viernes, 3 de noviembre de 2023

Programa doble - Hoy: Cassandro - La revanche de Crevettes Pailletées



 

Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.

Hoy: Cassandro – La revanche des Crevettes Pailletées

 

Parece que esto de aceptarse no es de una vez y para siempre como quieren hacer creer los manuales de autoayuda, sino más bien un work in progress con afirmaciones si no cotidianas, al menos más que frecuentes. Incluso si se vive con la lógica de las aves del paraíso, algo que requiere de una producción diaria. Saúl, el futuro Cassandro (Gael García Bernal) si acaso estuvo en el closet fueron los minutos que le tomó comprender para donde iban sus deseos e identificaciones. Tiene con su madre, Yocasta (Perla De La Rosa) un negocio de limpieza, planchado y costura de ropa. Ella lo acepta sin dobleces y él la admira hasta imitarle la torpeza de enamorarse de hombres casados que nunca reconocerán que están en relación con ellos. De su padre, Eduardo (Robert Salas) heredó la afición por la lucha libre, que practica en forma amateur, con la esperanza de que lo acepte como luchador, ya que no puede hacerlo ni como hijo ni menos que menos homosexual. Como no es un grandote con cuerpo de estibador, es el que siempre pierde. Para mejorar y tener derecho a ganar, toma clases con una luchadora profesional, Sabrina (Roberta Colindrez) que como casi todo el mundo de la lucha le insiste que sea un exótico, una versión queer del luchador, porque el ambiente de la lucha será machista, pero admite al menos el reconocimiento de la disidencia sexual o de género. Saúl, el futuro Cassandro, no quiere saber nada de convertirse en un exótico, porque si bien se lo admite diferente, no se le reconoce mérito, es el que pierde de hecho y al que se humilla por su diferencia. Pero Saúl tendrá una revelación que le permite ser Cassandro, su alter ego exótico: la vieja y querida lógica de Rocky 1, el campeón moral, el que si el mundo fuera justo debería ganar, el perdedor orgulloso que se gana el aplauso y el corazón del público.

 

Cassandro (Roger Ross Williams, 2023) se basa en situaciones y personajes reales, ligeramente acomodados para que entren en el formato ficcional clásico, o sea el de  introducción, desarrollo y final. Y es la confirmación de una verdad tan evidente que solemos pasar por algo, que Gael García Bernal es un actor más que grande prodigioso. Es dueño de un talento natural que no subraya, sino que vive con frescura. A lo largo de una ya extensa carrera ha hecho cosas dificilísimas sin la ostentación ni la alharaca, que desatan críticas superlativas y profusión de reconocimientos. No, él simplemente actúa con la fluidez con la que se juega. La película se conoció lejos de la temporada de premios que está por empezar. Sería lindo y justo que no se olvidara su impecable caracterización ni se la pasara por alto, que esté en las nominaciones para los premios más rimbombantes y que se gane más de uno. Ya es hora de que se lo ubique donde le corresponde, entre los inmensos.

 

Vuelven los camarones con purpurinas. Para los que no tengan ni noticia de lo que estamos hablando, les cuento que son un equipo gay de water polo, que en la ahora película 1, Les Crevettes Pailletées (Maxime Govere-Cédric Le Gallo, 2019) eran entrenados por un coach profesional en castigo por su homofobia. Y el hombre aprendió tanto a respetarlos que ahora en opus 2, La revanche de Crevettes Pailletées (Maxime Govare, Cédric Le Gallo, 2022) es su entrenador no por obligación, sino por elección.

 

Van camino a los Gay Games de Tokio, pero se ven conminados a hacer una escala en una región particularmente homofóbica de la madre Rusia. Y mientras los entuertos se anudan y desatan, aprenderemos que estos paladines del anticloset, guardan demasiados secretos para ser los autoproclamados héroes de una muy cacareada libertad.

 

Está el dispuesto a todo el sexo que quieras, pero a ningún compromiso afectivo, está el que es heterosexual pero que ha fingido ser gay para no ser rechazado, está la pareja con hijos, con uno quiere equiparar a los gustos y formas de las parejas heterosexuales burguesas, con cenas con dígalo con mínima, mientras el otro se aburre soberanamente en silencio y extraña el desenfreno gay de beber y bailar a lo grande, está el que no puede hacer el duelo y anda como si ya estuviera hecho, está el nuevo que no puede admitir que es más gay que una marcha de orgullo, está la chica trans que aspira contra toda cordura por el premio mayor, seducir al entrenador hetero, que respeta y gusta de su femineidad, pero nada más, está el zurdo que oculta que su pareja tiene más dinero que jeque petrolero no sea cosa que se burlen de su ideología. Y así.

 

Estos camarones repiten la magia inaugurada en la primera aventura. Cuando empieza son casi una caricatura plana y chata, puro estereotipo, pero de a poco van ganando carnadura y terminan por tener más profundidad y sutilezas que novela de Henry James. Sin perder nunca el tono de comedia por más que afloren los dramas más puros.

 

En estas dos películas, no hay gays intentando ser aceptados en un ambiente deportivo mayoritariamente machista como el fútbol, el box y otros. No andan pidiendo permiso ni extensión de la aceptación. Pero aprenden a deletrear una de las verdades del universo: para ser respetados, primero hay que respetarse. En definitiva, la aceptación no es cosa de un día, es de todos.

Gustavo Monteros

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