Bad
education es la historia de una estafa, y como todo
fraude (desprovistas las consideraciones morales, claro) es triste porque
engendra una ilusión que no se sostiene en el tiempo. Y cuando la verdad llega
tiene la contundencia del despojo. Un director de escuela carismático (tanto
que le queda como anillo al dedo a Hugh Jackman) y la tesorera (Alison Janney)
le meten el perro durante unos cuantos años a la Junta Educativa dibujando
gastos millonarios que nadie observa con atención porque los mencionados llevan la escuela a un lugar de preeminencia. Es una película HBO dirigida por Cory
Finley con guión de Mike Makoswsky sobre artículo periodístico de Robert
Kolker.
Me trajo a la memoria otra película de HBO
sobre las consecuencias de otro fraude verídico, The wizard of lies (Barry Levinson, 2017), protagonizada por Robert
De Niro y Michelle Pfeiffer. Esta gran estafa del experto en inversiones Bernie
Madoff fue incluso más dolorosa que la mencionada antes, por la sencilla razón
de que involucró a miles de incautos que perdieron sus ahorros, sus casas, sus
esperanzas.
Las dos, pero sobre todo Bad education me parecen tan buenas que el mejor elogio que puedo
tributarles es decir que se parecen a las películas de los setenta, lo que me
lleva a buscar en mi colección privada filmes hechos en esa década que tengo
olvidados o que me gustaría repasar.
Opto primero por La donna della domenica (La
mujer del domingo, Luigi Comencini, 1975) comedia de misterio en la que el
asesinato de un arquitecto detestable convierte en sospechosos a Jacqueline
Bisset (en la plenitud de su belleza) y a Jean-Louis Trintignant, conspicuos representantes
de la alta burguesía turinesa. El inspector Salvatore Santamaria (Marcello
Mastroianni) debe dilucidar el caso. Entre los vericuetos de la trama sabremos
que el personaje de Trintignant es homosexual y que tiene un joven amante,
Lelio Riviera (Aldo Reggiani). Y si bien la representación de la homosexualidad
responde al principio a los cánones de la época (burla y desprecio al
diferente) de a poco el retrato pierde los tintes caricaturescos y se vuelve
comprensivo y tolerante. Un detalle no menor para una película industrial que
se eleva de la medianía por los nombres involucrados.
Voy después por La noche del crimen (The
night visitor, Laslo Benedek, 1971) thriller de venganza en el que el que
un fornido Max Von Sydow escapaba de una fortaleza convertida en institución psiquiátrica
para plantarles cadáveres a su hermana Liv Ullmann y a su esposo Per Oscarsson.
El veterano inspector Trevor Howard deber resolver el intríngulis. Un cuento
macabro con un final plumífero sorprendente. La película no hace trampa en su
aspecto fundamental y nos detalla cómo es que el personaje de Max Von Sydow se
evade. Como con La mujer del domingo,
los nombres involucrados hacen también que esta película claramente comercial
se destaque y merezca rescatarse del olvido.
En resumen un par de tardes a puro género y
con grandes actuaciones.
Gustavo Monteros
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