Tom (Steve Coogan) e Iris (Naomi Watts) andaban a los
tumbos por la vida hasta que les cayeron como peludo de regalo a él, un
pingüino (The Penguin Lessons / Lecciones de un pingüino, Peter
Cattaneo, 2024) y a ella, un gran danés (The Friend / El amigo,
Scott McGehhe, David Siegel, 2024)
(Aclaración para lectores no argentinos, “como peludo de
regalo” es una expresión del lunfardo argentino que se usa para describir a
alguien o algo que llega inesperada o inoportunamente, el peludo en cuestión
puede referirse al armadillo, cuyo caparazón se usa para armar el instrumento
musical llamado charango, o a un borracho, sinónimo muy en desuso)
En Lecciones de un pingüino, Tom llega a la
Argentina, huyendo de una desgracia personal, pero estamos en marzo de 1976, y
caerá de lleno en una de las peores desgracias sociales conocidas por la
humanidad, la dictadura militar argentina, ejemplo perfecto de terrorismo de
estado, con desaparición de personas, tortura y asesinatos, secuestros de
bebés, apropiación ilegal de bienes y el inicio de una especulación financiera
desastrosa que todavía subsiste.
Tom es un profesor de lengua y literatura inglesa que viene
a trabajar a un exclusivo colegio bilingüe de Quilmes. A poco de llegar se
desata el golpe de estado y como las clases se suspenden temporariamente, se va
a pasar a unos días a Uruguay.
En una discoteca conoce a una mujer joven con la que espera
tener sexo. Cuando salen de la disco, amanece y mientras caminan por la playa
se topan con pingüinos muertos cubiertos de petróleo. Uno de ellos agoniza en
realidad. Se lo llevan al hotel en el que él se aloja para limpiarlo.
Después, más tarde, Tom hará todo lo posible para sacárselo
de encima. Obviamente por el título de la película (por lo tanto no es un
espóiler) no podrá.
Tom, recién llegado, es indolente, indiferente, todo le
resbala, le da lo mismo, es superficial, vacuo, egoísta, o sea un ser
despreciable. Personaje para el que Steve Coogan se pinta solo.
De a poco el pingüino hará que se relacione con sus
alumnos, su colega docente, Tapio (Björn Gustafsson), con el director del
colegio (Jonathan Pryce), con el personal de limpieza, María (Vivian El Jaber),
Sofía (Alfonsina Carrocio) de un modo diferente al inicial. Sabremos que su
indolencia es una coraza para protegerse de las consecuencias de la desgracia
que arrastra.
La película filmada en Gran Canaria es muy respetuosa con
lo que de verdad importa, las dolorosas contingencias provocadas por la
dictadura.
En los detalles escenográficos, Quilmes les quedó como una
mezcla rara entre San Telmo (un barrio de la ciudad de Buenos Aires) y
Concepción (ciudad uruguaya). No seamos quisquillosos, los ambientes no serán
exactos, pero tienen sabor argentino.
En El amigo, Iris es una de las integrantes del
harén de Walter (Bill Murray), escritor talentoso y celebrado. Dentro de este
harén (metafórico), Iris es la amiga, Elaine (Carla Gugino) fue la primera
esposa, Tuesday (Constance Wu) fue la segunda, y Barbara (Noma Dumezweni) es la
esposa actual, y Val (Sarah Pidgeon) es una hija (¿adoptiva?, ¿fruto de una
relación pasajera?, queda como un cotilleo, pero que es hija es hija.
A pesar de tanto soporte femenino, Walter, ya sea por una
enfermedad terminal o por una depresión irreversible, ha decidido suicidarse,
hecho que todas respetan.
Aunque un inconveniente persiste. Entre el legado material,
intelectual y espiritual a repartir, figura con preminencia, Apolo (Bing), la
mascota. Iris es la afortunada depositaria que debe cuidarlo.
Pero Iris vive en un departamento minúsculo, de renta
controlada (o sea que no es cuestión de mudarse y perderlo) de un edificio que
no acepta mascotas. Y Apolo no es un caniche toy, que se mete en una bolsa y se
lleva a todas partes, es un gran danés, que como hasta su propio nombre lo
indica, es de gran porte.
Encima Apolo también es un deudo y desconoce los protocolos
humanos de lidiar con el duelo, el pobre extraña y no sabe qué hacer con eso.
Y mientras Iris considera cómo solucionar el problema
(¿entregarlo a un refugio?, ¿darlo en adopción?, ¿encajárselo a alguien
cercano?, ¿quedárselo?), se va relacionando con Apolo y como no ha tenido
mascotas, no sabe que convivir con un animal de compañía no es algo que se tome
a la ligera.
Las dos películas se centran en la relación hombre-animal y
lo que provoca: solidaridad, entendimiento, trascenderse. Salirse de uno y hacerse
cargo.
Y parece magia, pero no, a cambio de dar cariño, comida, un
techo a un no humano, uno se vuelve más humano.
Yo soy un hombre perro más o menos reciente y lamento los
años que perdí sin tener una mascota al lado.
En una nota reciente en The Guardian listaban las mejores
películas vistas en el 2025 hasta la fecha y figuraban estas dos. Adhiero.
Gustavo Monteros
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