Al menos a mí, el
resumen que acompaña a la película me resultó engañoso. Dice: “Mientras luchan contra los femicidios en
Delhi, una mujer policía y su jefa enfrentan la violencia de género en carne
propia.”
Durante media
película me la pasé peleando con la misma, porque por culpa del resumen,
esperaba algo más pochoclero. Había imaginado que ellas dos luchaban contra el
sistema y enfrentaban el machismo de su lugar de trabajo. O sea que andaban a
los balazos tras el perpetrador de los femicidios, a la vez que ponían en cajas
a sus superiores y compañeros de comportamiento macho. Nada más alejado de lo
que la película es.
Soni retrata en clave menor, muy menor, y en tono realista unos días en la
vida de la comisaria (o como sea que se denomine el cargo en la India) Kalpana
(Saloni Batra) y de la agente, Soni (Geetika Vidya Ohlyan).
El director Ivan Ayr
junto al guionista Kislay Kislay, cocinan este sensible relato a fuego muy
lento, pero que no pierde jamás su sabor por la cantidad de detalles y
sutilezas con que lo sazonan.
Un film ideal para
machistas acérrimos porque podrán comprender las dificultades permanentes que
experimentan las mujeres en sus conquistas laborales, personales, sexuales,
sobre la infinita paciencia que deben tener para con la estupidez eterna con la
que las quieren someter a un rol determinado, único e inamovible.
Es cine de autor,
pero accesible a todos. Una película necesaria con dos mujeres muy hermosas en
su determinación y coraje.
Soni puede verse en Netflix
Gustavo Monteros
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