Los paladares
exquisitos que prefieren degustar el cine arte antes que el cine industrial se
quejan de que en Netflix hay pocas opciones para ellos. Uno les recuerda los
pocos títulos de cine arte, más para darles la razón que para contradecirlos.
Ahora que Netflix va
a la caza de premios y prestigios, esa situación se está corrigiendo de a poco.
A las pruebas me remito: La balada de
Buster Scruggs de los hermanos Coen y Roma
de Alfonso Cuarón. Y eso que menciono solo las producidas enteramente por la
plataforma.
Entre las asociadas
indirectamente está Lazzaro felice o
como la bautizaron en anglosajón Happy as
Lazzaro. Gran sorpresa este año en Cannes, en donde se quedó con el premio
al mejor guión.
Lazzaro felice está escrita y dirigida por Alice Rohrwacher, que a
pesar de los orígenes que podamos atribuirle al apellido es una hija dilecta,
nacida y criada, en la Toscana. O sea italiana como la que más.
Leo por ahí que Lazzaro felice es una película en estado
de gracia. No sé si tanto, pero que es bella y lograda, no hay duda. Arranca
como un retrato realista crudo, y a uno le sale compararla o acercarla a las
películas de los hermanos Taviani (Remember Padre
Padrone, 1977?) o a las de Ermanno Olmi (Remeber L’albero degli zoccoli / El
árbol de los zuecos, 1978?), pero al rato la cosa deriva para el lado de lo
mágico y a uno le viene a la cabeza el Vittorio de Sica de Milagro en Milán, 1951 o el Roberto Rossellini de L’amore, 1948, pero no el de “La voz
humana”, sino el de la segunda parte, en la que Anna Magnani está convencida de
que lleva en el vientre al hijo de San José, y así, porque la cinefilia es eso,
asociar recuerdos gratos.
Ante Lazzaro felice, lo mejor es dejarse
llevar, por más que el cuento por momentos procure abarcar mucho terreno, como
el de la crítica social o la sabiduría del folklore. Importa menos las
etiquetas que podamos pegarle que la travesía en sí, porque en esencia es un
viaje revelador por lo humano.
Lazzaro felice o Happy as
Lazzaro, como fue mencionado puede verse en Netflix.
Gustavo Monteros
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