
A pesar de ser un éxito de público y crítica no se reestrenó, como era el hábito comercial de entonces ni se pasó mucho por tele. Idéntico destino sufrió Cortina Rasgada, en la que Julie Andrews retozaba alegremente en la cama nada más ni nada menos que con Paul Newman en el pináculo de su lozanía. Torn Curtain no era el mejor de los Hitchcocks, pero junto con La Ventana Siniestra ofrecía las escenas más perfectas de la salvación por un pelo Hitchcockoniana. Si en Rear Window, Jimmy Steward se salvaba de que Raymond Burr lo matara encegueciéndolo con el flash de su cámara fotográfica; en Torn Curtain, Paul, sentado con Julie en un teatro viendo ballet, rodeados por media KGB y casi todo el ejército rojo, evita que terminen en Siberia, gritando “fuego” y provocando una estampida feroz.
El chusmaje de los historiadores de cine dice que tanto Nunca Comprarás Mi Amor como Cortina Rasgada fueron cajoneadas por pedido de la Disney y de la Fox para ocultar el pasado pecaminoso y sexual de la Andrews. Es que tanto Mary Poppins como La Novicia Rebelde eran dos minas de oro que producían enormes dividendos con cada reestreno y relanzamiento y había que preservar la asexualidad de la Andrews.
¡Pobre Julie! Años después tuvo que pasar por la ignominia de un topless cómico en S.O.B. (iniciales de son of a bitch, que aquí como reinaba la censura de la dictadura militar se llamó Se Acabó el Mundo, y los turgentes senos de Julie más otros momentos picarescos que protagonizaba fueron más adivinados que vistos), ser cuerneada por Bo Derek en 10, la mujer perfecta y ser travestida en Víctor-Victoria para recobrar algo de su sexualidad.
Pero ahora que reponen en teatro tanto Mary Poppins como La Novicia Rebelde, los directores de casting dicen que encontrar una actriz para la Poppins es relativamente sencillo por el disfraz y el paraguas volador, pero hallar una actriz para María Von Trapp que sea buena, dulce, candorosa, sin que parezca una reverenda pelotuda es toda una odisea,
Ésa bien puede ser la venganza de Julie Andrews.
Un abrazo,
Gustavo
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