viernes, 5 de septiembre de 2025

Lecciones de un pingüino - El amigo



 

Tom (Steve Coogan) e Iris (Naomi Watts) andaban a los tumbos por la vida hasta que les cayeron como peludo de regalo a él, un pingüino (The Penguin Lessons / Lecciones de un pingüino, Peter Cattaneo, 2024) y a ella, un gran danés (The Friend / El amigo, Scott McGehhe, David Siegel, 2024)

 

(Aclaración para lectores no argentinos, “como peludo de regalo” es una expresión del lunfardo argentino que se usa para describir a alguien o algo que llega inesperada o inoportunamente, el peludo en cuestión puede referirse al armadillo, cuyo caparazón se usa para armar el instrumento musical llamado charango, o a un borracho, sinónimo muy en desuso)

 

En Lecciones de un pingüino, Tom llega a la Argentina, huyendo de una desgracia personal, pero estamos en marzo de 1976, y caerá de lleno en una de las peores desgracias sociales conocidas por la humanidad, la dictadura militar argentina, ejemplo perfecto de terrorismo de estado, con desaparición de personas, tortura y asesinatos, secuestros de bebés, apropiación ilegal de bienes y el inicio de una especulación financiera desastrosa que todavía subsiste.

 

Tom es un profesor de lengua y literatura inglesa que viene a trabajar a un exclusivo colegio bilingüe de Quilmes. A poco de llegar se desata el golpe de estado y como las clases se suspenden temporariamente, se va a pasar a unos días a Uruguay.

 

En una discoteca conoce a una mujer joven con la que espera tener sexo. Cuando salen de la disco, amanece y mientras caminan por la playa se topan con pingüinos muertos cubiertos de petróleo. Uno de ellos agoniza en realidad. Se lo llevan al hotel en el que él se aloja para limpiarlo.

 

Después, más tarde, Tom hará todo lo posible para sacárselo de encima. Obviamente por el título de la película (por lo tanto no es un espóiler) no podrá.

 

Tom, recién llegado, es indolente, indiferente, todo le resbala, le da lo mismo, es superficial, vacuo, egoísta, o sea un ser despreciable. Personaje para el que Steve Coogan se pinta solo.

 

De a poco el pingüino hará que se relacione con sus alumnos, su colega docente, Tapio (Björn Gustafsson), con el director del colegio (Jonathan Pryce), con el personal de limpieza, María (Vivian El Jaber), Sofía (Alfonsina Carrocio) de un modo diferente al inicial. Sabremos que su indolencia es una coraza para protegerse de las consecuencias de la desgracia que arrastra.

 

La película filmada en Gran Canaria es muy respetuosa con lo que de verdad importa, las dolorosas contingencias provocadas por la dictadura.

 

En los detalles escenográficos, Quilmes les quedó como una mezcla rara entre San Telmo (un barrio de la ciudad de Buenos Aires) y Concepción (ciudad uruguaya). No seamos quisquillosos, los ambientes no serán exactos, pero tienen sabor argentino.

 

En El amigo, Iris es una de las integrantes del harén de Walter (Bill Murray), escritor talentoso y celebrado. Dentro de este harén (metafórico), Iris es la amiga, Elaine (Carla Gugino) fue la primera esposa, Tuesday (Constance Wu) fue la segunda, y Barbara (Noma Dumezweni) es la esposa actual, y Val (Sarah Pidgeon) es una hija (¿adoptiva?, ¿fruto de una relación pasajera?, queda como un cotilleo, pero que es hija es hija.

 

A pesar de tanto soporte femenino, Walter, ya sea por una enfermedad terminal o por una depresión irreversible, ha decidido suicidarse, hecho que todas respetan.

 

Aunque un inconveniente persiste. Entre el legado material, intelectual y espiritual a repartir, figura con preminencia, Apolo (Bing), la mascota. Iris es la afortunada depositaria que debe cuidarlo.

 

Pero Iris vive en un departamento minúsculo, de renta controlada (o sea que no es cuestión de mudarse y perderlo) de un edificio que no acepta mascotas. Y Apolo no es un caniche toy, que se mete en una bolsa y se lleva a todas partes, es un gran danés, que como hasta su propio nombre lo indica, es de gran porte.

 

Encima Apolo también es un deudo y desconoce los protocolos humanos de lidiar con el duelo, el pobre extraña y no sabe qué hacer con eso.

 

Y mientras Iris considera cómo solucionar el problema (¿entregarlo a un refugio?, ¿darlo en adopción?, ¿encajárselo a alguien cercano?, ¿quedárselo?), se va relacionando con Apolo y como no ha tenido mascotas, no sabe que convivir con un animal de compañía no es algo que se tome a la ligera.

 

Las dos películas se centran en la relación hombre-animal y lo que provoca: solidaridad, entendimiento, trascenderse. Salirse de uno y hacerse cargo.

 

Y parece magia, pero no, a cambio de dar cariño, comida, un techo a un no humano, uno se vuelve más humano.

 

Yo soy un hombre perro más o menos reciente y lamento los años que perdí sin tener una mascota al lado.

 

En una nota reciente en The Guardian listaban las mejores películas vistas en el 2025 hasta la fecha y figuraban estas dos. Adhiero.

Gustavo Monteros

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