy: Ciudad de la muerte – Rastros de sangre
El chiste dice que a los ingleses, por idiosincrasia y por
geografía, se les dio por inventar deportes, buenos tragos y mejor teatro. De tan
aislados y con tan poco buen clima, se pusieron a crear impecables formas de entretenimiento.
Y así perfeccionaron el whisky, la cerveza, Shakespeare, el fútbol, el rugby,
el tenis (que venía de Francia, pero del que se apropiaron), las carreras de
caballo y, claro, el whodunit (contracción de “Who has done it?” o” Who’s done
it?”). O sea, el relato policial de intriga en el que hay que develar el perpetrador
de un crimen de sangre. La intriga se circunscribe a un ambiente cerrado, un
castillo, una casa de campo solariega, un club, una mansión citadina o al
pueblito con muchos secretos. Y como lo bueno se exporta (o se roba, los
ingleses con ilustre linaje de piratas no pueden quejarse), ahora los enigmas
policiales nos llegan urbi et orbi. Los dos de los que hablaremos hoy nos
vienen de Austria.
En Wenn du wüsstest wie schön es hier ist (Si
supieras lo hermoso que es este lugar, en el original, Ciudad de muerte,
en la imaginativa venta de algún creativo) (Andreas Prochaska, 2015), la joven hija
del alcalde aparece muerta en el fondo de un hoyo de una mina abandonada que da
al medio del bosque. En un principio suponen que fue un accidente porque todos
saben evitar el hoyo, pero la autopsia y algunos detalles dan cuenta de que se
trata de un asesinato. Tremendo desafío para el también todavía joven comisario
local, Hannes Muck (Gerhard Liebman), que se ocupa por lo general de borrachos
pendencieros o rencillas domésticas. El lugar fue hasta no hace mucho un
paisaje apacible de tarjeta postal de tan bello y tranquilo. Pero cuando Hannes
comience a investigar, descubrirá que todos le han estado mintiendo, que ocultan
más de lo que muestran, que son mucho más complejos de lo que quieren hacer
creer. Hannes es apocado y un poco melindroso, lo cual no es sorpresa dado que
su padre es un avasallante exhippie, practicante de desnudeces y sexo tántrico.
Hannes está enamorado de la guardiana del hogar para jóvenes inadaptados, pero
ella, curtida de desengaños amorosos, lo desestima. La resolución del crimen
hará que Hannes madure y se cuestione si se conoce de verdad, si él de verdad
es lo que muestra o supone o si oculta deseos inconfesados, frustraciones
naturalizadas o ambiciones descartadas. Gerhard Liebmann es un actor inmenso y
redondea un personaje cercano y entrañable. Y si la película no tuviera valores
estimables, que los tiene y muchos, la sola actuación de Liebmann justificaría
verla.
En Der schutzengel (El ángel de la guarda, en
el original, Rastros de sangre en la creativa venta de algún gerente)
(Götz Spielmann, 2022) el cuerpo de una veterana, que trabajaba de sirvienta y
acompañante de una anciana tan noble como pobre, dueña de un castillo a vender,
aparece ahogado en el río, donde iba a nadar por las mañanas. De la cuidad
mandan a un investigador ducho, Paul Werner (Fritz Karl) a determinar si se
trató de un crimen, un suicidio, o de un accidente. Pronto verifica que se trató
de lo primero y como los policías locales son inexpertos en investigar asesinatos,
se queda en el pueblo. Hay un policía joven, Martin (Michael Steinocher) que acaba
de reintegrarse al distrito. Su partida hace algunos años estuvo acompañada de
la desaparición de una novia, que puede haber emigrado a un lugar más estimulante
o estar muerta y enterrada en este su pueblo natal, ya que nadie ha vuelto a
saber de ella. Martin le pregunta a Paul si hay algún modo de dilucidar el
misterio y Paul comienza a sospechar que la desaparición de la exnovia de
Martin y el crimen de la veterana sirvienta y acompañante pueden estar conectados.
Paul es astuto y desconfiado como pocos y develará unas cuantas verdades, que
no hasta hace mucho jugaban a la escondida. La perseverancia y un colgante con
la forma de un ángel de la guarda pondrán a Paul en el camino correcto. El final
es tan impecable como todo el desarrollo de la trama.
Veo estas dos películas y tres dichos me reverberan en eco.
Pueblo grande, infierno chico. En todos lados se cuecen habas. Y Donde hubo fuego,
cenizas quedan. Pertinentes porque el objetivo primordial de los policiales no es
ser innovadores, sino plausibles.
Gustavo Monteros
Ciudad de la muerte y Rastros
de sangre pueden verse en Prime Video.
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