viernes, 1 de septiembre de 2023

Programa doble - Hoy: Daisy Miller - Nuestros años dorados



 

Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.

Hoy: Daisy Miller – Nuestros años dorados

 

Uno de los lugares comunes más repetidos en la historia del cine dice que es muy difícil adaptar al medio audiovisual la narrativa de Henry James. El sitio IMDB registra que, hasta la fecha, entre adaptaciones al cine y la televisión sobre material de Henry James hay ¡159 proyectos! Es hora de replantearse el concepto de la tal dificultad, porque si uno lo repite queda como un auténtico idiota ante el bien informado.

 

La adaptación más recurrente es la de su clásica historia de fantasmas Otra vuelta de tuerca, pero las de sus dramas sentimentales no le van a la zaga. Estas últimas tienen más que ver con su registro de los devaneos de las clases acomodadas, aquella incursión en el terror con los fantasmas fue casi una excepción.

 

Cybill Shepherd, de indiscutible fotogenia, fue una modelo precoz que llegó al cine a los 21 años en The Last Picture Show / La última película bajo dirección de Peter Bogdanovich.  Y dominó el mundo del espectáculo en dos períodos. Entre 1971 y 1980 reinó absoluta en el cine. Sus participaciones podían ser breves o protagónicas, sus filmes tener un éxito apabullante o hundirse en los abismos del fracaso, pero era la cara infaltable de todas las revistas que se dedicaran a la actividad. Y entre 1983 y 1989 con los 66 episodios de Moonlighting junto a Bruce Willis y entre 1995 y 1998 con los 87 episodios de Cybill junto a Christine Baranski y Alicia Witt fue la reina absoluta de la televisión. Antes o después tuvo y tendrá sus altibajos, pero nadie le quitará el sitial de honor que disfrutó. Los nombres de los reyes pueden que se olviden, pero quedan grabados en piedra y siempre resurgen.

 

De su período Bogdanovich es Daisy Miller (Peter Bogdanovich, 1974). Bogdanovich quería que Orson Welles la dirigiera, pero Welles, a pesar de sostener que el guion de Frederic Raphael de tan perfecto se filmaba solo, desistió del convite. Todos coincidían que Cybill era la elegida insoslayable para protagonizar a la joven, rica, pizpireta, locuaz, desafiante Daisy apellidada Miller. Parte de la familia de tal apellido, mamá (Cloris Leachman), hija Daisy, hermano menor Randolph (James McMurtry) (uno de los niños más insoportables de toda la historia del cine mundial), acompañados y protegidos por el mucamo Eugenio (George Morfogen) deambulan por Europa mientras en los Estados Unidos, papá Miller empolla sus billones. Porque los Miller son ricos de toda riqueza. Pero estamos a fines del siglo XIX y no hay millones de dólares que te pongan a salvo de las rígidas convenciones sociales, dictadas y vigiladas por Sra. Walker (Eileen Brennan) y la Sra. Costello (Mildred Natwick) relaciones directas del joven Frederick Winterbourne (Barry Brown) con el que Daisy coquetea. Ese coqueteo entre iguales está permitido, pero Daisy, que no tolera que le digan lo que le conviene, coquetea también con el italiano pobre Sr. Giovanelli (Duilio Del Prete), cosa que no está tan bien vista porque no es relación entre iguales. Que para las normas de la época y de esa clase, Daisy juega con fuego no hay quien lo dude, pero ¿por qué? Por la más obvias de las respuestas, Daisy está poniendo a prueba a Frederick para ver si está a la altura del hombre que ambiciona. ¿Acaso lo está? Vean la película y averígüenlo.

 

En The Golden Bowl (La copa dorada fue la traducción del título de la novela, los imaginativos distribuidores cinematográficos le pusieron Nuestros años dorados, en reminiscencia de Nuestros años felices que vivieron Barbra Streisand y Robert Redford, a estos creativos señores no se les cae una idea y cuando se les cae, queda en el piso, de tan pedestre, no se distingue), retomamos: en The Golden Bowl (Nuestros años dorados, James Ivory, 2000) seguimos en Italia, en la misma época. La venida a menos, Charlotte Stant (Uma Thurman) anda en amoríos con el príncipe Amerigo (Jeremy Northan), cuya única riqueza es el título y un castillo que no puede mantener. Y en esos ámbitos, la pobreza impide al amor, más que las enemistades familiares de Romeo y Julieta, por lo que Charlotte y Amerigo deben separarse. Amerigo se casará a la brevedad en Inglaterra con su prometida Maggie Verver (Kate Beckinsale), hija del billonario Adam Verver (Nick Nolte). Pero hete aquí que Charlotte y Maggie son amigas, y que Adam, viudo él, no es inmune a los encantos de Charlotte, así que no pasa mucho antes de que Adam y Charlotte desanden la marcha nupcial. Padre e hija, o sea Adam y Maggie son muy cercanos y de andar de allá para acá juntos, así que dejan a sus consortes, los examantes Amerigo y Charlotte con mucho tiempo libre y como la ocasión hace al traidor, reanudan su amor ilícito. Adam y Maggie tienen una confianza ciega hacia sus parejas. Ahora bien, puede que la confianza sea ciega, pero ¿es idiota? El guion de The Golden Bowl al contrario del de Daisy Miller no solo no es perfecto, sino que tiene diálogos que de tan explícitos se ponen zonzos. Convengamos que la historia es más compleja que la de Daisy Miller y las corrientes subterráneas que dominan a los personajes son más oscuras e inaprensibles, aunque allí radica el atractivo, ¿hasta dónde los engañados saben lo que no saben y hasta dónde los traidores traicionan o toman solo lo que les corresponde? Cuando estas preguntas tallan, la cosa se pone atrapante, cuando no, hay que combatir el tedio posible con la dirección de arte que llena el ojo con lujos de tan buen gusto que son una fiesta. Otro punto a favor son las damas, Uma Thurman le entrega al personaje una pasión deslumbradora, es sensual, volátil, desenfrenada, temeraria, y Kate Beckinsale nos sugiere una inocencia perturbadora que pasa de la intolerancia a la sabiduría. Las dos están regocijantes e imperdibles. Además, en un breve papel de celestina responsable Anjelica Huston no pasa desapercibida. Los varones mencionados más el ubicuo James Fox como marido de la Huston cumplen, pero la inspiración esta vez es femenina.

 

No hay con qué darle a eso de cuenta lo qué conocés, que te harás universal. Henry James solo habla de su realidad de ricos más que ricos y en vez de espantar o asquear a los pobres más que pobres como yo, nos seduce y nos abarca. La buena literatura tiene esas cosas.

Gustavo Monteros

 

(En un momento el billonario que hace Nick Nolte dice que tiene obreros que trabajan 12 horas por día, sin descanso, los 12 meses y que, para compensarlos, compartirá con ellos la belleza de su colección de arte y abrirá un museo para que la disfruten, todo bien, pero ¿no sería mejor pagarles más y ser menos esclavista en las condiciones de trabajo? Ni se lo ocurre…Cosas de ricos)


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