¡Bienvenidos a un nuevo año de Crónicas de cine!
Mientras duró el descanso, elegí películas para nuestras
secciones habituales de Programa doble, Películas que ya tendría que haber visto
o Películas con títulos de una palabra evocadoras de ciudades, países o
accidentes geográficos, etc. Pensé también en nuevas secciones: 50 años no es
nada (donde repasaría films que este año cumplen 50 años de su estreno, como Chinatown),
Reverdeciendo laureles (en la que vería si algunos clásicos sigue vigentes o ya
perecieron), El original y la copia (análisis de obras que tuvieron su remake
feliz o desafortunada) o Al mal tiempo, feel-good movies (espacio para contrarrestar
la deshumanización ya instalada o para celebrar la poca humanidad que nos queda,
revitalizando costumbres perdidas, como la solidaridad, la generosidad, la
amabilidad) Pero a medida que se acercaba el momento de concretar las ideas y
sentarme a escribir, me dominaba un sentimiento de Déjà vu, de ya lo hice antes
y mejor quizá, de para qué insistir. ¿Acaso se me habían pasado las ganas de
hablar sobre cine? No, me contesté. Solo es hora de variar el ángulo, de
correrse de las estructuras practicadas, de abandonar las rigideces a las que
obligan las formas elegidas de ejercer este amor por la narración audiovisual. Se
me ocurrió entonces intentar uno de los recursos más viejos: el clásico y
confesional Diario. Allá vamos.
Diario de un cinéfilo desesperado en tiempos de oscuridades
político-sociales
Las transculturizaciones me pudren. Me asusta que Halloween
se instale o que la pérdida de raigambre cultural nos lleve a abrazar Acción de
gracias. Pero suprema contradicción (¿a la Maryland?) San Valentín ya no me cae
tan mal y San Patricio me seduce mucho. O sea, me perdono con aquello de Si no
podés contra ellos, úneteles. Y como todo es compraventa y dado que no tenemos
un mango que nos sobre, no intentan campañas agresivas para vendernos flores o bombones
(algo complicado en tiempos de olas de calor) y se conforman con alentarnos a
que celebremos nuestros San Valentines con cenas afueras que pueden ser con
amigos si no tenemos parajes estables, en vías de serlo o palenques donde
rascarnos. Eso sí, como siempre están vendiendo streamings varios, nos recuerdan
hasta el hartazgo las películas de amor que tenemos disponibles en tal o cual
plataforma. Yo, sin ir más lejos, enumeré el año pasado para estas fechas
algunas de mis favoritas. ¿Tengo algunas nuevas para agregar a la lista?
De las que vi últimamente dos se me hicieron recuerdos
recurrentes. Y bien que podrían haber terminado en la sección de Programa
doble, porque las dos juegan con (para citar un clásico) Lo que no fue, pero
bien pudo haber sido. Ellas son la nominada a dos Óscares 2024 (por Mejor Película
Mejor Guion Original) Past Lives, escrita y dirigida por Celine Song con
Greta Lee, Teo Yoo y John Magaro en los protagónicos y la no Oscarizada y un
poquito más vieja, es del 2022, Of an Age, escrita y dirigida por Goran
Stolevski con Thom Green y Elias Anton en los protagónicos.
En el comienzo de Past Lives vemos a la futura Nora
y a Hae, dos chicos de 10 años en Seul, son compañeros de escuela, se
complementan, se apoyan mutuamente y si no es el famoso primer amor, le pasa
raspando. Pero la familia de Nora emigra a Canadá y la relación se suspende.
Pasan 10 años y Nora que ahora está en Nueva York como dramaturga en ciernes,
una noche jugando con su madre con las redes sociales descubre que Hae la
anduvo buscando, le responde y se reencuentra por zoom. La relación reverdece,
pero ante la imposibilidad de verse a la brevedad en persona, deciden darse un
año sin comunicarse. Cuando este lapso haya pasado, unas cuantas cosas habrán
pasado y llegado el momento de reencontrarse en persona, algunas cuestiones se han
vuelto insalvables.
En Of an Age, estamos en el verano de 1999 en Australia,
Kol (Elias Anton) un adolescente de 17 años tiene que participar en una
competencia de ballroom con Ebony (Hattie Hook) una tarambana fiestera que despierta
la tarde del concurso en una playa muy lejana de donde tienen que participar.
Ebony le pide a su hermano mayor, Adam (Thom Green) que la pase a buscar. Y así
Kol y Adam se conocen. Habrá idas y vueltas, y Adam y Kol pasaran una noche de
amor. Pero, siempre hay un pero. Adam al día siguiente se va a estudiar a las
antípodas. Se despiden para siempre jamás. Aunque 10 o 12 años más tarde, el
casamiento de Ebony volverá a juntarlos. Pero el tiempo transcurrido y el océano
de por medio habrán levantado barreras infranqueables, incluso cuando el amor
siga tan vivo como en aquella noche fundacional.
Estas dos historias juegan con el esquema de Romeo y Julieta.
Las circunstancias de las dos familias enfrentadas son sustituidas por
elecciones profesionales, ambiciones personales y destiempos desafortunados. Pero
lo más corrosivo y con lo que nos identificamos es con la idea de lo que pudo
haber sido. Todos tenemos historias inconclusas que pudieron haber tenido
derroteros con los que solo podemos fantasear. La vida nos llevó para otros
lados, para otros brazos, para otros destinos. Sin embargo, en noches de
insomnio o en esperas en los que la mente divaga, nos preguntamos y si…
Past Lives y Of an Age son
historias conmovedoras que acompañan y se vuelven imperecederas. Y nada expresa
su pernicioso sustrato como la letra de esta canción de Stephen Sonheim que
canta el personaje Benjamin Stone en Follies
The road you didn’t take
You're either a poet Or you're a lover Or you're the famous Benjamin Stone
You take one road You try one door There isn't time for any more One's life consists of either/or One has regrets Which one forgets And as the years go on
The road you didn't take Hardly comes to mind Does it? The door you didn't try Where could it have led?
The choice you didn't make Never was defined Was it? Dreams you didn't dare Are dead Were they ever there? Who said? I don't remember I don't remember At all...
The books I'll never read Wouldn't change a thing Would they? The girls I'll never know I'm too tired for
The lives I'll never lead Couldn't make me sing Could they? Could they? Could they?
Chances that you miss Ignore Ignorance is bliss— What's more You won't remember You won't remember At all Not at all...
You yearn for the women Long for the money Envy the famous Benjamin Stones
You take your road The decades fly The yearnings fade, the longings
die You learn to bid them all goodbye And oh, the peace The blessed peace... At last you come to know
The roads you never take Go through rocky ground Don't they? The choices that you make Aren't all that grim
The worlds you never see Still will be around Won't they? The Ben I'll never be Who remembers him? |
El camino
que no elegiste O sos un
poeta O sos un
amante O sos el famoso
Benjamin Stone Tomás un
camino Abrís una
puerta No hay tiempo
para nada más La vida
consiste en es esto o aquello Uno tiene
arrepentimientos De los que se
olvida A medida que
pasan los años El camino que
no elegiste Apenas si te
lo acordás ¿No? La puerta que
no abriste ¿Dónde te
pudo llevar? La elección
que no hiciste Nunca se
definió ¿No? Los sueños a
los que no te atreviste Están muertos ¿Alguna vez
existieron? ¿Quién dijo
qué? No me acuerdo No me acuerdo Para nada… Los libros
que nunca leíste Nada cambiaron ¿No? Las chicas
que nunca conocerás Porque estoy
cansado para hacerlo Las vidas que
no vivirás No te hubieran
hecho cantar ¿No? ¿No? ¿No? A las
oportunidades perdidas Ignóralas La ignorancia
es felicidad Lo que es más No te acordarás
No te
acordarás De nada Absolutamente
nada… Añoraste mujeres Anhelaste dinero Envidiaste a
los famosos Benjamin
Stone Tomás un
camino Las décadas
vuelan Las añoranzas
se apagan, los anhelos mueren Aprendés a
despedirte de todo eso Y, ah, la paz La paz
bendita Por fin la
llegás a conocer Los caminos
que nunca elegiste Van por
terreno pedregoso ¿No? Las elecciones
que hiciste No son todas siniestras Los mundos
que nunca verás Todavía andarán
por ahí ¿No? El Ben que
nunca serás ¿quién se acuerda
de él? |
Stephen
Sondheim |
Traducción de
quien les habla |
Gustavo Monteros
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