jueves, 8 de agosto de 2019

Así nos ven



Los yanquis van a la guerra y es la guerra más justa del universo. Después se dan cuenta de que fue una guerra equivocada y se arrepientes de haber sido tan ingenuos. Y te hacen una película sobre haber ido y te hacen otra con las lamentaciones de haber ido. Y el ciclo se repite una y otra vez, y uno se pregunta: ¿los cosos estos no aprenden nunca a preguntarse antes de ir si debieran ir o no? Con los derechos humanos hacen lo mismo. Primero los trasgreden dejando a Torquemada y la Santa Inquisición a la altura de la Madre Teresa y después se desgarran las vestiduras y se flagelan al llanto de ¡cómo pudimos hacer semejante cosa! Cuando ya a esta altura, la cuestión tendría que ser “cómo podemos hacer para asegurarnos de que no se repita”


When they see us o Así nos ven no trata sobre algún atropello de los sesenta, tiempos en que los yanquis comenzaron a ser conscientes de que todos los ciudadanos, o al menos su gran mayoría, incluidos los negros, debían tener más o menos los mismos derechos. No, es bastante cercana en el tiempo, lo que provoca un estremecimiento de horror. Pasa en 1989. Y fue uno de los primeros casos en que se notó, para mal, claro, la influencia del millonario Donald Trump (de ahí también que conspicuos opositores al pelo de zanahoria figuren entre los productores de la miniserie: Oprah Winfrey y  Robert De Niro).


La cosa fue así. En la tarde-noche antes del inicio de las vacaciones escolares de verano de 1989, adolescentes negros se reúnen en el Central Park para festejar. En su mayoría de las clases populares o sea negros e hispano descendientes no tardan en desatar la paranoia de los blancos y anglosajones policías, que eligen manejar el posible desorden de la peor manera. Y ahí comienza el armado de una flagrante injusticia con una funcionaria temible es su odio hacia todo lo que tenga piel en su opinión turbia, una tal Linda Fairstein (Felicity Huffman en un pelucón imposible, otra que el de Barbara Stanwyck para Pacto de sangre, solo la pilosidad abundante nos indica que no es buena persona) y un hecho concomitante, el hallazgo de una mujer blanca joven ferozmente golpeada y violada. Se cae de maduro que se necesita al culpable, o en su lugar a un chivo expiatorio, y por supuesto se lo busca entre los adolescentes que fueron al parque.


El primer episodio de esta miniserie es sin duda el mejor y el más interesante, es el que trata cómo se armó el tsunami que arrasaría con todos los derechos civiles de un grupo de adolescentes, que se ven condenados a atravesar un literal via crucis, que uno no le desearía a su peor enemigo.


Los otros tres episodios se centran en el sufrimiento de cada uno de los cinco “elegidos” para cargar con la culpa del ataque y violación a la pobre mujer, que para colmo nada puede aportar, porque en un trauma profundo, no recuerde nada. Y este recuento de violencias y miserias suena lavado, diluido como si algunas conductas fueran perdonadas antes incluso de haber sido contadas. Es que las familias de los pobres involucrados no siempre tuvieron actitudes y decisiones ejemplares.


Queda también afuera del conflicto central el manejo de la prensa del caso, aparece como en muchas películas solo como el marco referencial. Tendría que tener un peso mayor, quizá no quisieron cargar las tintas sobre Trump que no hace más que tirar nafta a la fogata.


En definitiva, un tema riesgoso tratado con un tacto, que uno intuye cubre de piedad una realidad sencillamente vil, miserable y cruenta como pocas. Algo así como un tratamiento show-biz de un caso que merecía un acercamiento más descarnado. Tanto es así que se acompaña de un “documental” de Oprah Winfrey, lo que lo emparenta más a un lavado de culpas que a una revisión de situaciones que jamás debieron ocurrir.


Fue escrita y dirigida por Ava DuVernay que ya le había dado un tratamiento similar a la peripecia de Selma (2014). Por favor que alguien le haga una retrospectiva de la obra de Costa-Gavras en la que no falte Z (1969), La confesión (1970), Estado de sitio (1972) o al menos la no tan punzante Missing (1982) a ver si se le pega alto. Curiosamente Costa-Gavras se ocupó de la caza de perejiles en Sección especial (1975), película que no vimos en estreno en su momento por razones obvias.


Así nos ven es una producción Netflix y puede verse en dicha plataforma,
Gustavo Monteros

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