Programa doble, sección en la que repasamos dos películas
con aspectos en común.
Hoy: Combate en la isla - Con gusto a rabia
En Le combat dans
l'île (Combate en la isla, Alain
Cavalier, 1962) Anne (Romy Schneider) no anda haciendo buenas elecciones de
vida. Dejó una promisoria carrera de actriz teatral para centrar toda su
atención en Clément (Jean-Louis Trintignant) el que, si mis tenues nociones
psicoanalíticas no me fallan, es un psicópata de aquellos. Y cuando no le pega
ni tortura a Anne, canaliza su violencia entrenando en la célula terrorista de
ultraderecha a la que pertenece con orgullo. Clément, que no tiene nada de
clemente, participa en un atentado que tiene curiosas consecuencias. Debe por
ello alejarse de una brumosa París en blanco y negro y refugiarse en el campo.
Anne se empeña en acompañarlo, es una chica muy abnegada para decirlo con
amabilidad. Los acoge un amigo de Clément, Paul (Henri Serre) que nada sabe de
las oscuras conexiones políticas de Clément, y cuando se entera, lo echa. A Clément
no le queda otra que salir del país y recala en, adivinen dónde, sí, en la
Argentina, no comments, please. Anne se queda unos días más en el campo y así
llega a conocer mejor a Paul, que es más bueno que Lassie atada and, of course,
se enamora de él. Paul la impulsa a volver al teatro, donde triunfa en una obra
escrita por la esposa muerta de Paul. Y cuando están por comer perdices, cha,
cha, cha, chán, aparece el loquito de Clément, más inclemente que nunca,
entonces…
En Con gusto a
rabia (Fernando Ayala, 1965) Ana (Mirtha Legrand) es una alta burguesa sin
ninguna otra ocupación que gastar la plata de un marido ricachón al que no
quiere mucho, o sea Ramón, al que hace Jorge Barreiro. De puro aburrida se
enreda con Diego (Alfredo Alcón) un provinciano venido a menos que compensa
frustraciones participando en las andanzas de una célula extremista de
ultraderecha de afiliación nazi-fascista. Diego, en realidad, es novio de
Teresa (Marcela López Rey), pero Ana no anda como para fijarse en lealtades, además
Diego como que lo hace Alcón, no solo es de buen ver sino que es muy complejo
(para decirlo con amabilidad) lo que lo hace más atractivo. El tortuoso Diego
alterna tardes apasionadas con Ana con robos a mano armada a hospitales, raides
a festivales judíos y trifulcas con manifestantes gremiales. Después de un
asalto de consecuencias trágicas, debe huir con Ana al campo que perteneció a la
familia hasta que fue absorbido por deudas a los bienes de Ramón. Entonces…
Estas dos películas, además de contar con dos
protagonistas femeninas con el nombre de Ana, exhiben en la trama lateral
grupos extremistas de derechas filonazis. El clímax de la película argentina se
inspira en el Asalto al Policlínico Bancario. Recurro a Wikipedia y cito: “El asalto al Policlínico Bancario sucedió en
Buenos Aires, Argentina el 29 de agosto de 1963. Una banda mató a dos
empleados, causó heridas a otros tres y huyó con un importe que equivalía
aproximadamente a 100 000 dólares estadounidenses. Parte del dinero obtenido
financió actividades del Movimiento Nacionalista Tacuara, la primera guerrilla
urbana de Argentina, a la que pertenecían los promotores del grupo. (…) El
hecho, que causó gran conmoción en el país por la violencia y precisión con la
que fue ejecutado, fue atribuido por la policía a delincuentes comunes y se
estimó esclarecido; sin embargo, meses más tarde la información proveniente de
la Sureté, la repartición policial francesa de que billetes provenientes del
robo habían sido gastados por argentinos en un cabaret de París hizo que se
reabriera la investigación y permitió individualizar a sus verdaderos autores.
(…) Casi todos los participantes fueron detenidos y enjuiciados, otros
permanecieron prófugos y algunos estuvieron incorporados más adelante en otras
organizaciones guerrilleras.” Respecto al Grupo Tacuara, dice Wikipedia: “El grupo Tacuara fue una organización que
nació formalmente en Argentina a fines de 1957, con el nombre de «Grupo Tacuara
de la Juventud Nacionalista» creada por jóvenes simpatizantes del franquismo y
del nacionalismo católico que en su mayoría habían militado en la Unión Nacionalista
de Estudiantes Secundarios (UNES). Tenía como antecedentes tanto en el aspecto
ideológico como en su aceptación de métodos violentos de acción, a la Liga
Patriótica que actuó en el país en la década de 1930 y a la Alianza
Restauradora Nacionalista que tenía actividad desde comienzos de la década de
1940.” Por lo expuesto, se deduce también que a estas películas las une una
evidente conexión Argentina-Francia en simpatías por ideologías filonazis
extremas.
Como puede verse en los sesenta no solo se cocían las
habas de la revolución sexual y el impulso de los movimientos feministas y de
derechos civiles, sino también las de movimientos de derecha y ultraderecha que
provocarían cruentos golpes de estado genocidas y de sometimiento económico a
las grandes potencias que derivarían en pobreza, impedimento de crecimiento
industrial y científico. Como quien dice, dar un paso para retroceder dos.
Gustavo Monteros
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