Bilal
(Firat Ayverdi) lo único que tiene son 17 años, porque no es dueño ni de la
sombra donde podría caerse muerto. Es un refugiado ilegal kurdo en Calais.
Quiere llegar a su Tierra Prometida, Inglaterra, para reencontrarse con su
amor, Mina (Derya Ayverdi) y quizá hacerse notar en algunos de los clubes de
fútbol, se sabe talentoso en ese deporte. Frustrará su primer intento de cruzar
en camión, no puede ponerse una bolsa de plástico en la cabeza para evitar los
sensores con los que se inspeccionan los acoplados. No puede por una cruda
experiencia padecida que Bilal mencionará como al pasar, cuando se ha sufrido
de verdad hasta los grandes traumas se relativizan. Intentará entonces el
prodigio, cruzar el Canal casi sin saber nadar.
Simon
(Vincent Lindon) le dirá a su flamante ex esposa: “Quiere cruzar el Canal a
nado para ver a su chica y yo no pude ni cruzar la calle para detenerte cuando
te fuiste”. Simon es un profesor de natación que comenzará a ayudar a Bilal más
que nada porque Marion (Audrey Dana), su ahora ex, sin la que no puede vivir,
lo acusó de no hacer nada cuando los guardias de seguridad de un supermercado echaban
a los refugiados ilegales. Lo que empieza como un intento desesperado de
manipulación seductora, quedar como un solidario ante Marion, derivará en un
juego peligroso. La policía persigue a los que ayudan a los refugiados y se
puede terminar en la cárcel por varios años si la ayuda se comprueba. Las autoridades
pretenden así desalentar el peregrinaje de los ilegales.
Welcome
(2009) de Philippe Lioret es un cuento amargo, el reverso necesario de tanta
película “feel good” (optimista y aleccionadora). Aquí lo que se aprende llega
tarde y no sirve para mucho. La subtrama del anillo de diamantes con zafiros
bien lo ilustra. Y el Welcome (Bienvenidos) estampado en el felpudo ante la
puerta del vecino sorete se recubre de suprema ironía.
Vincent
Lindon se inscribe en la mejor tradición de los protagonistas franceses, tiene
la voz de Lino Ventura y la nariz de Belmondo. Y sus caracterizaciones oscilan
entre la elegancia de Belmondo y la luminosa brutalidad actoral de Ventura.
Aquí provoca una inmediata identificación con su personaje y se vuelve un
modelo de hombría cuando salva a Marion de ser implicada en la acusación
judicial (momento no exento tampoco de ironía, esta hombría implica la
aceptación ante los demás de lo que se considera socialmente lo opuesto).
Llegué a Welcome
por casualidad. En un foro privado en el que nos intercambiamos películas,
alguien la sube a la sección más psicopatera: Películas que ya tendrías que
haber visto. Ahora, después de verla, concluyo que piscopateadas al margen,
estaba en la sección justa. Buena historia, buen cine.
Welcome anda por el cable y se consigue en cualquier club de DVD.
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