viernes, 15 de abril de 2022

Bacurau


 Demos un paseo por películas que tienen el nombre de una ciudad, país, provincia o accidente geográfico como título (ejemplos: Veracruz, Tanganica, Kamchatka, etc)

 

Hoy: Bacurau

Si de peculiaridades geográficas se trata, dificulto que hallemos otro ejemplo tan extremo de la que caracteriza al pueblo de Bacurau (Juliano Dornelles, Kleber Mendonça Filho, 2019): no figurar en los mapas. Este misterio (al igual que el del género de esta película) se dilucidará en el final.

 

Somos metidos en la historia a través de la vuelta al pueblo de una médica joven para el entierro de su abuela ¿consanguínea?, ¿adoptiva? La chica regresa en un camión aguatero, porque el río que daba agua al pueblo ha sido desviado para que no los favorezca más. De repente el chofer del camión llama la atención sobre unas cajas esparcidas por el camino. ¿Acaso son ataúdes? ¿Los tiró el camión volcado más adelante? ¿Descarriló para evitar atropellar la moto que está al costado del camino? ¿La mujer muerta sobre la banquina manejaba la moto? ¿El chofer del camión de los ataúdes también murió? ¿Por qué la médica y el aguatero siguen de largo?

 

Una vez llegados, ven al pueblo entero reunido por el velorio. La población es variopinta y se perfilan conflictos y desconfianzas entre ellos. Los ritos del entierro son especiales e incluyen cantos y lamentaciones.

 

Para entonces se nos acumulan las preguntas sobre lo que vamos viendo. En especial respecto al género de la película. ¿Es una ficción antropológica? ¿Es un drama social de Pueblo chico, infierno grande? ¿Es un film político sobre disidencias? ¿Es de terror? ¿Es un thriller? ¿Es de zombies? ¿Viene de tragedias ecológicas? ¿De motociclistas descontrolados? ¿Es una revalidación del western? ¿Es un drama filosófico religioso? ¿Es de desembarco de extraterrestres?

 

¿Qué importan las etiquetas cuando el espectador se divierte? Bacurau es un film tan inclasificable como irrepetible. Un sincretismo, una fusión, una mixtura. Es original, inaudito, desbordado. Sobre el final unirá en una trenza perfecta todas las mechas de pelo que ha ido separando y peinando con primor. Y es tan gore, como excelso y justiciero. Ahora el museo del pueblo albergará nuevos trofeos.

 

Puede que Bacurau no esté en el mapa, pero su historia es muy elocuente. Tanto como los 52 premios y 73 nominaciones que lleva acumuladas la película.

Gustavo Monteros

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