Programa doble, sección en la que repasamos dos películas
con aspectos en común.
Hoy: La cita – Mi prima Raquel
En The Appointment
/ La cita (Sidney Lumet, 1969) el abogado Frederico Fendi (Omar Sharif) se
cruza en un restaurant con un colega con el que estudió, Renzo (Fausto Tozzi)
que le presenta a su novia, Carla (Anouk Aimée), una modelo profesional.
Frederico queda prendado de la belleza y del misterio de Carla. Ella se
comporta extrañamente, es demasiado dócil, dispersa, blanda. Pasa el tiempo y
por un caso que los dos abogados tienen en común, Frederico se entera de que
Renzo ha dejado a Carla, porque de buena fuente le han dicho que ella trabaja
también como ocasional prostituta de lujo. Más tarde, Carla le pide a Frederico
que interceda ante Renzo y lo convenza de que lo que le han dicho es mentira.
Renzo se muestra renuente a escucharla. Frederico primero intenta averiguar sin
éxito si lo que le han dicho a Renzo es verdad, y después, convenciéndose de
que el rumor es falso, se casa con Carla. Pero la duda persiste y se transforma
en una obsesión que empañará su mente.
En My Cousin Rachel
/ Mi prima Raquel (Henry Koster,1952) Philip Ashley (Richard Burton) ha
sido criado por Ambrose (John Sutton) que al ver declinar su salud se muda a
Florencia para reponerse. Por cartas, Philip se entera de que Ambrose se ha
casado con una prima con la que se reencontró en Italia, Rachel (Olivia de
Havilland). Luego la correspondencia se vuelve confusa, Ambrose aparentemente
en raptos de delirio aduce que Rachel lo está envenenando con unas tisanas que
ella le jura son para mejorarlo. Philip decide viajar a Florencia para ver en
persona qué está pasando. Llega unos días después de la muerte de Ambrose. El
casero le informa que ha muerto de un tumor cerebral, el mismo diagnóstico que
le sugirió el abogado de la familia Nicholas Kendall (Ronald Squire). No es que
Nicholas fuera vidente, supuso que podría tratarse de la misma enfermedad que
mató al padre de Nicholas. Contra las sospechas de Philip, Ambrose no cambió el
testamento, le deja todos los bienes a Philip y nada dispone para Rachel, que
partió para Roma después del entierro. Philip regresa a Cornwall y un buen día
Nicholas le informa que Rachel está en el pueblo de visita. Philip, con la
intención de vengarse de la que él cree asesina de su primo, invita a Rachel a
pasar unos días en la casa solariega que habita. Pero, claro, Rachel no es ni
por asomo la mujer que él se había figurado y se enamora de ella. Primero hace
que Nicholas le disponga de una generosa asignación monetaria mensual y después
arregla para que le cedan todos los bienes de Ambrose. Él cree que no se
despoja de nada porque está convencido de que Rachel se casará con él, pero…
Philip y Frederico son dos hombres profundamente
equivocados respecto a sus objetos de amor. Frederico, maníacamente, Philip,
neuróticamente, jamás confían en lo que sienten, prefieren dejarse llevar por
lo que dicen otros y por lo que suponen erróneamente, porque en el fondo están
más enamorados de su idea de amor que de las mujeres por las que se apasionan.
Es que no basta con amar, también hay que saber hacerlo.
Gustavo Monteros
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