Y ya se sabe, el cine
de los hermanos Coen es versátil, ecléctico, proteico. Su amplia cinematografía
abarca ejercicios sobre el noir: Simplemente
sangre (1984), Miller’s crossing
(1990), Fargo (1996), El hombre que nunca
estuvo (2001), Sin lugar para los
débiles/No country for all men (2007); ejercicios sobre la comedia: Educando a Arizona (1987), El gran salto/The Hudsucker Proxy
(1994), El gran Lewoski (1998), ¿Dónde estás, hermano? (2000), El amor cuesta caro/Intolerable Cruelty
(2003), El quinteto de la muerte/The
Ladykillers (2004), Quémese después
de leerse (2008), Salve, César
(2016); ejercicios sobre el western Temple
de acero (2010) y ejercicios sobre el drama existencialista Barton Fink (1991), Un hombre serio (2009) e Inside
LLewyn Davis: Balada de un hombre común (2013).
Más allá de tanta
variedad de estilos, dos características atraviesan toda su cinematografía: una
cinefilia militante y un corrosivo sentido del humor. Características que se
agradecen y mucho.
Ahora tentados por el
gigante Netflix, pensaron primero hacer cortos o mediometrajes ambientados en
el Lejano Oeste, pero después optaron por el viejo y querido formato de
película de episodios, formato en el que no habían incursionado. Formato que
hoy tiene la vara muy alta gracias a Damián Szifrón y sus Relatos salvajes (2014).
Son seis relatos. Tim
Blake Nelson protagoniza el primero (el más delirante) y que le da título al
conjunto: The Ballad of Buster Scruggs.
James Franco protagoniza Near Algodones,
un relato armado en apariencia para llegar a un antológico chiste final. Liam
Neeson protagoniza el amargo Meal ticket.
Tom Waits protagoniza una fiel transcripción (incluidos animales que huyen del
hombre cuando llega al valle y que regresan cuando se va) de un gran cuento de
Jack London: All Gold Canyon. Zoe
Kazan protagoniza otro relato adaptado, esta vez la autoría original es de
Stewart Edward White: The Gal Who Got
Rattled, en el que un perrito no tiene un rol menor precisamente. Y por
último Brendan Gleeson, Tyne Daly, Saul Rubinek, Jonjo O’Neill y Chelcie Ross
protagonizan The Mortal Remains, un
delicioso juego existencialista.
Como sucede con los
mejores trabajos de los Coen (y este figura entre ellos) uno se enamora, y sabe
que no será esfuerzo alguno revisitarlos una y otra vez.
Hablando de veces,
muchas veces se ha acusado a Ethan y Joel Coen de ser unos misántropos
incurables detrás de tanto fuego de artificio. No estoy tan seguro, pero de ser
así, deben ser los mejores filósofos de las peores opiniones sobre el ser
humano.
The Ballad of Buster Scruggs puede verse en Netflix. Hoy,
mañana o pasado no se la pierdan. Es goce puro.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.