jueves, 25 de abril de 2019

Dirty John


Al ver Dirty John no puedo dejar de admirarme lo mucho que nos hemos concientizado sobre el inter juego de roles desde el advenimiento del movimiento Ni una menos y todo lo que le siguió, como la importancia que adquirió el día de la visibilidad lésbica o la patriada que llevan a cabo las chicas del pañuelo verde.


El modelo de mujer que se ve en Dirty John suena ya antiguo y por suerte en vías de perimirse. Todas son mujeres exitosas, pero machistas en esencia. La única aspiración de felicidad que cultivan es la de la validación de un hombre. Su realización será completa si un hombre, en cuanto patriarca y marido, la aprueba.


El John sucio del título es un depredador sexual, un estafador que utiliza el sexo y la seducción como arma de sujeción de voluntades. Sus víctimas deben cumplir tres requisitos, tener dinero, ser machistas, y con serios problemas de estima. Las busca en bares determinados o sitios de citas de internet. O sea lugares donde pululan chicas con el perfil requerido por él. Ellas disfrazan su falta de autoestima en el ideal romántico de un hombre que acompaña y contiene. Un hombre que las seduzca con cenas a la luz de las velas y de música romántica, de caminatas por la playa, descalzas por la arena, con los zapatos en la mano y el saco de él sobre los hombros. Y no se dan cuenta de que con tal de cumplir con ese ideal romántico, ampliamente vendido y difundido, son capaces de aceptar lo que sea. Y depredadores como John son expertos en “lo que sea”. Por supuesto estos depredadores deben estar a la altura del ideal romántico y John lo está. Es apuesto, atlético y la va de médico, aunque en realidad solo es un técnico anestesista.


Cuatro mujeres centrales aparecen en la serie. Debra (Connie Britton) la víctima más nueva del Dirty John (Eric Bana), sus dos hijas, Verónica (Juno Temple) y Terra (Julia Garner) y su madre Ariane (Jean Smart)


La madre de Debra es todo un tema y merecería una serie para sí sola por lo que se delinea. Debra tuvo una hermana que fue víctima de violencia de género y mamá se puso del lado del victimario. ¿Por qué? Se escuda en una religiosidad extrema que según ella la lleva al perdón y a otorgar la misericordia de la segunda oportunidad (¡!)


Verónica, la hija mayor, tiene más ego que cerebro, o sea se le desatan todas las alarmas, se le prenden todas las luces rojas ante el Dirty John, pero no puede elaborar una estrategia eficiente para sacarlo de sus vidas. Terra, la menor, parece necesitar más horas de sueño aunque se la pase durmiendo, y siempre luce abstraída, como perdida en alguna nube, de allí que sea muy apreciada en su trabajo en un refugio de perros. Eso sí, en un momento clave, no solo se despertará sino que hará uso de la cultura popular. No quiero spoliar, pero es algo que se refiere a los zombies.


Y, por supuesto Debra, que no termina de comprender que su ideal romántico es una trampa. Y está tan ganada por cumplirlo que le dará al depredador una oportunidad tras otra. Y es aquí donde la serie se vuelve apasionante. Se basa en hechos reales, así que la Debra de ficción copia lo que hizo la Debra verdadera, y uno se enchincha preguntándose ¿cómo es que insiste, insiste, insiste? ¿Por qué? El derrotero de su madre perdonadora es una posibilidad de respuesta, pero no basta.


Además de la miniserie hay un documental sobre los hechos que nos permite conocer las caras de los auténticos protagonistas. Es aconsejable verlo después de la serie, claro. Echará luz sobre algunas conductas y es revelador ver cómo estas personas se justifican o se explican los hechos. Eso sí, verlo requiere un mínimo ejercicio de paciencia, porque no se trata de un documental en sí, sino de un programa de hechos reales. Un programa pensado para ir con cortes comerciales, entonces antes de ir al corte, desarrollan una idea o concepto, que repiten cuando vuelven del corte. Debió reeditarse para darse completo. Tal como está tiene dos repeticiones de la misma idea, una tras de la otra. Es solo un detalle, pero como puede irritar, lo señalo. Un inconveniente menor ante la curiosidad de verlos y escucharlos.


En la serie todos actúan con destaque, no el menor el del protagonista Eric Bana, que echa luz sobre un personaje desagradable y único, porque es a la vez monstruoso y seductor.


Creo que tanto la miniserie como el falso documental merecen verse. Y no solo por el entretenimiento que deparan, sino también como advertencia. Los depredadores son más comunes de lo que estamos dispuestos a aceptar.




Dirty John, la miniserie (creada por Alexandra Cunningham y dirigida por Jeffrey Reiner) y Dirty John, the dirty truth, el documental (dirigido por Sara Mast) pueden verse en Netflix..

Gustavo Monteros



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