En términos de gigantescos éxitos, los franceses
Claude-Michel Schönberg (música) y Alain Boublil (letra y libros) tuvieron un
segundo (Miss Saigon) a la altura del
primero (Les Misérables), pero no
hubo dos sin tres (Martin Guerre)
para ellos.
Miss
Saigon se estrenó en Londres en 1989 y representó la
consagración mundial de Lea Salonga, el debut en el musical de Jonathan Pryce,
y completó el trío protagónico, Simon Bowman. Estuvo 10 años ininterrumpidos en
el West End. Por supuesto repitió el éxito en Broadway y en otras grandes
plazas teatrales. Nicholas Hytner dirigió la producción original.
En el 2014, su productor inicial Cameron Mackintosh
organizó una reposición en Londres y tras un exhaustivo casting la sufriente
Kim quedó en manos de Eva Noblenza (fue elegida en Manila, Filipinas), el rol
del Ingeniero, rol creado por Pryce recayó en el híper talentoso Jon Jon
Briones, y el galán, en manos de Alistair Brammer, alcanzó nueva revelancia,
así como el personaje de Gigi en magnífico cuerpo y voz de Rachelle Ann Go.
El nuevo elenco logró una versión suprema, de pura
magnificencia. Ojo, ahora como con My
Fair Lady, El violinista en el tejado
o Sweeney Todd, solo para mencionar
tres clásicos indiscutidos, montar Miss
Saigon es fácil. ¿Por qué digo semejante herejía? Por la sencilla razón de que
ya está "descubierto", ya se sabe como son los personajes, que le
conviene a la música, qué es lo que se debe lograr. Se parte de terreno fértil,
los originales dejaron inauguraron un camino sólido y sin baches. Se puede cambiar
la escenografía, el vestuario, cambiar el concepto escénico incluso, pero se
sabe adónde se debe llegar.
Miss
Saigon es una reformulación de Madama Butterfly, hay un romance interracial que termina mal para
la pobre vietnamita en este caso, porque la acción se trasladó a la guerra de
Vietnam. Como en Butterfly, hay una
boda interrumpida por maldiciones, un hijo y un final trágico por mano propia,
todas las demás circunstancias han sido conveniente (y acertadamente)
cambiadas.
A propósito de cumplir los 25 años del estreno durante la
temporada de reposición y en vista de los impresionantes logros del nuevo
director escénico, Laurence Connor, Cameron Makintosh decidió filmar una
función en vena cinematográfica (la puesta se presta para tal fin) y exhibirla
en los cines, con el plus premium de una gala con los protagonistas y parte del
reparto de la puesta original.
Schönberg es uno de los reyes de la melodía y logró una
partitura que se sigue todo el tiempo con deleite. Boublil no es en letrista
muy poético, pero si un transcriptor muy gráfico y efectivo de emociones y
narraciones pertinentes a la trama. Aunque en esta versión los que se llevan
los laureles son los actores-cantantes y el director. Consiguen un verosímil
impresionante. Los soldados parecen soldados, el proxeneta uno de verdad y las
prostitutas, auténticas profesionales del oficio. Y es tal la maravilla, que
hay momentos en que no se sabe para qué lado mirar. No es ajeno a esto, el
coreógrafo Bob Avian, el único repetido con justeza, porque estaba en la
versión original
Desde hace una semana está disponible en Netflix. No la
dejen para más adelante, miren que las obras musicales duran poco en Netflix. Ah, no se dejen engañar por
los títulos finales, miren que después de los mismos viene la gala aniversario.
Si son gustosos del género, imperdible.
Gustavo Monteros
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