Siempre que puedo, aclaro que no hago críticas, si no
crónicas en las que más que juicios de valor de algún tipo, cuento mi relación
con las películas que veo. Respecto de esta película de Dominik Moll, separaré
lo que hubiera escrito de no haberme molestado un aspecto de la misma de lo que
me molestó al punto de descubrir que tengo mis límites para el humor negro.
Hubiera arrancado con algo así: Philippe Mars (François
Damiens), aunque no lo sabe más que vivir, subsiste. En el día de su cumpleaños
49, su exmujer, una periodista televisiva, que debe viajar a Alemania a cubrir
una crisis de Merkel, le pedirá que se haga cargo por un par de semanas, quizá
también más tiempo, de los hijos que tienen en común, Sarah (Jeanne Guittet) de
15 años y Grégoire (Tom Rivoire) de 11. Ese mismo día, en el trabajo, su jefe
le pedirá que controle y supervise a Jérôme (Vincent Macaigne) un programador
de computación como él, pero muy volátil e impredecible. Y como Philippe tiene
problemas para establecer límites dirá que sí. Jérôme se revelará como un
paciente de hospital psiquiátrico, del que terminará por escapar para
instalarse en casa de Philippe, a la que más tarde traerá a otra compañera de
la institución de la que escapó, Myrima (Léa Drucler) de la que está enamorado.
Hubiera seguido más o menos así: Noticias de la familia Mars (Des
nouvelles de la planète Mars, en el original) de Dominik Moll (recordado
por estos pagos por Harry, un amigo que
te quiere bien (2000) que no en poco contribuyó a la fama de Sergi López) es
una comedia melancólica que se vuelve brillante y punzante en más de una
oportunidad. Progresa asestándole a su protagonista una acumulación de tribulaciones
a cual más asfixiante, hasta que su paciencia y su capacidad de aguante
comiencen a agrietarse. Para el constante interés que despierta, no en poco
contribuye el sólido elenco, pródigo en talento y simpatía.
Y sin duda no hubiera mencionado la subtrama que
habría de alterarme y que haría que siempre recuerde a esta película. No
hubiera hablado de la misma, porque no es central y porque agrega color, y
mejor no mencionar los aspectos que suman, para que generen sorpresa cuando se
los descubra en la película. Resumir el argumento de una película es también un
ejercicio de ocultamiento, cuanto más se deje afuera, mejor, porque provocarán
quizá más disfrute. Solo que esta vez… Hagamos una cosa, si están decididos a
ver la película, saltéense los párrafos que siguen y vuelvan a ellos, después
de haberla visto. Si creen que no la verán o no les importa demasiado saber
detalles relevantes de la misma, sigan leyendo, sepan, claro, que un spoiler se
avecina.
Philippe tiene una hermana, Fabianne (Olivia Côte) una
artista plástica rebautizada Xanaé, quien por un viaje a Bruselas le pide que
se ocupe de su perro, el que puede verse en el afiche. El perro en cuestión es
uno de los más insoportables que se hayan visto en el cine y le depararán a
Philippe no pocos problemas. En un momento límite, bueno, más bien un punto de
inflexión, Philippe establecerá un punto de no retorno con dicho animal y lo
revoleará desde la baranda de un puente para que se ahogue en el Sena. Es un
truco de cámara que no necesita el aviso aquel de que no se lastimó a ningún
animal durante el rodaje, es más hasta se puede adivinar las manos que ponen a
salvo al antipático perro, pero a mí, no sé, no me resultó un gag gracioso,
todo lo contrario, me pareció innecesario, un paso en falso del director y del
coguionista, Gilles Marchand, porque en lo particular, a partir de ese momento,
Philippe dejó de despertarme simpatía y ya no me importó lo que el resto del
metraje tenía para depararle, ya no me interesaron más ni él ni sus amistades,
ni su vecino, ni el resto de su familia, por mí podría barrerlos la nube hongo
que no me desataría ni la más ligera de las compasiones. Puede que a otra gente
el gag no le moleste, lo disfruten, les parezca gracioso, conmigo no fue así,
me demostró que tengo un límite en el humor, que no soy tan amplio como creo.
No me preocupó en lo más mínimo, como con la postura política que hace rato
adopté, me honra estar de este lado.
Gustavo Monteros
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