El título original de esta película
es American hustle (hustle es fraude, estafa, por lo tanto una
traducción más o menos fiel sería Estafa
norteamericana). Se basa muy libremente en una operación del FBI a fines de
los 70 y principios de los 80 conocida como Abscam o Arab scam (scam es timo, chanchullo, o sea que Abscam
sería Chanchullo árabe) que partió de una investigación de mercadería robada y
derivó en el desenmascaramiento de algunos políticos corruptos.
El film se abre con una voz en off
que remite al clásico de Scorsese de 1990, Buenos
muchachos, y el quid de la cuestión remite a aquel clásico de George Roy
Hill de 1973, El golpe; de donde se
deduce que para el pleno disfrute de la historia, cuanto menos se sepa, mejor.
Bástenos decir que hay un cuarteto
principal conformado por Irving Rosenfeld (Christian Bale), un estafador que
procura tener siempre la cabeza lejos de cualquier radar, casado con Rosalyn
(Jennifer Lawrence), más pegajosa que el viejo papel matamoscas y más volátil
que un cuete trucho, y enamorado de Sydney Prosser (Amy Adams), una
superviviente sexy, inescrupulosa, camaleónica y con más capacidad de amar que
todos los personajes de Ingrid Bergman juntos; Irving y Sydney caerán en la
mira de Richie DiMaso (Bradley Cooper), un agente del FBI de ambiciones ciegas.
También adquirirá relevancia la figura del alcalde Carmine Polito (Jeremy
Renner), carismático hombre público.
David O Russell después de
experimentar con las formas en Tres reyes
(1999) y I heart Huckabees (2004) se
consolidó con The fighter (El ganador, 2010) y Silver linings playbook (El
lado bueno de las cosas, 2012) como el campeón de las familias o más bien
las relaciones disfuncionales, con conflictos no del todo irreconciliables que
se superan o al menos se sobrevuelan con esa cosita llamada amor. Sus
personajes están siempre al borde de la explosión, pero no llegan al desenlace
del personaje de Capusotto que se tilda en el facebook, porque los tenues lazos
de la contención aún les funcionan, lo que los hace muy atractivos. La galería
de personalidades que suma aquí acrecienta su fama de creador de neuróticos inolvidables
post Woody Allen.
Christian Bale, después de bajar
asombrosamente de peso para El
maquinista, Rescate al amanecer y El
ganador, engorda a la De Niro para El
toro salvaje. Más allá del abuso de esta discutible técnica de mimesis, el
hombre tiene talento y sabe cómo usarlo.
Amy Adams y Jennifer Lawrence son dos actrices portentosas que están más
allá de los adjetivos. Bradley Cooper y Jeremy Renner ratifican que ocupan
lugares de privilegio en el cine contemporáneo no en vano. Impecable también el
resto del elenco con una apabullante aparición breve de Robert De Niro que
oficia como regalo de los dioses.
Esta película de regocijante
recreación de las modas y los ambientes de los 70, pasará a la historia del
cine por dos detalles, los peinados, en especial el de Christian Bale y una
línea de diálogo que se refiere al personaje de Jennifer Lawrence y que nombra
a Picasso en el símil. Frase inspiradísima que no transcribo para no entorpecer
el placer de saborearla. No dudo que a la larga será tan citada como las
apócrifas de Casablanca o Carne.
En resumen, una excelente comedia
negra.
Un abrazo, Gustavo Monteros
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