viernes, 13 de junio de 2025

Cerrado por proscripción

 


Perdón, pero no me puedo organizar para hablar de cine, me puede más la bronca, la injusticia, la impotencia de comprobar como unos pocos se roban la democracia en mi país. Nos reencontramos la próxima semana. Gracias por la comprensión.


Gustavo Monteros 

viernes, 6 de junio de 2025

Querido diario - Hoy: Sinners


 

La película se abre con una voz en off que nos recuerda creencias míticas ancestrales. Menciona leyendas que giran alrededor de músicos capaces de hacer una música tan verdadera que conjura personas que vivieron en tiempos diferentes y que rasga el velo que separa la vida de la muerte. Estos músicos pueden curar (tanto física como espiritualmente) comunidades, pero atraer a la vez el mal (entendido como un absoluto).

 

De inmediato muestra a un músico cansado, sangrante, con la cara arañada, que maneja un auto y llega a un templo rural en pleno servicio religioso. Cuando baja del auto, el músico empuña una guitarra rota. Al entrar en el templo, comprendemos que el oficiante es su padre y que le pide que entregue el instrumento, en el sentido de abandonar la música. El músico se muestra reacio.

 

O sea que apenas iniciada, la narración exhibe las dos vertientes por las que hará transcurrir la trama: la música y el mal. Esto viene a cuento para subrayar que la homogeneidad del relato es sólida y no vacilante, como se dijo por ahí, que arranca para un lado y termina para el otro.

 

Es que, al director y guionista, Ryan Coogler, le quedaron como dos películas, una musical y otra de terror. La primera más singular y la otra, más convencional, genérica. Y eso puede confundir al apresurado que no se detiene a discernir. Porque en realidad, una deriva en la otra.

 

Estamos en las tierras del Sur de los Estados Unidos, a fines de los años veinte, comienzo de los treinta. Y los negros son respetados más en la apariencia que en la realidad.

 

Los hermanos mellizos, Smoke y Jack (ambos interpretados por Michael B. Jordan) vuelven a su pueblo natal a gerenciar un bar con músicos en vivo que inaugurarán esa mismísima noche.

 

El regreso nos permitirá conocer los amores que tuvieron, los pleitos que dejaron atrás y los conflictos sin resolver. Y entre las historias a conocer está la de Sammie Moore (Miles Caton), el músico del principio.

 

Esta primera parte es casi antropológica. Conocemos cómo viven, piensan y, sobre todo, cómo hace música esta gente. Sin embargo, a pesar de que la música está en primer plano, el personaje de Sammie se pierde, ante la apabullante star-quality de Michael B. Jordan, que encima viene multiplicada por dos.

 

Sammie debiera ser el epicentro de la historia, y los personajes de Michael B. Jordan los posibilitadores del marco narrativo para que surja el choque de la Música con el Mal (así en mayúsculas).

 

En los papeles es así, pero en la realización la empatía que genera Michael B. Jordan con solo aparecer y estar en el plano, desdibuja y no poco el diseño narrativo.

 

Los hermanos que hace Jordan posibilitan que la historia ocurra, pero no la lideran, no la conducen. Algo que puede confundir porque las estrellas, por definición y designio, son las que generalmente hacen la historia. No es este el caso.

 

Presentados los personajes, con nuestras simpatías creadas hacia unos y hacia otros no, comienza la segunda parte: la aparición del mal.

 

La herramienta elegida para diseminarse es el cuerpo y alma de Remmick (Jack O’Connell) A poco de entrar en escena se consigue dos secuaces: Joan (Lola Kirke) y Bert (Peter Dreimanis), activos militantes del KKK (versión “natural” del mal en contraposición de la supernatural que encarna Remmick)

 

El tráiler oculta con destreza la forma que adopta Remmick para propagar su maldición, así que no cometeré spoiler y no adelantaré nada. Eso sí, permítaseme decir que Jack O’Connell exhibe un talento para la música que le desconocíamos hasta ahora. Y su voz es también muy agradable en el canto. El muchacho se está convirtiendo en todo un catálogo de virtudes.

 

No soy un experto en cine de terror, frecuento muy poco el género, pero lo que aquí se ve me pareció efectivo y atrapante. Aunque más no sea por la lógica de ver (o adivinar) quién vive (o sobrevive) y quién no.

 

Sinners (2025) tuvo una preventa larguísima. Los primeros avances aparecieron unos 7 meses antes de su estreno. Mercadeo que no siempre juega a favor, puede saturar. Eso no pasó esta vez.

 

Se estrenó y fue un gigantesco éxito de público y sorpresivamente (o no) de crítica. Ryan Coogler es un director talentoso y astuto. Pero tiende a tomarse su material demasiado en serio, lo que redunda en una solemnidad involuntaria. Aquí ese defecto no es tan patente. Ligeros toques de humor disuelven la pomposidad y la seriedad surge de la necesidad de la historia, no del estilo.

 

Solo queda razonar el porqué del título. ¿Quiénes son los pecadores (sinners)? Y ¿por qué? Habrá tantas teorías como espectadores tenga la película. Para mí son los que necesitan de un músico excepcional para sanar sus males físicos y espirituales. Lástima que los músicos vengan con sombras no invocadas.

Gustavo Monteros