Los yanquis van a la guerra y es la guerra
más justa del universo. Después se dan cuenta de que fue una guerra equivocada
y se arrepientes de haber sido tan ingenuos. Y te hacen una película sobre
haber ido y te hacen otra con las lamentaciones de haber ido. Y el ciclo se
repite una y otra vez, y uno se pregunta: ¿los cosos estos no aprenden nunca a
preguntarse antes de ir si debieran ir o no? Con los derechos humanos hacen lo
mismo. Primero los trasgreden dejando a Torquemada y la Santa Inquisición a la
altura de la Madre Teresa y después se desgarran las vestiduras y se flagelan
al llanto de ¡cómo pudimos hacer semejante cosa! Cuando ya a esta altura, la
cuestión tendría que ser “cómo podemos hacer para asegurarnos de que no se
repita”
When they see us o Así nos ven no trata sobre algún
atropello de los sesenta, tiempos en que los yanquis comenzaron a ser
conscientes de que todos los ciudadanos, o al menos su gran mayoría, incluidos
los negros, debían tener más o menos los mismos derechos. No, es bastante
cercana en el tiempo, lo que provoca un estremecimiento de horror. Pasa en
1989. Y fue uno de los primeros casos en que se notó, para mal, claro, la
influencia del millonario Donald Trump (de ahí también que conspicuos
opositores al pelo de zanahoria figuren entre los productores de la miniserie:
Oprah Winfrey y Robert De Niro).
La cosa fue así. En la tarde-noche
antes del inicio de las vacaciones escolares de verano de 1989, adolescentes
negros se reúnen en el Central Park para festejar. En su mayoría de las clases
populares o sea negros e hispano descendientes no tardan en desatar la paranoia
de los blancos y anglosajones policías, que eligen manejar el posible desorden
de la peor manera. Y ahí comienza el armado de una flagrante injusticia con una
funcionaria temible es su odio hacia todo lo que tenga piel en su opinión
turbia, una tal Linda Fairstein (Felicity Huffman en un pelucón imposible, otra
que el de Barbara Stanwyck para Pacto de
sangre, solo la pilosidad abundante nos indica que no es buena persona) y
un hecho concomitante, el hallazgo de una mujer blanca joven ferozmente
golpeada y violada. Se cae de maduro que se necesita al culpable, o en su lugar
a un chivo expiatorio, y por supuesto se lo busca entre los adolescentes que
fueron al parque.
El primer episodio de esta miniserie
es sin duda el mejor y el más interesante, es el que trata cómo se armó el
tsunami que arrasaría con todos los derechos civiles de un grupo de
adolescentes, que se ven condenados a atravesar un literal via crucis, que uno
no le desearía a su peor enemigo.
Los otros tres episodios se centran
en el sufrimiento de cada uno de los cinco “elegidos” para cargar con la culpa
del ataque y violación a la pobre mujer, que para colmo nada puede aportar,
porque en un trauma profundo, no recuerde nada. Y este recuento de violencias y
miserias suena lavado, diluido como si algunas conductas fueran perdonadas
antes incluso de haber sido contadas. Es que las familias de los pobres
involucrados no siempre tuvieron actitudes y decisiones ejemplares.
Queda también afuera del conflicto
central el manejo de la prensa del caso, aparece como en muchas películas solo como
el marco referencial. Tendría que tener un peso mayor, quizá no quisieron
cargar las tintas sobre Trump que no hace más que tirar nafta a la fogata.
En definitiva, un tema riesgoso
tratado con un tacto, que uno intuye cubre de piedad una realidad sencillamente
vil, miserable y cruenta como pocas. Algo así como un tratamiento show-biz de
un caso que merecía un acercamiento más descarnado. Tanto es así que se
acompaña de un “documental” de Oprah Winfrey, lo que lo emparenta más a un
lavado de culpas que a una revisión de situaciones que jamás debieron ocurrir.
Fue escrita y dirigida por Ava
DuVernay que ya le había dado un tratamiento similar a la peripecia de Selma (2014). Por favor que alguien le
haga una retrospectiva de la obra de Costa-Gavras en la que no falte Z (1969), La confesión (1970), Estado
de sitio (1972) o al menos la no tan punzante Missing (1982) a ver si se le pega alto. Curiosamente Costa-Gavras
se ocupó de la caza de perejiles en Sección
especial (1975), película que no vimos en estreno en su momento por razones
obvias.
Así nos ven es una
producción Netflix y puede verse en dicha plataforma,
Gustavo Monteros
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