¿Vieron
que hay novelas que no podemos dejar de leer hasta el final, pero que cuando
las terminamos nos preguntamos por qué o para qué perdimos el tiempo con
semejante cosa? Algo parecido me pasó con Amores
infieles (título bastante feo y confuso para el Third person o sea En tercera
persona del original).
Supongo
que la comparación me surgió porque el protagonista, Michael (Liam Neeson) es
un novelista que va cuesta abajo. El film está escrito y dirigido por Paul
Haggis (Crash-Vidas cruzadas, La conspiración, Solo tres días) y como en la película por la que ganó el Óscar, Crash-Vidas cruzadas, maneja varias
historias paralelas que al final pueden converger o no, un poco a la
manera de Guillermo Arriaga-Alejandro
Conzález Iñárritu (Amores perros, Babel)
cuando estaban juntos.
Es
innegable que Haggis filma bien, sabe cómo escribir un guión y arma
elencos de seguro atractivo. Aquí aparte de Neeson, están Adrien Brody, Kim
Bassinger, María Bello, Mila Kundis, James Franco, Olivia Wilde y la no tan conocida
pero muy seductora Moran Atias. Calculo que la combinación de estos tres
factores es lo que me hizo llegar al final sin protestar demasiado. Además, lo
que siempre es una ventaja adicional, transcurre en Nueva York, París y Roma.
El
problema es que armadas las historias comprendemos que los temas que las
originaron fueron tratados con la ligereza de un programa televisivo con
panelistas. Como si ya no bastaran el desgaste, la falta de compromiso, el
desamor y la desidia de una relación de pareja que se concibió armónica en un
comienzo, Haggis siente la necesidad de enraizar sus historias en la tragedia
griega. Porque, claro, el niño como peón sacrificado de un ajedrez enrarecido
entre adultos ya está en Medea, y el
sexo con progenitores ya está en Edipo,
pero esas cosas cuando ocurren o están por ocurrir no tienen ni la elegancia
formal ni la ligereza emocional con que Haggis las trata. Son sucias, salvajes,
disruptivas, dolorosas. No en vano son material de tragedia.
En
resumen, temas complicados tratados con la profundidad de un noticiero. Ah, las
personas muy sensibles al maltrato o al descuido infantil igual pueden ver este
film, estas instancias no aparecen escenificadas, solo se tratan las
consecuencias de dichos actos.
Gustavo Monteros
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