Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.
Hoy: Sombras en una batalla – La flaqueza del bolchevique
En Sombras en una
batalla (Mario Camus, 1993) Ana (Carmen Maura) se esconde a plena luz. Es
veterinaria en un pueblito cerca de la frontera de España y Portugal. Está asociada
a otro veterinario, Darío (Tito Valverde) con él que se lleva más que bien y
que la ayuda a criar a su hija de 13 años, Blanca (Sonia Martín). La casualidad
la hace conocer a y relacionarse con José (Joaquim de Almeida) hasta que este
revela pertenecer a la organización que mató a su esposo. Porque el secreto de
Ana es haber pertenecido a la ETA (para los que no lo sepan, organización
terrorista nacionalista vasca) y José anduvo mezclado con los GAL (para los que
no lo sepan, agrupaciones parapoliciales financiadas por altos funcionarios del
Ministerio del Interior español que practicaron terrorismo de estado contra la
ETA) Y ya se sabe, los secretos expuestos desatan consecuencias inesperadas…
En La flaqueza del
bolchevique (Manuel Martín Cuenca, 2003, según novela de Lorenzo Silva)
Pablo (Luis Tosar) un ejecutivo treintañero en crisis con sus elecciones de
vida se ve envuelto en un accidente de tránsito inconsecuente con Sonsoles (Mar
Regueras) que de pura antipatía le inicia una querella. Pablo comienza a
hostigarla y así conoce a la hermana menor de Sonsoles, María (María Valverde)
una adolescente de 14 años con la que empieza una relación enriquecedora y
movilizadora. Pero la obcecación de Sonsoles empuja el asunto a la tragedia.
Estas dos películas tienen bellos títulos evocadores y
arman un buen programa doble para un domingo de frío. En mi opinión, el final
de Sombras en una batalla es demasiado ecuménico-cristiano y suena falso, pero
como siempre donde anda Carmen Maura, su sola presencia eleva el material y
evita que se torne desdeñable. La flaqueza del bolchevique juega lícitamente
con nuestras advertidas expectativas (¿es María una nueva Lolita?, ¿Pablo es
una pedófilo en ciernes?) para desafiarlas y sorprendernos. Tosar es hipnótico
como acostumbra y la Valverde no en vano se convirtió después de esta película
en una gran estrella.
¿Hay elecciones inevitables? No, es una contradicción de
términos. Elegir implica algún grado de libertad. Los condicionamientos son
irremediables, uno no elige dónde nacer ni cuándo. Y las elecciones siempre
dejan afuera las otras opciones que pudieron llevarnos por otros caminos.
¿Mejores? Quizá, ¡quién sabe! No me lleven el apunte. Son solo elucubraciones
de domingo.
Gustavo Monteros
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