Programa doble, sección en la que repasamos dos películas
con aspectos en común.
Hoy: Luna Nueva – Me casé con un ángel
A él lo conocí en El fantasma de la Ópera (Phantom of the Opera, Arthur Lubin, 1943), en la que era el galán, claro, el Fantasma era Claude Rains. A ella la conocí en San Francisco (W.S. Van Dyke, 1936), en la que era una cantante de ópera requerida en amores por el infame patrón de piringundines de lujo, Clark Gable, para escándalo del curita que hacía Spencer Tracy, y todo terminaba en el terremoto de San Francisco de 1906, con gran profusión de espectaculares efectos especiales. Por entonces daban en la tele El show de los Muppets, en el que la parejita de Wayne y Wanda los evocaban, los pobres nunca podían pasar de la primera estrofa porque los acometía algún desastre relacionado con el título de la canción que emprendían, como “Rema, rema, rema” o “Tiempo tormentoso”) Wayne y Wanda me daban muchas ganas de conocer a los originales, pero tuve que esperar unos cuantos años y un ciclo de cine para que eso sucediera.
Él era un tal Nelson Eddy (1901-1967) y ella una tal
Jeanette MacDonald (1903-1965) y como Trinity y Bambino, juntos fueron dinamita
en ocho películas. ¡Oh, Marietta! (también conocida como Marietta, la
traviesa más cercana al original Naughty Marietta) (Robert Z.
Leonard / W.S. Van Dyke), sobre opereta de Victor Herbert. Rose-Marie
(W.S. Van Dyke, 1936) sobre opereta de Otto Harbach y Oscar Hammerstein II. Primavera
(Maytime, Robert Z. Leonard, 1937) sobre opereta de Rida Johnson Young. La
ciudad de oro (The Girl of the Golden West, Robert Z. Leonard, 1938)
basada en la obra de David Belasco musicalizada por Sigmund Romberg (nótese que
esta misma obra fue llevada a la ópera por nada menos que Giacomo Puccini: La
fanciulla del West). Enamorados (Sweetharts, W.S. Van Dyke /
Robert Z. Leonard, 1938) sobre obra de Victor Herbert. Luna nueva (New
Moon, Robert Z. Leonard / W.S. Van Dyke, 1940) sobre opereta de Sigmund
Rombert y Oscar Hammerstein II. Amarga dulzura (Bitter Sweet,
W.S. Van Dyke, 1940) versión de la opereta de Noël Coward. Me casé con un
ángel (I married an angel, Roy del Ruth, 1942, versión de la comedia
musical de Richard Rodgers y Lorenzo Hart.
Y si el musical exige la complicidad del público para
aceptar la convención de que la nada la gente se ponga a cantar o bailar o
ambas cosas para expresar lo que sienten o contarnos lo que les pasa, en la
opereta (no en vano hermana menor de la ópera) la complicidad linda con el
delito de la sugestión colectiva (que no es técnicamente un delito, pero
merecería serlo) Con cara muy seria y sin procurar advertir el humor
involuntario, uno tiene que aceptar que mercenarios (¡mercenarios!) tengan un
código de conducta de oficial prusiano, que piratas feroces peleen
sanguinariamente, pero que al acabar con toda resistencia masculina, descubran
que el botín conquistado incluya un contingente de mujeres y que en el acto
pasen a comportarse como monjes budistas, es exigirle a nuestra aceptación de
la credibilidad demasiado. Y si de comportamientos individuales se trata, un
gobernador machirulo puede coquetear a una mujer ajena frente a una esposa celosa
¡sin que esta se dé cuenta!, o que una señorita prometa sexo para no cumplir y
salirse con la suya sin una queja siquiera es forzar los límites a la
estratósfera de cualquier caracterización ligeramente basada en alguna
psicología. Pero uno es un caballero y no se inmuta ante las ilógicas
convenciones presentadas.
Como esta es una sección doble y no repaso de una
filmografía, elegiremos dos películas de las ocho que hicieron. Una que es un
perfecto ejemplo de una película típica del dúo (Luna nueva) y otra (Me
casé con un ángel) que se aparta por completo de lo que el público aprendió
a esperar de estas dos grandes voces (porque eso sí, cantaban como los dioses)
En Nueva Luna ella es Marianne de Beaumaniour y se
dirige a Nueva Orleáns a hacerse cargo de una plantación que heredó. En el barco
van también condenados que serán vendidos como esclavos, entre ellos está él, Charles,
duque de Villiers, enemigo político del rey que se hace pasar por un siervo.
Charles es comprado por el administrador de la plantación de Marianne y ella y
su tía quedan rendidas antes los encantos del nuevo esclavo. Marianne no tarda
en descubrir quien es de verdad y lo salva de que lo aprese la tropa francesa
que lo busca. Charles lidera la liberación de los esclavos que lo acompañaron
en el viaje y parten en un barco. Marianne decide volverse a París y compra
pasajes para el Luna Nueva. Después de hacer escala en Martinica, el Luna Nueva
es abordado por piratas con ¡Charles como jefe! Charles se convierte, claro, en
el capitán del Luna Nueva. No por mucho tiempo, se desata una tremenda tormenta
y naufragan en una isla tan fértil como desierta. Charles propone que se queden
a vivir allí y que armen ¡una ciudad-república! según los principios de
Libertad-Igualdad-Fraternidad que serían en un futuro cercano los que
alentarían a la Revolución Francesa. Entonces, ciudadano Villiers va, ciudadana
Beaumaniour viene, el amor se infla más que un suflé y…
En Me casé con un ángel estamos en Budapest, ella es
Anna Zador, una secretaria que hace seis años trabaja en el banco de él, el
conde Willie Palaffi. Ella lo adora, él no le presta la más mínima atención. El
bondadoso y viejo tío de él sabe que ella lo ama y que sería una buena esposa,
por eso hace que la asistente personal de él (nuestra bellísima Mona Maris que
estuviera con Gardel en El día que me quieras y que sería la Perichona
en Camila con Susu Pecoraro e Imanol Arias) la invite a la fiesta de cumpleaños
de él que se celebrará esa misma noche. Marika que quiere a Willie para ella
misma, aprovecha que la fiesta es de disfraces y como sabe que Anna no puede pagarse
un disfraz caro como los que llevaran los otros, le da a Anna un vestido
sencillo al que completa con alas de cartón y una corona con halo, ¡Anna será
un simple ángel! La belleza de Anna sorprende a Willie y la saca a bailar. A ella
se le corren las alas y la coronita con un halo se desliza de un lado al otro y
todos se ríen. Willie se enoja y se va a su escritorio a descansar un rato. Se
duerme y sueña que Anna es un ángel de verdad (que ahora se llama Brigitta,
aunque sea la mismísima Anna) y que se casa con ella. La felicidad no es
completa porque ella es muy sincera, no tiene filtros, le dice en la cara a la
gente lo que ve y hace que él se peleé con su círculo de amistades ricas. Ella
(Anna/Brigitta) decide arreglar las cosas, aunque eso signifique perder su
calidad de ángel y convertirse en un mortal del montón. Entonces…
Me casé con un ángel no es
una opereta sino una comedia musical de Broadway. Fantasiosa y sofisticada. La película
es elegante y lograda, pero fue muy cara y tuvo poco éxito, lo que hizo que la
sociedad Nelson Eddy-Jeanette MacDonald llegara a su fin. La crítica en su
momento la despedazó, pero ahora de a poco va siendo redescubierta y valorada.
Las canciones de Rogers-Hart (como no podría ser de otro modo) son deliciosas y
la calidad de los rubros técnicos es irreprochable. Todos están muy bien, pero
Eddy-MacDonald están alejados de los parámetros argumentales que cimentaron los
disparates de opereta con los que están asociados.
Jeanette MacDonald y Nelson Eddy se amaron no solo en la
pantalla. Pero no pudieron consumar su amor en público. Él ya estaba casado y
ella también. Ella por imposición del estudio. Era un espíritu libre que había
tenido convivencias con hombres ¡sin casarse! Como la moral que querían mostrar
que sus estrellas cultivaban era muy rígida, para no correr riesgos, la “casaron”
con un galán homosexual, Gene Raymond. Los mandamases del estudio mataban dos
pájaros de un tiro. La “contenían” a ella de parejas libres y “legalizaban” los
gustos “fuera de norma” de él. MacDonald quería tener hijos y Raymond no podía
tenerlos por una enfermedad congénita. Ella de todos modos se embarazó dos
veces (de Nelson Eddy, claro), pero no completó el ciclo de ninguno de los dos
embarazos, los perdió rápidamente. En el primero Jeanette sufrió maltratos por
parte de Raymod y Nelson Eddy se trompeó con él y lo lanzó por unas escaleras.
Eddy lo dejó inconsciente y creyó que lo había matado, aunque por suerte, no
fue el caso. MacDonald no se separó de Raymond y estuvo con él hasta que
falleció. La pobre tenía un corazón débil que se cobró los esfuerzos que ella
hizo para ser una profesional de primera. Cumplió con su sueño de cantar ópera,
cuando comenzó con el cine, venía solo de Broadway. (Eddy no, venía al cine de
la ópera). Ella murió a los 61 años en 1965. Él no tenía un corazón débil, pero
murió un par de años después en 1967 a los 65 años… del corazón. Se descompuso
en plena función actuando en Miami Beach y falleció camino del hospital. Y no
era tenor, era barítono. Y como amor con amor se paga, más allá del celuloide,
andan juntos por algún lado. Sin duda.
Los creadores que en algún momento de su infancia se
toparon con Nelson Eddy-Jeanette MacDonald no los olvidaron y los celebran. Jim
Henson como ya lo mencioné, los cita en el primer Show de los Muppets. Mel
Brooks en El joven Frankenstein (Young Frankenstein, 1974) la hace
cantar a Madeline Kahn en un momento clave y muy hilarante, “Ah, Sweet Mystery
of Life”, canción que Jeanette MacDonald popularizó en Marietta la traviesa.
Tim Burton en Marte ataca (Mars Attacks, 1996) hace que los
terrícolas venzan a los marcianos con una versión de “Indian Love Call”,
cantada por MacDonald y Eddy en Rose-Marie. Repito, amor con amor se paga.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.