Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.
Hoy: Foxtrot – Antonieta
En Foxtrot
(Arturo Ripstein, 1976) cuando la Segunda Guerra Mundial se cierne inminente,
Liviu (Peter O’Toole) un conde polaco, con su mujer Julia (Charlotte Rampling)
más un sirviente personal, Eusebio (Jorge Luke) se alejan de la guerra y de su
pasado retirándose a una isla tropical deshabitada y casi desconocida. En la
isla los espera Larsen (Max von Sydow) un exmilitar con conocimientos de
ingeniería que se ocupará del armado de las casas cuando lleguen los
materiales. Mientras tanto viven en lujosas carpas que despertarían las
envidias de un jeque árabe. La llegada de un yate con numerosos no invitados
inesperados diezmarán las provisiones y destruirán la fauna del lugar con
cacerías a mansalva. Otra vez solos, los cuatro habitantes de la isla tendrán que
enfrentar el racionamiento de lo poco que queda para comer, beber y fumar, lo
que provocará la disrupción de las categorías sociales de amos y criados. Sin
condicionamientos sociales en los que recostarse, más la amenaza de una pronta
inanición y con la incertidumbre de un futuro satisfactorio, los cuatro
protagonistas se despeñarán en una sinrazón destructiva.
En Antonieta
(Carlos Saura, 1982) Anna (Hanna Schygulla) una psicóloga francesa investiga
las causas del suicidio femenino. Se topa con el caso de Antonieta Rivas Mercado
(Isabelle Adjani) una escritora mexicana que se suicidó en Notre Dame en 1931.
La investigación la llevará a México donde circunscribirá la vida de Antonieta,
la hija de un escultor con estrechos vínculos con la alta burguesía y el poder,
a los convulsionados vaivenes políticos de los tiempos en que le tocó devenir.
Son películas atípicas en las carreras de estos dos
maestros. Si bien no se alejan de las obsesiones temáticas y estéticas que
definieron sus mundos creativos, esta vez temas y estilos están como
atemperados para un público más masivo. Son también dos coproducciones
internacionales con estrellas que no forman parte de su canon actoral habitual.
Las unen asimismo los preciosismos de un vestuario deslumbrante y una dirección
de arte particularmente bella. Uno querría mudarse a las carpas con todas las
comodidades que aparecen en Foxtrot o
a las casas solariegas con galerías con arcadas y con patios o jardines
frondosos de Antonieta. Adjani y
Rampling lucen bellísimas en sus trajes de época y Schygulla nos recuerda cómo
era la moda Prêt-à-porter de comienzo de los ochenta (hoy tan de época como las
de Adjani y Rampling). En un abrir y cerrar de ojos ya todo es pasado.
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