Llegué a Con la frente en alto (La tête haute, Emmanuelle Bercot, 2015)
por Catherine Deneuve. (Tarde o temprano termino por ver todas las películas de
mis actores favoritos, sin tomar en cuenta temas o variaciones en calidad, soy
un fan fiel, si alguien me gusta, me entretendrá incluso en el mayor de los
bodrios. Además, los actores, por ese vicio de comer, a veces tienen menos
libertad que los directores o guionistas) Como sea, volviendo al tema que nos
ocupa, me llevé una grata sorpresa. Después averigüé que en realidad es la
segunda película dirigida por Emmanuelle Bercot que veo. La anterior de 2013,
también con Catherine Deneuve se estrenó en los cines: Ella se va.
Con la frente en alto trata la relación que entablan durante 10 años, la
jueza de menores, Florence Blaque (Deneuve) y uno de sus “clientes”, Malony
Ferrandot (Rod Paradot), un chico primero y adolescente después, aparentemente
irrecuperable. A la mínima contrariedad o frustración, lo arremeten ataques de
violencia ¿incontrolables?
Un guía o asistente en
desarrollo o educación, Yann (el carismático Benoît Magimel) querrá bajar los
brazos, ante el caso, ante el sistema, pero la jueza le recordará que él es un
“rescatado” y no hay que cejar aunque se caiga el mundo.
Malory fue hijo de
una chica adolescente, Séverine (Sara Forestier) que nunca termina de madurar y
que vive sobrepasada por sus necesidades, tanto materiales como emocionales.
Con ella (o sin ella) Malory tiene pocas o ningunas opciones. Y como lo tuvo de
muy jovencita, no se llevan muchos años de diferencia, por momentos más que
madre e hijo, parecen hermanos.
Y sin embargo, cuando
el tiempo se acaba, cuando está a punto de llegar a la mayoría de edad, los
famosos 18 (ante la ley, parece ser esa la edad en Francia) el milagro se
produce, que no es otro que el truco más viejo del mundo: el amor. Aprender a
dar y recibir amor, previo aprender a quererse primero, claro.
Rod Baradot, el
Malory protagonista, es un actor portentoso, que entiende y transmite la
frustración y violencia de su personaje, a la vez que no nos aleja de su
peripecia. Detestamos sus acciones, pero queremos que comience a madurar,
porque adivinamos, más que comprobamos, que es una buena persona.
Deneuve tiene, no
bien comienza la película, dos escenas antológicas. “Bastonea” dos audiencias
con mucha gente, gritos, chicos, sin perder intención, personaje y lo más
importante: ritmo. Un despliegue impresionante de talento.
La directora Bercot
ha elegido para narrar su historia un realismo sucio, impiadoso casi, que hace
la redención final más conmovedora.
Para no perdérsela,
es de esas películas que se quedan con uno, que ratifican lo que sabemos, que
con las personas, más con los chicos y adolescentes, no hay que rendirse,
aunque no se llegue a la redención como aquí, lo sembrado en algún momento
florece y nunca es tarde.
Ojalá más de cuatro
que tienen opiniones horribles de los marginados la vieran. La vida es tan
distinta a cómo ellos la ven…
Con la frente en alto puede verse en Netflix
Gustavo Monteros
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