viernes, 25 de noviembre de 2022

Programa doble: Hablame al cohete - El botín más grande del mundo



 Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.

 

Hoy: Hablame al cohete – El botín más grande del mundo

 

En Spara forte, più forte... non capisco! (Eduardo De Filippo, 1966) (en España conocida por su traducción literal Dispara fuerte, más fuerte...¡no lo entiendo!, en Argentina se la dio como Hablame al cohete), la astuta escena inicial nos debe servir de advertencia. El encuadre nos lleva a creer que Alberto (Marcello Mastroianni) está comprando una mansión, pero de repente empieza a empujar la puerta de una verja autoportante a la que le pusieron unos rulemanes. Es que Alberto es un escultor de material alternativo y prefiere trabajar el hierro en todas sus formas.

 

Esta broma inicial sugiere que desconfiemos, que tomemos todo entre comillas, que no demos nada por descontado. Antonio vive con su viejo tío, Nicola (Eduardo De Filippo), que hace cincuenta años que no habla en protesta contra la humanidad y que solo se comunica con Alberto con cohetes. Alberto tiene con su hermano Carlo, (Leopoldo Trieste) un negocio de alquiler de adornos, sillas o armado de fuegos artificiales para fiestas públicas o privadas.

 

Alberto por casualidad se topa con Tania (Raquel Welch) que va a que Matilde Cimmaruta, una vecina, le lea las cartas.  Las explosiones del tío Nicola obligan a Alberto a pedir disculpas en la vecindad y a entrar en casa de los Cimmaruta en la que ve a un conocido Anniello Amitrano, con el que queda en verse más tarde.

 

Después, una serie de extraños sucesos hará que Alberto crea que los Cimmaruta mataron a Amitrano y los denuncia a la policía. Pero Alberto es un denunciante irresponsable, el pobre sufre de insomnio crónico y tiene dificultades en reconocer lo que es verdad de lo que es onírico. Aunque esta falencia desenmascara latencias temibles, el asesinato corre por la sangre de los Cimmaruta y Amitrano no es noble ni trigo limpio.

 

 

Spara forte, più forte... non capisco! se basa en una de las obras más ambiguas y elusivas de De Filippo, Le voci di dentro (Voces desde el interior) escrita en 1948 para evidenciar las ruinas morales que dejaron las ruinas materiales de la Segunda Guerra. Un hombre que no distingue realidad de ficción denuncia sin fundamento, pero la denuncia desata no una ofensa sino un afán homicida. ¿Acaso los sueños dicen más sobre lo que escondemos de lo que estamos dispuestos a admitir? La guerra pone de manifiesto que el hombre puede ser el lobo del hombre, o ¿el hombre es el lobo del hombre también en la paz, solo que en ciernes?

 

No leí ni vi la obra en teatro, donde, según parece, el material es más oscuro que en esta adaptación cinematográfica del propio De Filippo, en la que entre cohetes, disparates soñados, la rotundez de Welch y el encanto de Mastroianni, el mensaje final sobre la esencia del hombre sigue elusivo pero no tan agrio. El hombre puede ser codicioso, acomodaticio, de moral lábil, de ímpetu asesino, pero también puede pensarse y trascenderse que es lo que quizá haga el personaje de Mastroianni.

 

En The Biggest Bundle of Them All (El botín más grande del mundo, Ken Annakin, 1968) Harry Price (Robert Wagner) más un vivo jactancioso que un delincuente, quiere salir de pobre secuestrando al mafioso retirado Cesare Celli (Vittorio De Sica), pero no hay nadie dispuesto a pagar el rescate, porque el retiro encumbrado es una pura apariencia que oculta una modestia vergonzante.

 

La banda de Harry está integrada por Davey Collins (Davy Kaye) un mecánico casado con una italiana con la que tiene once hijos, Benny Brownstead (Godfrey Cambridge), un violinista clásico desempleado casi continuamente, y Antonio Tozzi (Francesco Mulè), un chef que no quiere saber nada de comidas porque está con sobrepeso y su novia no lo acepta a menos que baje unos cuantos kilos. Cesare, para recuperar su honor y autoestima, les propone a todos ellos que finjan estar bajo su mando y no el de Harry, mientras consigue el dato y la estrategia para una gran golpe de su consejero de siempre, el profesor Samuels (Edward G. Robinson).

 

Harry tiene una novia, Juliana (Raquel Welch) a la hace explotar su belleza para facilitarle cosas, trámites e inconvenientes. 

 

Ken Annakin fue un narrador todo terreno, con grandes logros en la comedia y en el cine de acción, al que recién ahora se le están reconociendo sus estimables virtudes, sobre todo gracias a espectadores memoriosos que no olvidaron los gozos recibidos en las gloriosas matinés de sus infancias. El botín más grande del mundo es precisamente eso, atrapante, fluida y ligera como la mejor matiné posible.

 

Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, Un millón de años A.C. (Don Chaffey, 1966) Raquel Welch se puso una bikini de piel y habitó un poster poseído o conocido por todos los cinéfilos de aquel entonces. Dicha película pero sobre todo el poster dio inicio al reinado de la Welch que duró hasta principios de los ochenta, para cuando el tiempo dañó apenas, pero ajó, su tangible belleza. Mientras fue reina, Hollywood ya no era “Hollywood” y Europa, principalmente Italia, tenía una industria cinematográfica pujante, de ahí que era frecuente que estrellas instaladas o en ascenso pasaran por tierras italianas para protagonizar proyectos junto a italianos ilustres como De Sica, De Filippo o Mastroianni. Y tener arriba en el cartel, genio y belleza, como quien dice.

Gustavo Monteros

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