A veces me gusta investigar qué tan malo es
lo malo. London has fallen / Londres bajo
fuego (Babak Najafi, 2016) película intermedia de la franquicia sobre el
guardaespaldas Mike Banning (Gerald Butler) (antes viene Olympus has fallen / Ataque a la Casa Blanca (Antonio Fuqua, 2013)
y hace poco se estrenó Angel has fallen /
Presidente bajo fuego (Ric Roman Waugh, 2019)) ha recibido críticas que van
de lo horrible a lo espantoso.
Como generalmente pasa cuando uno se prepara
para ver algo que sabemos de antemano que es malo, por un mecanismo de
contrariar lo que se dice o hemos leído…no nos resulta taaan malo.
Londres
bajo fuego es de esas pochocleras en las que la
psicología de los personajes, la lógica dramática, la progresión de la historia
o el sentido común más elemental importan poco o nada. Este tipo de película se rige por la
instrumentación de secuenciar cada cuatro minutos una escena de violencia de
algún tipo, explosiones, tiroteos, cuchilladas, patadas, peleas de puños o
algún tipo de persecución, a pie, en moto, en auto, en bote o en avión. Y la
efectividad se mide en si el interés se conserva hasta el final, algo que no
siempre pasa ante la acumulación de efectos similares.
Aquí la excusa es el entierro de un primer
ministro inglés que ha muerto de repente. Presidentes de las principales
potencias se unirán en Londres a ofrecerle los respetos finales. El problema es
que terminan siendo víctimas de un vengativo vendedor de armas,
convenientemente islamista, que ha perdido a toda su familia en un ataque
dirigido en su contra.
Ya de movida, como espectadores estamos en
problemas porque no hay aquí bueno contra malo sino malo contra malo. Porque si
el supuesto malo vende armas, el presidente yanqui, Benjamin Asher (Aaron
Eckhart), también.
Los terroristas no se andan con remilgos y
vuelan a casi toda la comitiva presidencial mundial, lo que más que conmoción
emocional desata un anarquista placer culposo: ma’ sí, que los vuelen a todos.
Pero como entendemos de qué va la franquicia, sabemos que no matarán al
presidente yanqui (el ya mencionado bueno de Eckhart en su versión más WASP
posible) o que lo harán al final de la película, solo nos resta esperar a que
los tiros y las patadas nos espanten el aburrimiento.
En lo personal lo lograron hasta que llegan
los 20 minutos finales, en los que estaba a punto de caerme dormido, a pesar
del potente ruido de la banca sonora. Ojo, mi aguante no es el promedio, tanta
bala sin suspenso suele aburrirme rápido. Y no es que sea un quisquilloso solo
educado con cine de autor. Me gusta el cine industrial como el que más, pero me
engancha que haya un mínimo de planteo dramático. Aquí la sorpresa pasa por
saber quién es el traidor que está vendido a los terroristas, pero después del
tiroteo 2.387.947 la identidad me interesaba menos que la vida privada de las
hormigas venusinas.
En resumen, para un domingo a la tarde de
lluvia, mucha lluvia.
Londres
bajo fuego puede verse en Netflix.
Gustavo Monteros
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