¡Volvió The
Blues Brothers (Los hermanos
caradura, 1980) a Netflix! ¿Estaba? ¿Cuándo se fue?, se preguntarán ustedes
en broma. No olvidemos que Netflix es una plataforma de contenidos que varían
para hacer espacios a otros, algunos incluso regresan. Por suerte, The Blues Brothers entre ellos.
A mí, a veces me pasa que la oferta me
apabulla. No sé qué ver, o más bien, no sé qué tengo ganas de ver. Y cuando la
neurosis está a punto de atormentarme, opto por un musical. El género me tira,
y mucho. El problema es que en esos estados de duda, prefiero la comedia
musical, y ya se sabe que en el mundo moderno, ha triunfado el drama musical,
que está bueno, pero no para todas las ocasiones. En este preciso momento, por
ejemplo, si exceptúo los shows o los documentales, puedo optar entre Miss Saigón e Into the Woods, muy buenas opciones a las que le falta el toque
“feel good” (optimista) que me desate alguna sonrisa. Bueno, está también la
versión televisiva de Hairspray, con
sus logros, sí, pero prefiero la versión cinematográfica que sacaron ya hace un
año. Lo sé con precisión porque la alternaba con…The Blues Brothers.
The
Blues Brothers no es un musical en el sentido estricto
del género, es más bien una comedia de acción con canciones, lo que la acerca
al público que NO le gusta el musical. Como sea es lo suficientemente FEEL
GOOD, así con mayúsculas, como para verla con frecuencia.
Es una creación de John Landis, bueno, más
bien una travesura, que protagoniza el malogrado John Belushi en su esplendor y
el siempre delicioso y permanentemente subestimado Dan Aykroyd. Los dos deben
reunir una banda de rhythm and blues que tuvieron para un beneficio que
recupere el orfanato en el que se criaron los hermanos. Los perseguirá la
policía y hasta unos parapoliciales. En el camino se encontrarán con amores
despechados (la siempre recordada Carrie Fisher) o con una cita ineludible
(Twiggy en el colmo de su belleza). Y en el camino no solo reunirán una banda
de músico excepcionales sino que también habrá números de los míticos (y nos
quedamos cortos) Cab Calloway, James Brown, Aretha Franklin, Ray Charles entre
otros gigantes. Y en un gag semi final el cameo del genial (y muy joven por
entonces) Steven Spielberg.
Hay además el disfrute permanente de destruir
patrullas policiales porque sí y meter gags de todo tipo.
Si no la vieron, no se la pierdan. Es tan
gozosa como parece. Y si la vieron, repásenla, sigue tan pimpante como el
primer día.
Gustavo Monteros
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