viernes, 18 de noviembre de 2022

Programa doble: No te preocupes, cariño - Mi policía



 

Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.

Hoy: No te preocupes, cariño – Mi policía


Ni tanto ni tan poco.

 

Se suponía que el 2022 marcaría un antes y un después en la carrera cinematográfica de Harry Styles.

 

(Para quienes no lo conozcan, un cantante británico, exintegrante de la banda juvenil One Direction, que se lanzó como solista y alcanzó un contundente éxito en el mercado pop británico y su zona de influencia. Antes de la globalización, las famas eran intrusivas y abarcadoras. Mi tía Martina que era más folklorista que Leda Valladares jamás consumió a los Beatles, los Rolling Stones o ABBA, pero sabía perfectamente quienes eran y, muy a su pesar, movía la cabeza y los pies al ritmo de sus sucesos cuando se los topaba. Ahora con tanta segmentación y redes sociales y nichos, la fama urbi et orbi ya no existe, fue sustituida por famitas, según los consumos más individualizados. Es probable que llegue el día en que se cumpla una de las polaridades borgeanas, que de tantas famitas, todos seamos famosos y que ninguno lo sea, porque el todo y la nada, en la concepción de Borges, o en este caso, la fama y el anonimato, al ser ambos absolutos se igualan.)

 

En realidad toda esta perorata es para defenderme de las ofensas de los fans de Harry Styles por haberme puesto a explicar quién es y no dar su fama por asumida.

 

Como sea el chico vendemúsica, chico porque no llega a los treinta todavía, lo pusieron a vender películas y lo hicieron protagonizar un par. Aparte de los videos, ya habían comprobado que la cámara lo trataba con suma simpatía en la breve participación en Dunkerque (Christopher Nolan, 2017) y en su cameo para Eternals (Chloé Zhao, 2021).

 

No te preocupes, cariño (Don’t Worry Darling, Olivia Wilde, 2022) se estrenó primero. La presentación en el Festival de Venecia reveló que la filmación tuvo sus entredichos escandalosos, en particular entre la protagonista femenina Florence Pugh y quien precedió a Styles en el papel de Jack, Shia LaBeouf. Aunque, según parece, no faltaron tampoco dimes y diretes entre la directora y también actriz en el proyecto, Olivia Wilde, y la ya mencionada Florence Pugh. Los escándalos opacaron los logros de un film no muy original, pero bello y atrapante.

 

Estamos en un suburbio cerrado que vive según modas, códigos de comportamiento y peculiaridades de finales de los años cincuenta y principio de los sesenta. Los hombres parten a trabajar en una planta misteriosa que quizá tenga que ver con materiales atómicos, mientras las mujeres se quedan en la casa, limpiando, cocinando, construyendo un paraíso de descanso para cuando vuelvan sus maridos, al que reciben con un beso apasionado, la cena lista, acicaladas cual modelos y con un vaso de whisky reparador, como preludio a una relajación mayor.

 

Esta cerrada comunidad está liderada por el carismático Frank (Chris Pine). Accedemos a la historia por el matrimonio conformado por Alice (Florence Pugh) y Jack (Harry Styles). Sociedad tan ordenada y glamorosa no tarda en resquebrajarse y por las grietas se cuelan unas incómodas verdades.

 

La directora Wilde mencionó como influencias para este film a Inception (Christopher Nolan, 2010) y a The Truman Show (Peter Weir, 1998), pero cuando uno llega al final de la trama, otras dos películas muy pero muy famosas vienen a la mente. Películas que no nombraré, porque si se las menciona, todos supondrán con acierto de qué viene el cuento.

 

Mi policía (My Policeman, Michael Grandage, 2022) es una historia de amor de a tres, narrada en dos tiempos (los años cincuenta y el ahora más o menos contemporáneo) y por seis actores (los tres más jóvenes encarnan a los personajes en los cincuenta, los tres mayores en la actualidad).

 

Todo comienza en los cincuenta, Marion (Emma Corrin) una maestra recién recibida se enamora del hermano de una amiga, Tom (Harry Styles), el policía del título. Pero el mío de Mi policía no le pertenece en exclusividad, lo comparte con Patrick (David Dawson) un curador de museo, que es más rico y cultivado que los otros dos, provenientes de las clases populares.

 

La relación de Tom y Patrick no solo está prohibida por la sociedad de aquellos tiempos sino que es muy peligrosa, puesto que se la considera ilegal y se la pena con la cárcel.

 

En la actualidad, pasados unos cuantos y largos años, Patrick (Rupert Everett) que ha sufrido un severo ACV es traído por Marion (Gina McKee) a la casa costera en la que disfruta de su jubilación junto a Tom (Linus Roache), que no quiere saber nada con Patrick, menos que menos cuidarlo en esta hora de desdicha física. Pero hay que pagar deudas pendientes y las verdades ocultas tanto tiempo no dejan vivir tranquilo.

 

Esta historia de amores contrariados conmueve e interesa, pero tanto la novela de Bethan Roberts en la que se basa como el guión que la respeta en demasía, tiene un Macguffin conflictivo, unos diarios en los que el joven Patrick vertía sin pelos en la lengua todo lo que vivía. La novelista Roberts los necesita para una imputación legal, pero le complican las vueltas de tuerca que tiene reservadas. Habría que haber llegado a otra solución técnica, porque estos benditos diarios molestan más que ayudan.

 

De todos modos hay buenos momentos. Por ejemplo el viejo Tom en un momento atestigua en la calle un beso entre dos hombres y se le desata una tristeza que solo puede aliviar llorando mucho. El pobre tuvo que padecer escarnio público por algo que hoy es tan natural como el rocío. (O que al menos se tolera mayoritariamente) Y la primera relación sexual entre los jóvenes Tom y Patrick es torpe, tierna y bella.

 

¿Cuando vimos en estreno La muerte le sienta bien (Death becomes her, Robert Zemeckis, 1992), El club de las divorciadas (The First Wives Club, Hugh Wilson, 1996) o Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill, Roger Michell, 1999) nos dimos cuenta de la relevancia que alcanzarían y de la influencia que ejercerían? Nos encantaría decir que sí, pero ni ahí. Seguimos nuestra vida y esas películas las suyas y dejaron huella.

 

Se suponía que No te preocupes, cariño y Mi policía significarían el breakthrough (trabajo consagratorio) para Harry Styles. No lo fueron, aunque  las dos tiene elementos que quizá las hagan duraderas (quizá también se olviden, claro)

 

Ni tanto ni tan poco. Pero quién sabe…

Gustavo Monteros

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