Para paradojal, nada como el hombre. Me la
paso puteando que no nos dan más que basura hollywoodense y cuando, como
excepción, ¡por fin!, nos dan una
película decente, ando con ánimo de ver un film pochoclero de cuarta. Y sí,
cuando la peli empezó, estaba con más ganas de ver a los musculosos de moda
cagarse a tiros con explosiones de autos como fondo mientras los invaden unos
extraterrestres deformes, que degustar un ejemplo insoslayable de cine arte. Por
suerte, a los minutos estaba tan encantado, seducido, hipnotizado por lo que
veía, que parecía que nunca hubiera querido ver otra cosa.
James Miller (William Shimell) es un escritor
inglés que está en Florencia presentando un libro llamado Copia certificada en
el que sostiene que en arte las copias son tan o más valiosas que el original.
La dueña de una tienda de antigüedades (Juliette Binoche) lo invita a conversar
con ella y lo llevará de paseo a Lucignano, un pueblito de Arezzo. En el viaje
filosofarán y al llegar, harán un juego de roles que los trasmutará en pareja,
una copia certificada de las experiencias de su vida que los acercará a la
verdad de lo que son y sienten.
Abbas Kiorastami (El sabor de la cereza)
entrega un film, en apariencia, sencillo, directo y humilde que es, en esencia,
profundo, reflexivo, indagador. Como bien dice Herb Bloomfield: “Una película
que muestra el mundo, mientras se piensa a sí misma”. Antinomias como
representación y realidad, ilusión y verdad, original y copia, se despliegan y
multiplican fascinantemente una y otra vez.
Juliette Binoche, que se llevó el premio a la
mejor actriz del Festival de Cannes, 2010, por este trabajo, es de una
luminosidad enceguecedora. Como Meryl Streep o Catherine Deneuve acepta los
estragos del paso del tiempo con naturalidad y al revés de otras que se
plastifican o se siliconizan para eternizar la fugaz belleza, luce
arrebatadoramente sensual y terrena. William Shimell, un celebrado barítono
inglés, debuta a lo grande como actor de cine y concreta una actuación
inolvidable y perfecta.
Mis queridos amigos cinéfilos, larguen todo y
vayan corriendo al cine. Copia certificada es un auténtico, legítimo, verdadero
tesoro. Absolutamente imperdible.
Un abrazo,
Gustavo Monteros
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