En un reportaje Leonardo Di
Caprio dice que este es un film único. Y tiene razón. Dura más que empollar un
huevo, pero uno siempre está en vilo, pendiente de cada desventura de sus
personajes. Además, a los pocos minutos de empezado, uno siente que ve algo
destinado a ser un clásico, que será citado, copiado, parodiado, envidiado. Tal
es la contundencia de su talento, de su pericia narrativa, de su innegable
capacidad de hacer cine del mejor.
Estamos a principios del
siglo XIX, los Estados Unidos son todavía un terreno salvaje e inexplorado. Un
grupo de hombres se internó en estas tierras agrestes para lo que fue la
primera depredación capitalista: la captura de pieles que se vendían muy bien
en Europa. Cuando están levantando campamento, los indios los atacan. Son como
sombras, fantasmas, se pierden en el follaje de los altos árboles. Entre los
sobrevivientes están Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) y el hijo que tuvo con una
nativa, Hawk (Forrest Goodluck). Y anda por ahí también un hombre conflictivo
que le manifiesta a padre e hijo abierta animadversión, John Fitzgerald (Tom
Hardy). Y no crean que estoy revelando mucho, constato apenas la situación
inicial. Lo que vendrá después es tanto una historia de supervivencia, de dolor
y de venganza como una indagación filosófica de lo que puede hacer un hombre
por lo que cree su redención.
Alejandro González Iñárritu,
en un gran salto estilístico respecto de su film anterior (Birdman o La inesperada virtud de la inocencia) resuelto casi
siempre en un teatro, en largos planos secuencias, se va ahora a la naturaleza,
a filmar con luz natural y a contar en tono épico las penurias de sobrevivir en
territorios hostiles. Ya se celebra y se celebrará un tiempo largo su escena
con la osa. Duele, fascina, porque nos involucra de una manera (y sí, DiCaprio,
te sigo dando la razón) única.
Y ya que hablamos de
DiCaprio, por favor, (aunque posterguen al genio de Bryan Cranston y su
impecable Trumbo) denle el Óscar de
una vez. Se lo mereció todas las veces que lo nominaron y unas cuantas veces
que no lo nominaron también. Aquí está supremo, como también está supremo Tom
Hardy (nominado asimismo, pero no en la misma categoría, sino en la de reparto,
así que bien podrían ganarlo ambos) en su antagonista.
En resumen, la primera gran
película del año, imperdible.
Gustavo Monteros
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