viernes, 6 de octubre de 2023

Programa doble - Hoy: Luna Nueva - Me casé con un ángel



Programa doble, sección en la que repasamos dos películas con aspectos en común.

Hoy: Luna Nueva – Me casé con un ángel

 

A él lo conocí en El fantasma de la Ópera (Phantom of the Opera, Arthur Lubin, 1943), en la que era el galán, claro, el Fantasma era Claude Rains. A ella la conocí en San Francisco (W.S. Van Dyke, 1936), en la que era una cantante de ópera requerida en amores por el infame patrón de piringundines de lujo, Clark Gable, para escándalo del curita que hacía Spencer Tracy, y todo terminaba en el terremoto de San Francisco de 1906, con gran profusión de espectaculares efectos especiales. Por entonces daban en la tele El show de los Muppets, en el que la parejita de Wayne y Wanda los evocaban, los pobres nunca podían pasar de la primera estrofa porque los acometía algún desastre relacionado con el título de la canción que emprendían, como “Rema, rema, rema” o “Tiempo tormentoso”) Wayne y Wanda me daban muchas ganas de conocer a los originales, pero tuve que esperar unos cuantos años y un ciclo de cine para que eso sucediera.

 

Él era un tal Nelson Eddy (1901-1967) y ella una tal Jeanette MacDonald (1903-1965) y como Trinity y Bambino, juntos fueron dinamita en ocho películas. ¡Oh, Marietta! (también conocida como Marietta, la traviesa más cercana al original Naughty Marietta) (Robert Z. Leonard / W.S. Van Dyke), sobre opereta de Victor Herbert. Rose-Marie (W.S. Van Dyke, 1936) sobre opereta de Otto Harbach y Oscar Hammerstein II. Primavera (Maytime, Robert Z. Leonard, 1937) sobre opereta de Rida Johnson Young. La ciudad de oro (The Girl of the Golden West, Robert Z. Leonard, 1938) basada en la obra de David Belasco musicalizada por Sigmund Romberg (nótese que esta misma obra fue llevada a la ópera por nada menos que Giacomo Puccini: La fanciulla del West). Enamorados (Sweetharts, W.S. Van Dyke / Robert Z. Leonard, 1938) sobre obra de Victor Herbert. Luna nueva (New Moon, Robert Z. Leonard / W.S. Van Dyke, 1940) sobre opereta de Sigmund Rombert y Oscar Hammerstein II. Amarga dulzura (Bitter Sweet, W.S. Van Dyke, 1940) versión de la opereta de Noël Coward. Me casé con un ángel (I married an angel, Roy del Ruth, 1942, versión de la comedia musical de Richard Rodgers y Lorenzo Hart.

 

Y si el musical exige la complicidad del público para aceptar la convención de que la nada la gente se ponga a cantar o bailar o ambas cosas para expresar lo que sienten o contarnos lo que les pasa, en la opereta (no en vano hermana menor de la ópera) la complicidad linda con el delito de la sugestión colectiva (que no es técnicamente un delito, pero merecería serlo) Con cara muy seria y sin procurar advertir el humor involuntario, uno tiene que aceptar que mercenarios (¡mercenarios!) tengan un código de conducta de oficial prusiano, que piratas feroces peleen sanguinariamente, pero que al acabar con toda resistencia masculina, descubran que el botín conquistado incluya un contingente de mujeres y que en el acto pasen a comportarse como monjes budistas, es exigirle a nuestra aceptación de la credibilidad demasiado. Y si de comportamientos individuales se trata, un gobernador machirulo puede coquetear a una mujer ajena frente a una esposa celosa ¡sin que esta se dé cuenta!, o que una señorita prometa sexo para no cumplir y salirse con la suya sin una queja siquiera es forzar los límites a la estratósfera de cualquier caracterización ligeramente basada en alguna psicología. Pero uno es un caballero y no se inmuta ante las ilógicas convenciones presentadas.

 

Como esta es una sección doble y no repaso de una filmografía, elegiremos dos películas de las ocho que hicieron. Una que es un perfecto ejemplo de una película típica del dúo (Luna nueva) y otra (Me casé con un ángel) que se aparta por completo de lo que el público aprendió a esperar de estas dos grandes voces (porque eso sí, cantaban como los dioses)

 

En Nueva Luna ella es Marianne de Beaumaniour y se dirige a Nueva Orleáns a hacerse cargo de una plantación que heredó. En el barco van también condenados que serán vendidos como esclavos, entre ellos está él, Charles, duque de Villiers, enemigo político del rey que se hace pasar por un siervo. Charles es comprado por el administrador de la plantación de Marianne y ella y su tía quedan rendidas antes los encantos del nuevo esclavo. Marianne no tarda en descubrir quien es de verdad y lo salva de que lo aprese la tropa francesa que lo busca. Charles lidera la liberación de los esclavos que lo acompañaron en el viaje y parten en un barco. Marianne decide volverse a París y compra pasajes para el Luna Nueva. Después de hacer escala en Martinica, el Luna Nueva es abordado por piratas con ¡Charles como jefe! Charles se convierte, claro, en el capitán del Luna Nueva. No por mucho tiempo, se desata una tremenda tormenta y naufragan en una isla tan fértil como desierta. Charles propone que se queden a vivir allí y que armen ¡una ciudad-república! según los principios de Libertad-Igualdad-Fraternidad que serían en un futuro cercano los que alentarían a la Revolución Francesa. Entonces, ciudadano Villiers va, ciudadana Beaumaniour viene, el amor se infla más que un suflé y…

 

En Me casé con un ángel estamos en Budapest, ella es Anna Zador, una secretaria que hace seis años trabaja en el banco de él, el conde Willie Palaffi. Ella lo adora, él no le presta la más mínima atención. El bondadoso y viejo tío de él sabe que ella lo ama y que sería una buena esposa, por eso hace que la asistente personal de él (nuestra bellísima Mona Maris que estuviera con Gardel en El día que me quieras y que sería la Perichona en Camila con Susu Pecoraro e Imanol Arias) la invite a la fiesta de cumpleaños de él que se celebrará esa misma noche. Marika que quiere a Willie para ella misma, aprovecha que la fiesta es de disfraces y como sabe que Anna no puede pagarse un disfraz caro como los que llevaran los otros, le da a Anna un vestido sencillo al que completa con alas de cartón y una corona con halo, ¡Anna será un simple ángel! La belleza de Anna sorprende a Willie y la saca a bailar. A ella se le corren las alas y la coronita con un halo se desliza de un lado al otro y todos se ríen. Willie se enoja y se va a su escritorio a descansar un rato. Se duerme y sueña que Anna es un ángel de verdad (que ahora se llama Brigitta, aunque sea la mismísima Anna) y que se casa con ella. La felicidad no es completa porque ella es muy sincera, no tiene filtros, le dice en la cara a la gente lo que ve y hace que él se peleé con su círculo de amistades ricas. Ella (Anna/Brigitta) decide arreglar las cosas, aunque eso signifique perder su calidad de ángel y convertirse en un mortal del montón. Entonces…

 

Me casé con un ángel no es una opereta sino una comedia musical de Broadway. Fantasiosa y sofisticada. La película es elegante y lograda, pero fue muy cara y tuvo poco éxito, lo que hizo que la sociedad Nelson Eddy-Jeanette MacDonald llegara a su fin. La crítica en su momento la despedazó, pero ahora de a poco va siendo redescubierta y valorada. Las canciones de Rogers-Hart (como no podría ser de otro modo) son deliciosas y la calidad de los rubros técnicos es irreprochable. Todos están muy bien, pero Eddy-MacDonald están alejados de los parámetros argumentales que cimentaron los disparates de opereta con los que están asociados.

 

Jeanette MacDonald y Nelson Eddy se amaron no solo en la pantalla. Pero no pudieron consumar su amor en público. Él ya estaba casado y ella también. Ella por imposición del estudio. Era un espíritu libre que había tenido convivencias con hombres ¡sin casarse! Como la moral que querían mostrar que sus estrellas cultivaban era muy rígida, para no correr riesgos, la “casaron” con un galán homosexual, Gene Raymond. Los mandamases del estudio mataban dos pájaros de un tiro. La “contenían” a ella de parejas libres y “legalizaban” los gustos “fuera de norma” de él. MacDonald quería tener hijos y Raymond no podía tenerlos por una enfermedad congénita. Ella de todos modos se embarazó dos veces (de Nelson Eddy, claro), pero no completó el ciclo de ninguno de los dos embarazos, los perdió rápidamente. En el primero Jeanette sufrió maltratos por parte de Raymod y Nelson Eddy se trompeó con él y lo lanzó por unas escaleras. Eddy lo dejó inconsciente y creyó que lo había matado, aunque por suerte, no fue el caso. MacDonald no se separó de Raymond y estuvo con él hasta que falleció. La pobre tenía un corazón débil que se cobró los esfuerzos que ella hizo para ser una profesional de primera. Cumplió con su sueño de cantar ópera, cuando comenzó con el cine, venía solo de Broadway. (Eddy no, venía al cine de la ópera). Ella murió a los 61 años en 1965. Él no tenía un corazón débil, pero murió un par de años después en 1967 a los 65 años… del corazón. Se descompuso en plena función actuando en Miami Beach y falleció camino del hospital. Y no era tenor, era barítono. Y como amor con amor se paga, más allá del celuloide, andan juntos por algún lado. Sin duda.

 

Los creadores que en algún momento de su infancia se toparon con Nelson Eddy-Jeanette MacDonald no los olvidaron y los celebran. Jim Henson como ya lo mencioné, los cita en el primer Show de los Muppets. Mel Brooks en El joven Frankenstein (Young Frankenstein, 1974) la hace cantar a Madeline Kahn en un momento clave y muy hilarante, “Ah, Sweet Mystery of Life”, canción que Jeanette MacDonald popularizó en Marietta la traviesa. Tim Burton en Marte ataca (Mars Attacks, 1996) hace que los terrícolas venzan a los marcianos con una versión de “Indian Love Call”, cantada por MacDonald y Eddy en Rose-Marie. Repito, amor con amor se paga.

Gustavo Monteros
 

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