Cuando se escribe,
sobre todo si es teatro o guiones para cine o televisión, uno anda siempre a la busca
del conflicto perfecto. Aquel que ilumine cegadoramente o una relación, o un estado
de cosas, o como en este caso, una injusticia. Cegadoramente, en el sentido de
que nadie pueda ignorar o pasar por alto lo que se plantea.
La autora y directora
de And breathe normally (Y respira normalmente) Isold Uggadottir
dio con un conflicto perfecto
Lára (Kristín Þóra
Haraldsdóttir) es una islandesa pizpereta a la que uno le adivina de entrada un
pasado turbio del que salió y contra el que se defiende. Es madre de un chico
de preescolar, Elgar (Patrik Nökkvi Pétursson) un superviviente entrenado, a
pesar de su corta edad, a juicios por custodia y estadías en hogares de
tránsito.
Adja (Babetida Sadjo)
tiene más o menos la misma edad de Lára, es una emigrante de un país africano innominado, y la solidaridad
para ella no es una opción, es una estrategia de vida. Ha aprendido que uno se
salva o se hunde por la generosidad de los otros, y ella la practica para
recibirla.
Todo hermana a Lára y
Adja. Son madres solteras, procuran salir de la marginalidad, son lesbianas con
tristes historias. Elgar verá una foto en la que se ve a Adja muy feliz al lado
de una mujer bella y sonriente. Adja le dirá que es un ángel… al que mataron a
palos. Lára tiene como amante a la madre de un compañerito de escuela de Elgar,
una mujer casada, a la que no puede ni saludar cuando no están en la intimidad.
Todo las hermana y
sin embargo en un momento clave las dos estarán, literalmente, a ambos lados
del mostrador y se producirá la injusticia. El sistema, bien intencionado como
el islandés (nadie parece cuestionar los subsidios a los ciudadanos menos favorecidos)
termina por poner a pobre contra pobre. Y las consecuencias son de una crueldad
terrible.
Por suerte hay
generosidades y simpatías varias. El hombre de la fila en el supermercado que
se ofrece a pagar lo que a Lára le falta, la mujer en la perrera/gatera
municipal, la directora de la escuela que cree en las segundas oportunidades.
Y el sistema puede
que sea cruel, pero no es perfecto… por suerte. Y no cuento más para no
arruinar sorpresas.
And breathe normally es una muy buena película y merece verse por sus
valores artísticos y humanos. Está desde hace poco en Netflix. Es imperdible,
bah
Gustavo Monteros
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