domingo, 22 de marzo de 2020

Día 8 - Virus

Contra lo que pudiera suponerse, cuando enfrentamos una cinematografía que desconocemos, decodificar una película popular es más difícil que hacerlo con una de cine arte. Estas últimas están hermanas por influencias que podríamos considerar cosmopolitas, mientras que las populares por identificarse con raíces y vertientes de las sociedades que las producen, son, a pesar de su simplicidad aparente, más misteriosas y elusivas.


Imaginen por un segundo a un georgiano, o a un macedonio, o a un tibetano que ve. de repente y sin ninguna advertencia, uno de los ejemplares de Los bañeros más locos del mundo. Entendería, claro, algunos chistes chabacanos, las chicas semidesnudas, pero la lógica de muchas secuencias y las razones del estilo elegido se le escaparían. Exhibámosle al mismo sujeto una película de Torre-Nilsson y a los pocos instantes la navegará como un experto y no le resultará extraña para nada.


Virus (Gamgi, Sung-soo Kim, 2013) es una película surcoreana de repentina popularidad en Netflix debido a la pandemia que padecemos. Pertenece clara e indiscutiblemente al cine industrial, es decir popular, de su país. Arranca como una comedia romántica, enmarcada en un problema policial y deriva en el cine catástrofe. No tiene nada raro ni incomprensible, salvo el estilo y algunos saltos en la verosimilitud, que decodificamos y aceptamos a pesar de su extrañeza, pero que su público original debe tener muy incorporados.


Por el lado policial, hay un caso de contrabando de personas en un conteiner, que terminará con un sobreviviente, poseedor del anticuerpo que devendrá en vacuna, que aliviará la epidemia de gripe aviar, que también contribuyó a esparcir. Por el lado del romance tendremos a una médica infectóloga que, por un accidente, conocerá a un bombero con el que, aunque se nieguen ambos a reconocerlo, tendrán mucha química. Él viene con un amigo-compañero cómico a cuestas y ella con una hija pequeña a cargo. Se presume que la nena es angelical, pero es a todas luces insoportable. Con los chicos en el cine, dicho esto con humor, hay algo fascistoide. Deben caernos bien por imperativo, aunque sean unos monstruos precoces de comportamientos adultos, combinados con los berrinches y caprichos propios de su edad.


Como sea, esta nena adorable o insoportable, según cómo se la vea, se relacionará con el sobreviviente, contagiándose primero y necesitándolo después para curarse. Mientras esto sucede a su alrededor se desata la epidemia, que obligará al aislamiento de una zona que de tan populosa parece una ciudad, y que debe ser cercada, sí o sí, para salvar a la más populosa Seúl.


La historia tiene muchas casualidades, demasiadas, para un lugar tan denso poblacionalmente hablando, algo que debe ser visto como natural por el público original al que está dirigida. Y el estilo, exacerbado, desmadrado, llevado permanentemente a los extremos, también debe parecerles natural. Según nuestra óptica habitual es un poquito excesivo…para decirlo con sutileza.


Una vez instalada la epidemia en el film rige la lógica del cine catástrofe. Y como las características de este género nos son familiares y afines, aceptamos las convenciones sin sorpresa ni protesta.


Virus de tan colorida y exagerada es atrapante, sobre todo porque por sus exageraciones hace catártico los temibles efectos de la epidemia, que es el motor mórbido que nos hace acercarnos a esta película.


Virus puede verse en Netflix.

Hasta mañana,

Gustavo Monteros


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.