viernes, 16 de junio de 2023

Programa doble: El gran impostor - Atrápame si puedes



Ferdinand Waldo Demara Jr y Frank Abagnale Jr ratifican aquello de que la realidad supera a la ficción.

 

Ferdinand, apenas con estudios básicos completos, se hizo pasar por marine universitario, monje trapense, guardiacárceles licenciado y cirujano.

 

Frank, sin terminar el secundario, se agregó algunos años en documentos falsificados y se hizo pasar por piloto de aerolíneas comerciales, médico clínico y abogado.

 

En ambos el Junior pesaba. Idealizaron a sus padres y cuando estos fracasaron rotundamente, y del sueño americano pasaron a la pesadilla de la que no se despierta, se hicieron pasar por otros en un intento de ayudarlos a recuperar el paraíso perdido de casas acogedoras, esposas amorosas y bienestar económico continuo.

 

Estos dos estafadores camaleónicos no perseguían el lucro en primera instancia, aunque se volvieron expertos en meter el perro (sobre todo Ferdinand Waldo) y en falsificaciones exquisitas (sobre todo Frank).

 

Cuando les tocó ser médicos, Frank eligió ser jefe para derivar o constatar, y así evitar el peligro de hacer daño. Waldo estudió y se preparó autodidácticamente y cuando tuvo que pasar a la práctica, en teoría al menos estaba ducho. Y hasta se dio el lujo de operar a 19 pacientes, uno detrás del otro, se desempeñaba como cirujano de guerra en Corea y la celeridad era un prerrequisito para salvar vidas.

 

A Waldo no lo perseguía nadie y lo pescaban más por la corroboración de los datos mentidos que por pericia policial. En cambio, el juvenil Frank era seguido de cerca por un agente del FBI, Carl Hanratty, tan tenaz como obstinado, no en vano, esposa e hija se lo sacaron de encima por anteponer el trabajo a la familia.

 

Las proezas de ambos personificadores fueron materia de best-sellers tan populares que terminaron en películas.

 

En 1960 hicieron la de Ferdinand Waldo Demara Jr. La dirigió Robert Mulligan y la protagonizó Tony Curtis, al que por entonces le explotaban su simpatía arrolladora, de ahí que el tono imperante fue de una comedia con escasos toques dramáticos.

 

En 2002 hicieron la de Frank Abagnale Jr. La dirigió Steven Spielberg y la protagonizó Leonardo DiCaprio, actor por entonces joven al que le explotaban su vena dramática, de ahí que el tono imperante fue el de un thriller con derivaciones de melodrama. Carl, su perseguidor, fue encarnado por Tom Hanks, que unos veinte años antes habría podido ser un buen Frank.

 

La de Ferdinand Waldo Demara Jr se llamó The Great Impostor / El gran impostor y con suerte se la puede ver online.

 

La de Frank Abagnale Jr se llamó Catch me if you can / Atrápame si puedes y se la puede ver tanto en Amazon Prime Video como en Netflix.

 

Los gurúes de la autoayuda insisten con que si no se está de acuerdo con uno mismo, se debe intentar ser otro. Ferdinand Waldo y Frank llevaron la premisa con inusitado éxito hasta las últimas consecuencias y se convirtieron en figuras románticas incapaces de aceptar los condicionamientos de una sociedad que los condenaba a la oscuridad, la miseria, el escarnio por falta de oportunidades. Por las dudas no se recomienda hacer lo mismo. A menos, claro, que se tenga la inteligencia, la astucia, las habilidades necesarias, en cuyo caso, sí. El mundo está tan corrido para el lado de la injusticia, que cualquier intento de corregirlo es bienvenido. Incluso si es punible.  Y no es una incitación al delito, no, más bien es una invitación a pulir talentos que no siempre se estimulan.

Gustavo Monteros

 

 

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