Programa doble: sección en la que repasamos dos películas
que tienen aspectos en común.
Hoy: Marlowe – Confiesa, Fletch.
Algunos detectives tienen garantizada la vida eterna. A la
vida natural que le dieron sus autores originales se le suma la adicional que
le dan los que se anotan para ser los continuadores del legado. Sherlock Holmes
es uno de ellos y Philip Marlowe, claro, también. Raymond Chandler lo creó y apareció
por primera vez en 1939 en The Big Sleep (El sueño eterno). Se
extendió en novelas y cuentos inolvidables, y cuando Chandler murió en 1959,
Marlowe sobrevivió en los cuatro primeros capítulos de Poodle Springs
que quedó inconclusa hasta que Robert B. Parker concluyó la novela en 1989. Y a
Marlowe se le hizo costumbre que otros autores lo escribieran. Algunos muy
célebres y celebrados como John Banville que, con su seudónimo de autor de
policiales, Benjamin Black, publicó en 2014 The Black-Eyed Blonde, una
secuela a The Long Good-Bye (El largo adiós). Y como Marlowe se
lleva bien con el cine, era mera cuestión de tiempo que volviera a la gran
pantalla. Y así esta Rubia de ojos negros pergeñada por Banville / Black
se transformó en una película que llamaron Marlowe (Neil Jordan, 2022),
así, a secas, para que no hubiera confusión de quien era el protagonista y el
pasado que se buscaba convocar. Y con acuerdo general, explícito en los que
tienen voz y voto de producir y decidir, y tácito en los que pagan la entrada o
consumen (o no) los que se les presenta, se eligió a Liam Neeson para
encarnarlo. La elección no sorprendió (bordeaba la casi falta de imaginación),
pero al menos no ofendió la sombra y buen nombre del evocado. Y así el viejo y
peludo Liam Neeson se unió a la prestigiosa lista de los que corporizaron en el
cine: (en orden de aparición) Dick Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery,
James Garner, Elliott Gould y Robert Mitchum (otros, muchos, lo hicieron en teatro,
radio y televisión, pero los de cine son solo esos que enumero).
Y esta vez, una rubia que se adivina sino fatal al menos peligrosa,
una tal Clare Cavendish en cuerpo y alma de Diane Kruger le pide a Marlowe /
Neeson que le encuentre un amante perdido. La chica no viene sola, trae su
entorno, una madre con pasado de estrella de cine, Dorothy Quincannon (Jessica
Lange), un marido mano larga (Patrick Muldoon), el director de un club exclusivo
(Danny Huston), un mafioso refinado y perverso (Alan Cumming) con un chofer fiel,
pero sin exagerar (Adewale Akinnouye-Agbaje) y otros no menos sinuosos. Marlowe
aporta al juego un par de policías inolvidables (Colm Meaney y Ian Hart). Y sin
crear más suspenso, digamos que el entramado y la resolución están a la altura
de las circunstancias y los antecedentes.
Algunos críticos que para decir que se ganan el dinero
honradamente le buscan la quinta pata al gato, dijeron que Neil Jordan entregaba
un producto desganado. Y a mí que se me da por discutir diría que más que
desganado, posible. El film se rodó durante la pandemia de la COVID, por eso
creo que luce más cuidadosamente profesional que inspirado. Por eso quizá también
la mansión que habita la Clare Cavendish / Diane Kruger se parece mucho al club
tan exclusivo que dirige el personaje de Danny Huston, tanto se parecen que se
diría la entrada principal y la del costado o trasera de alguna imponente finca
de esta Los Ángeles, que es en realidad Barcelona. O sea, al mal tiempo, buena
cara y en pandemia, lo que se puede.
El detective Irwin Maurice Fletcher, Fletch para amigos o
enemigos, creado por Gregory McDonald no sé si tendrá una continuación a manos
de otros autores, porque por ahora, aunque su autor original ya no está entre
nosotros, anda gastando las aventuras que le legó. Si no las dilapida le alcanzan
para un ciclo de películas. No creo que tenga ni tendrá la prosapia de Marlowe,
sin embargo, ya anda por el segundo actor que lo corporiza, por lo que mejor no
subestimarlo. Lo encarnó Chevy Chase en 1985 y en 1989 y ahora lo hace Jon Hamm
(Confess, Fletch, Greg Mottola, 2022). Y si lo hacen cómicos o comediantes,
uno puede suponer que se tratan de parodias del policial negro. Sí y no.
Gregory McDonald más que inclinarse por la parodia que implica burla o desdén
por el material elegido, va más para el lado del homenaje desde el humor hacia
el noir retinto.
Fletch (Jon Hamm) un experiodista con un vasto conocimiento
en artes plásticas anda por Roma, donde se agenció una novia italiana, la heredera
Angela de Grassi (Lorenza Izzo) que le pide recupere en Boston la colección de
su padre, el Conde Clementi Arbogastes de Grassi (Robert Picardo), para darla
de rescate por el secuestro del Conde. La colección se halla supuestamente en
manos del comerciante de arte, Ronald Horan (Kyle MacLachlan). Pero cuando Fletch
llega a la casa alquilada por Angela, se topa con el cadáver de la barista Lauren
Goodwin (Caitlin Zerra Rose), lo que lo pone en la mira del experimentado
policía, el Inspector Morris Monroe (Roy Wood Jr.) y su subalterna novata, Griz
(Ayden Mayeri). El dueño de la casa alquilada, Owen (John Behlmann) aporta peculiaridades
y sospechas, ventiladas al detalle por su vecina Eve (Annie Mumolo) y su
exesposa, Tatiana (Lucy Punch). Para no ser menos, la esposa del secuestrado,
la Condesa Sylvia de Grassi (Marcia Gay Harden) añade no pocas excentricidades no
muy confiables. Pero el exjefe de Fletch, Frank Jaffe (John Slattery) dará a
regañadientes alguna que otra mano para aclarar las cosas. Confess, Fletch
no es para descorchar champanes ni tirar fuegos de artificio, aunque se deja ver
con agrado, se sigue con interés y se sonríe a menudo. En estos tiempos de
sequía de buenas comedias, policiales o de las otras, no es poco.
En resumen, estas dos películas no serán perfectas ni una
gloria, pero cumplen. Y como en la vida,
que te cumplan compensa (un poco) tantas falsas promesas.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.