Programa doble, sección donde repasamos dos películas con características en común.
Como hace poco fue el día del padre, vamos por dos con
padres ausentes que vuelven por una segunda oportunidad, los de Rumba la vie
(Franc Dubosc, 2022) y Max Dugan returns (Como caído del cielo, Herbert
Ross, 1983).
En Rumba la vie (Rumba Therapy para el
mercado anglosajón) Frank Dubosc es Tony, un chofer de bus escolar que lleva
una vida relativamente feliz. En una zona rural de Francia hace que sus clientes-alumnos
tengan un viaje seguro y placentero a la escuela. Aprovecha el viaje para
darles una clase de inglés adicional de insultos, que atempera con una
traducción eufemística o inexacta, además a los más tímidos les fortifica la
seguridad y compensa con bienvenida comprensión a los que no quieren bajarse para
enfrentar la educación formal. Como muchos franceses, sobre todo de más de 50,
expresa una acentuada admiración por los EEUU, que en su caso se manifiesta con
un tatuaje de águila y bandera yanqui en el brazo y de botas de cowboy en los
pies. Es un fumador empedernido y el añoso corazón le pasa factura. Un ataque
cardíaco leve pero atendible le viene a confirmar que no es eterno. El médico
le pregunta por qué no están con él sus parientes más cercanos y Tony le contesta
que no tiene. El doctor supone lo contrario y le recomienda que se reconcilie
con ellos, porque es bueno contar con alguien por el que vivir y que lamente su
partida cuando el fin llegue. Tony tiene un amigo fiel, Gilles (Jean-Pierre
Darroussin) con un secreto que jamás dirá por más que es obvio para los que
saben ver, pero que no cuenta como sobreviviente de calidad. Como es de prever
las palabras del facultativo no caen en saco roto y Tony va a reencontrarse con
un viejo amor, Carmen (Karina Marimon) con la que tuvo una hija, María (Louna Espinosa).
El por qué de la separación me lo guardo por si ven la película. Bástenos decir
que ahora María da clases avanzadas de rumba. Tony decide inscribirse en las
clases, pero como son para bailarines con experiencia debe asegurarse un
entrenamiento previo. Un prejuicio de machirulo lo hace suponer que su vecina,
Fanny (Marie-Philomène Nga) por ser negra puede ayudarlo. Pero los prejuicios
son ciegos o tuertos y si bien obtendrá ayuda, recibirá una sorpresa que no espoliaré.
Lo que sigue se encarrila por caminos conocidos y por otros no tanto, porque cuando
creemos que pisaremos los lugares comunes de reconciliaciones y segundas oportunidades,
nos harán una linda verónica y nos cantarán Ole. Pero como lo mencioné, a riesgo
de ser un estómago resfriado, contaré el secreto de Gilles, porque soy discreto
sin exagerar. Gilles, aunque casado con una hermosa mujer, está enamorado de
Tony. Nunca le dirá a Tony lo que siente para no incomodarlo, pero como está al
borde del ocaso, al menos a sí mismo no se oculta la verdad. Este detalle
indica que es una comedia predecible por momentos, aunque con colores propios. Como
los que exhibe en el final, la ausencia del padre alejado nunca es tal, existe,
está, pero no es un vacío, la corporiza la melancolía o la idealización.
En Max Dugan Returns o Caído del cielo, a la
dura e ingrata vida que lleva Nora (Marsha Mason), dos hechos simultáneos se la
alterarán para bien. La pobre es una docente de lengua y literatura de una
escuela secundaria, es viuda reciente con un hijo adolescente, Michael (Matthew
Brodecick). Tienen un auto que mejor perderlo que encontrarlo, deseo no expresado
por Nora, pero si atendido, ¡se lo roban! Gracias a ello conoce al policía
Brian (Donald Sutherland) con el que tiene inmediata y bienvenida afinidad. Lástima
que a la vez le reaparezca su padre, Max (Jason Robarts) que necesita estar
alejado de la ley y el orden. Por circunstancias que es mejor no contar para no
arruinar sorpresas, Max tiene una importante cantidad de dinero bien habido (en
realidad mal habido, pero como lo obtuvo como una compensación justiciera se lo
puede considerar limpio de culpa y cargo). Como sea, Max mejora ostensiblemente
el presente de Nora y Michael con todo tipo de lujos y excesos que Brian no
debe ver o sospechar. Algo no solo difícil sino imposible. Pero para qué si no
está la magia de las palabras. Con imaginación y sagacidad se conciben mentiras
que pueden pasar por verdades inapelables. Nora quiere negarse a la
munificencia de Max, pero como está de despedida porque un débil corazón le
garantiza como mucho unos pocos más de vida, se resiste a ser una hija
desagradecida y poco afectuosa, entonces le sigue la corriente, aunque esto
signifique alejar a Brian. Pero como esta es una de las comedias-comedias de Neil
Simon y no una atravesada por dramas subterráneos que emergen cuando menos se
los espera, todo fluirá hacia la felicidad, que el dinero no puede hacer ni
comprar, pero casi.
Vistas estas comedias una a continuación de la otra, puede
inferirse que los padres ausentes tienen corazones debilitados por ¿la culpa? Puede
ser, pero son perdonados. Las hijas vivirán para contarlo porque tienen buen
corazón. Debe haber alguna verdad en esto, o no, no importa, es una buena
premisa para armar lindas comedias.
Ah, en Rumba la vie el rol del médico está cubierto
por el polémico poeta, novelista y ensayista Michel Houellebecq, que se divierte
a lo grande y como no es mezquino, contagia.
Gustavo Monteros
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